Tomislav Marijan Bilosnic retratado por José Amador Martín
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar este comentario que, sobre el poemario de Bilosnic traducido al castellano por Zeljka Lovrencic, ha escrito el reconocido poeta y ensayista David Cortés Cabán (Arecibo, Puerto Rico, 1952). Cortés Cabán posee una Maestría en Literatura Española e Hispanoamericana de The City College (CUNY). Fue profesor adjunto del Departamento de Lenguas Modernas de Hostos Community College of the City University of New York. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Poemas y otros silencios (1981), Al final de las palabras (1985), Una hora antes (1991), El libro de los regresos (1999), Ritual de pájaros: antología personal (2004), Islas (2011) y Lugar sin fin (La Otra, Colección Temblor del cielo, México D. F., 2017. Prólogo de Orlando José Hernández e ilustración de portada de Carlos Maciel Sánchez ‘Kijano’). Sus poemas y reseñas literarias han aparecido en revistas de Puerto Rico, Estados Unidos, Latinoamérica y España. En 2006 fue invitado al III Festival Mundial de Poesía de Venezuela, y en 2015 a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), dedicada a Puerto Rico. Ha participado en los Festivales Internacionales de Poesía de Cali, Colombia (2013), y de Managua, Nicaragua (2014). En 2014 fue invitado a presentar “Noche de Juglaría, cinco poetas venezolanos”, en Berna y Ginebra, Suiza. Ese mismo año la Universidad de Carabobo, en Valencia, Venezuela, le otorgó la Orden Alejo Zuloaga Egusquiza en el Festival Internacional de Poesía. Reside en la ciudad de Nueva York desde 1973.
Portada de El tigre
VIVIR DENTRO DEL TIGRE EN ‘EL TIGRE’,
DE TOMISLAV MARIJAN BILOSNIĆ
Aquí estoy, dentro de ti
justo y limpio como el verdor…
- M. B.
Hay un tema fundamental en el libro El tigre del poeta croata Tomislav Marijan Bilosnić que define el sentido del lenguaje y de una realidad imaginable solamente para quienes pudieran tener un corazón de tigre. Es posible que el poeta Marijan Bilosnić posea ese corazón, y exprese el secreto que encarna su historia personal, o lo que inventa su concreto vivir dentro del tigre. [1] El poeta Alfredo Pérez Alencart ha querido darnos una impresión del tigre en el prólogo: “Leo estos hermosos cantos y recuerdo al tigre que vi soleándose en un árbol caído, a orilla del río Manu, en las selvas peruanas de Madre de Dios, donde nací…” [2] A esos recuerdos de la niñez, liga Alencart el tigre de Tomislav. Y ese tigre perdido entre los árboles del bosque eleva su imagen sobre el tiempo para reconocerse en la historia del tigre que ha creado Marijan Bilosnić, un tigre cuya imagen brota intuitivamente para adquirir múltiples formas y sentidos en la poesía. El tigre infinito, el tigre fantástico y humano que recorre los versos de Bilosnić ¿será el mismo que vio Pérez Alencart? O el que vio W. Blake (1757-1827): “Tiger, tiger, burning bright / In the forests of the night…”; o el que anduvo por la prosa de Atsushi Nakajima (1909-1942): “Me había convertido en un tigre. Al principio no confié en mis ojos.” [3] O el que vio Borges (1899-1986), en El oro de los tigres (1977): “Después vendrían otros tigres, / el tigre de fuego de Blake; / después vendrían otros oros…” [4] También el poeta mexicano Eduardo Lizalde (1929) posee su tigre: “Hay un tigre en la casa…” dice en el poema “El tigre”. Es decir, el tigre de Blake no termina en la poesía de Borges, ni la rica exploración de su imagen concluye en la secuencia de los versos de Marijan Bilosnić, pues los tigres extienden sus vastos dominios y vencen el tiempo, se impregnan de climas y realidades que nos seducen por su fuerza y misterio. Esto sucede con el tigre del poeta Marijan Bilosnić. Su libro atractivo y emblemático lleva la imagen de un tigre que la pasión del pintor español, Miguel Elías, ha colocado en la portada.
Tigre por la selva de Madre de Dios. Perú (foto de Andre Baerschi)
El tigre que extiende su imagen por los límites de estos poemas, es ante todo un tigre cuya realidad humana nace de una intuición, según todos los tigres que en la tradición literaria nos transmiten un juicio poético. Las experiencias de la vida del tigre y su realidad y circunstancias humanas descansan sobre la fuerza del lenguaje que lo convierte en pura esencia poética, sin la cual posiblemente tendría aquí su imagen el menor interés. La grandeza reside en la visión que transmite y proyecta su peculiar transcendencia. No es este un tigre destructivo, o de acciones que lo reduzcan a una imagen nefasta del mundo. Por otra parte, este es un libro de un sostenido lirismo que salva al tigre de la excesiva animadversión de quienes ignoran su humanidad. El tigre de Marijan Bilosnić es ante todo, poesía profunda, armonía que traza rigurosamente los destinos del tigre y el equilibro de una voz que vence todo tipo de ingenuidades para comprender la peculiar andadura de un felino que suelta su candorosa presencia por el mundo. Esto es lo que recoge el corazón del poeta para interpretar la vida del tigre, para interpretar sus circunstancias. De ahí la pasión por rescatar al tigre en la riqueza de la imagen lírica que permite acercarnos a su porte y nobleza:
Estoy acostado en la cama
Mis ojos oscuros pasan a gatas
la pared de la pieza
Estoy pensando sobre el origen del tigre
Me pregunto
¿Conozco su estilo?
¿Quién es él?
Su imagen
es lo único que me sonríe
Cuándo entró
al espacio vacío
cuándo las estrellas
precipitaron
sus genes
Cada día lo menciono
y mis antepasados
lo invocaron
Mis bigotes
se hacen preguntas en los labios
¿De dónde es el padre del tigre?
¿De dónde su madre,
la que nunca lo menciona?
(“Pensamiento sobre el origen del tigre”, 33)
Pero, ¿cuáles son los motivos que proyecta la vida del tigre y qué lo hace accesible a nuestra mirada? ¿Qué naturaleza reviste su aura de confiada apariencia? Un tigre es un tigre y pensamos que no está consciente de su vivir. Pero su presencia inspira más de una profunda inquietud, más de un riesgoso acercamiento. De ahí que su mundo esté ordenado sin complicaciones, sin que el poeta tenga que incurrir a vanos cuestionamientos sobre la vida. Por eso el tigre fluye en la palabra poética dándonos una sensación de humildad y grandeza. Esto lo advertimos en la forma más humana posible, hurgando en la mirada del niño la vislumbre del tigre, visto amorosamente como un amigo cercano en el acento precoz de aquella primera realidad que iba a persistir en la mirada del poeta para siempre:
Un tigre con el hocico amarillo
lame mi rostro
Él habla por mi boca
Lo que él dice está envuelto en mi corazón
Su lengua como gota de resina
se pega a la retina de mis ojos
De noche en noche él viene a encender la vela
impulsando mi sangre
(“El tigre habla en mi boca”, 18)
Lovrencic, Bilosnic y Alencart, con algunas ediciones del poemario (foto de Jacqueline Alencar)
No nos sorprende que el tigre de Marijan Bilosnić viaje del corazón a la mirada, y de la mirada a la profunda dimensión que traza su recuerdo en el tiempo. Él mismo nos mostrará el asombro, la primera evocación de aquella lejana memoria que dio origen a la imagen del tigre, al paisaje de su yo sostenido en la mirada del tigre. Y asimismo en la visión temblorosa que proclama el imaginario poético que le da forma: “Tigre es una de las primeras palabras / Llegó cuando yo era un niño solitario / Cuando mi padre iba de paseo / Cuando mi madre le ponía demasiada pimienta a la sopa / sé que él todavía existe…”, dice en este texto (“El tigre es la primera palabra”, 19) y, más adelante:
Estos poemas, igual que el tigre, fueron arrancados
de mi silencio que se prolongó
durante el mes de diciembre
Ellos no se dirigen a nadie en especial
El tigre está listo por fin a dejar la niñez
dejar la poesía
y volver de nuevo a la primera palabra
(19)
Contemplando aquí al tigre, veremos que encarna multitud de imágenes que insistentemente reiteran variadas facetas. En él se cumple el destino y la esencia que reflejan el yo del poeta. Un yo que se extravía en una mirada que proyecta el profundo sentido de la existencia. En efecto, un yo cuya dinámica nos dice que hay muchas maneras de sentir la realidad. Esto lo conoce Marijan Bilosnić no como una pretensión personal, sino por el sentido humano que determina la voluntad del tigre:
El tigre es por sí mismo fuente
El tigre es por sí mismo objetivo
El tigre se hace a sí mismo
El tigre es fruto de sí mismo
El tigre es la organización de la vida
su mistica
El tigre es el poder
cuando es, él es
cuando aparece, él aparece
cuando existe, él existe
y cuando desaparece, él queda
El tigre es cada sentimiento
El tigre es cada sentido
El tigre es todo valor
él es yo mismo
(“El sentimiento del tigre”, 35)
Tigre, de Miguel Elías
Para que el tigre no quede perdido en el tiempo, o demasiado lejano, el poeta lo ha convertido en esencia viva de la palabra. Ha evocado las vivencias que lo exhiben aquí para que reconozcamos los signos que lo hacen memorable. Por eso, en este marco de referencias, ha puesto el poeta su yo para corroborar la conducta del tigre. Y declara irónicamente: “El tigre empezó la guerra con los escritores / él no les deja escribir versos / él considera que ninguna frase es buena / para él, cada palabra es una espina en su cuerpo.” (“El tigre entre las duras tapas del libro”, 37). Lo que exactamente quiere decirnos Bilosnić es que estamos ante el problema de la creación; el del tenaz enfrentamiento del poeta con el lenguaje, ese escurridizo ideal de una perfección siempre inalcanzable. De ahí que la percepción del tigre vaya mucho más allá de lo que pudiéramos imaginar como tangible realidad: “Los tigres se esparcieron por todas partes / y a sus huellas se engancharon / las ranas atigradas como estrellas / manchadas de nubes.”, afirman estos versos (52).
Así, todas las realidades del tigre fluyen como la vida en el tiempo. Pero de un tiempo donde el tigre parece flotar aisladamente, como sumido en otro paisaje. Ese que en la urgencia misma de la palabra transparenta su mundo, un mundo que no terminará nunca por completarse. Esto el poeta lo sabe desde el momento mismo en que el tigre renace mostrándonos su inmutabilidad, y las circunstancias que recalcan aquí su vida y su fatalidad: “La persistencia de mirar es parte de su reconciliación / él acepta una relación corriente / una imagen que cruelmente lo acompaña”, subrayan estos versos (62); y, otros: “El tigre renunciará a todo / si tan sólo se le acercase un desdichado solitario / para compartir con él la frescura de la noche” (64). Lector, ¿no sientes aquí la hondura metafísica del yo solitario, de la invisible realidad que transforma el mundo del tigre? ¿Cómo esclarecer el amor y la salvación, la angustia y la soledad, la visión y la naturaleza del tigre? ¿Cómo referirnos, sin equivocarnos, a su modo de sentir la vida?:
El tigre quiere despertar su fe
El tigre quiere encontrarse con todos los seres vivos
Al tigre lo desgarran las dudas
él no ve el sentido de su vida
El tigre vaga por la selva buscando el camino recto
su vida le es monótona y aburrida
está solitario
está molesto
está amargado
rechazado y abatido
El tigre siente que algo pasa con él
el tigre sufre
cayó en tremendas adicciones
El tigre es prisionero del pecado
El tigre quiere librase del pecado
Lo oprimen grandes problemas
él no ve la salida
(“El tigre vaga por la selva”, 65)
Tigre, pintado en el libro por Miguel Elías
Hay en la poesía de Tomislav Marijan Bilosnić muchas maneras de acercarse al mundo del tigre. No es el suyo un mundo absoluto, ni plantea un solo modo de ver la vida, ni sugiere tampoco una sola manera de ver la realidad. Por eso la vida del tigre contiene también signos dolorosos y enigmáticos: de un lado, la realidad material del día a día, la problemática de la existencia; y del otro, la visión poética del entorno. Y cualquiera que sea su postura, tendrá que estar relacionada con la realidad seductora del mundo. Es decir, con las cosas que resaltan su condición humana frente a la realidad exterior, y por una conducta que buscará mantener una actitud reflexiva ante el mundo:
El tigre hace ruido
El tigre marca el límite
El tigre está abierto
él orina
El tigre se retira
El tigre se esconde
El tigre es vulnerable
él es de seda
El tigre corre
El tigre se transforma
Se transfigura
como la luz
que cae
como la nieve
dos veces arada
Eso significa que el tigre hace el amor
o simplemente ama
sin preocuparse porque
lo miran sorprendidos
como si se hubiese atado
a la tierra
(“El tigre es de seda”, 72)
Habrá que recordar que los seis apartados del libro [5] tratan de un solo tema: el tigre. No hay aquí desviaciones desde el punto de vista temático. Por eso dondequiera que miremos la imagen del tigre estará presente. Y los títulos mismos funcionarán como claves de lo que más adelante revelarán los textos. Por esta razón nos abren una puerta hacia aquello que esperamos encontrar en la lectura. Por otro lado, para Marijan Bilosnić el tigre es un ser que afirma su presencia a través de las más dramáticas experiencias de la vida. No pretende entablar conflictos ni luchas destructivas con nada. Existe porque la poesía existe, y porque su historia es también la historia de la poesía. Y si por alguna razón hubiera un conflicto en su vida, sería solo como una actitud para confrontar el sentido de su presencia en el mundo. O para ver su sombra desplegarse por los grandes abismos de la vida, y hallar las razones que testimonian sus pasos. Esto es así porque en el sentido más humano de la palabra el tigre no añora nada, no es un ser obstinado, va de un lado a otro sin complejidades, hurgando en su mundo personal el drama de su propia existencia. Y es natural que así sea porque estamos ante un tigre cuyo corazón está dentro del poeta “justo y limpio como el verdor”.
El poeta y su traductora al castellano
Por eso su vivir se parece a la voluntad que amorosamente lo sostiene, como sugieren estos versos: “Si aumentáramos el número de tigres / podríamos multiplicar el arte del amor / ponerlo en un anillo / y siempre estar abrazados.” (73). El tigre que abre las sendas de estos caminos amorosos parece hacerse eco en todos los tigres del mundo, parece hacerse eco también de aquel pensamiento de Borges al recordar a Shelley en “La flor de Coleridge”: “todos los poemas del pasado, del presente y del porvenir, son episodios o fragmentos de un solo poema infinito” [6]. Estas razones podríamos igualmente aplicárselas al tigre de Marijan Bilosnić, un tigre que desciende de la antigüedad para convertirse en el protagonista de esta poesía, en su presente y futuro: “cada tigre es Siddhartha… / cada tigre es Lao-Tsé…/ cada tigre es Basho” (83). Y otra vez, al sugerir el anhelo y encantamiento del yo poético: “El hombre tiene derecho a ser tigre” (89). Ciertamente es hermosa la evocación del tigre que encarna estos textos.
Según Bilosnić todos tenemos derecho a convertirnos en tigres. Esto sería lo que por vocación y lucidez estética deberíamos ser. Convertirnos, justamente ahora, al final de la lectura en el Tigre (que) en Ítaca escucha la canción /… (y) canta en el silencio / El silencio es su hogar. (127).[7]
Invierno, 2019
Nueva York
Tigre, de Miguel Elías
El poeta y ensayista David Cortés Cabán
[1] Tomislav Marijan Bilosnič, El tigre, Salamanca, Trilce ediciones, 2017. Traducción y notas de Zeljka Lovrencic. Prólogo de A. P. Alencart y pinturas de Miguel Elías.
[2] El Río Manu se localiza al sur del Perú y recorrer todo el territorio de la región de Madre de Dios. El Parque Nacional de Manu fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad de la Reserva de la Biosfera, en el año 1977.
[3] Atsushi Nakajima, “La luna sobre la montaña”, en El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre. Madrid, Hermila Editores, SL., 2017. Kindle Edition.
[4] Jorge Luis Borges, Poesia completa, New York, Vintage Español, Random House, Inc., 2012. Uno de los libros de esta antología se llama El oro de los tigres, publicado en 1977. Me refiero aquí al poema que con el mismo nombre aparece en la página 380.
[5] El libro está compuesto de seis secciones que forman un solo bloque, de manera que la transición de un apartado a otro fluya libremente sin interferencias que impidan ver con claridad cómo se desarrollan y se relacionan los textos.
[6] Jorge Luis Borges, Inquisiciones y Otras inquisiciones, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, S.A., 2011, p. 161.
[7] Las palabras entre paréntesis son mías.
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