La poeta Sara Harb
Crear en Salamanca se complace en publicar nueve poemas inéditos de Sara Harb, nacida en Barranquilla y primera generación en Colombia de inmigrantes libaneses. Poeta, escritora, cineasta y guionista, residente en Almería, España. De nacionalidad colombiana y francesa. Publicaciones: Travesías del Sueño, (poemas) El Relojero de Ginebra, (cuentos). Cambio de Rumbo, cuentos. Inéditos: Perfume de Gardenias (novela), La Piel de Ángela, (novela), 2 poemarios La Transparencia del Arroz, Lo que resta. Ha participado en varias antologías poéticas editadas en España. Realizaciones audiovisuales: ¡Amrika,Amrika!,(largometraje documental), Ensalmo (ficción), Rrom Caribe, (documental), Tiempo de Brisas, Tiempo de Carnaval, entre otros. (Youtube). Largometrajes y cortometrajes: Gitana, Salwa, La Turca, Perfume de Gardenias, La Piedra del destino, La piel de Ángela, Aquí es. Ingeniero industrial, Máster en Business Administration (Universidad Católica de Lovaina, Bélgica); Cineasta con preparación en Estados Unidos, Cuba y España. Máster en guion de Cine y Tv, Universidad Carlos III, Madrid, España. Políglota castellano, inglés, francés e italiano. Ha sido directora de la Cinemateca del Caribe, en Colombia; docente en las cátedras de guion de corto y largometraje, en la Universidad del Norte, Colombia. Pertenece a la comunidad Poetas del Sur, capítulo de Almería.
Estos textos forman parte de los poemarios inéditos ‘Lo que resta’ y ‘Transparencia del arroz’.
Pensativa, de Miguel Elías
UNA MUJER COMO UNA ESTATUA
Una estatua de mujer
en la mitad de la plaza
desnuda con un hueco en el costado
por donde se escapan
palabras de amor.
Bañada por la lluvia
ha sido todo,
la novia del viento.
Un hombre atraído por la divinidad,
ansioso, enamorado,
besa uno de los pezones.
Hasta la extenuación,
evita la fuga de la esencia,
amorosa, insostenible.
Ha parado la lluvia.
Huele a hierba mojada
de un camino abierto.
Por ahí se vuelve.
PETICIÓN
Que el azar me
conjugue con piedad.
Se abra para mí
en el vacío
el destello de una nova.
Aunque fugaz se encienda,
ilumine el pozo en el que he caído.
Sea para mí la cuerda del aljibe
y el cántaro de agua,
no la dura roca valiente que resiste
el clamor de la marea.
EL PALPITAR DE LA TARDE
Ritmo leve,
cadencia del azar.
Pez abisal que se hunde
en la espesura de la ausencia,
fosa oceánica de cortantes aristas,
manecillas de reloj en sentido inverso.
Su andar es contradicción.
Más sencillo el indescifrable misterio
de esa entraña sombría,
de inmensa hondura,
en dirección distinta a los visos de esta suerte.
A CAMPO TRAVIESA
El tiempo presagia, indica, propone.
Las espigas se mueven suavemente.
Me detienen,
vuelvo la cabeza para mirarte,
para no olvidar tus ojos que todavía me siguen.
Dicen lo que tu voz no indica:
Que me quede, que me quede.
Ahora el viento es un personaje.
Sopla cerca de ti.
Me deja por fuera,
con un arpegio se interpone.
El sueño del refugiado, de Miguel Elías
TIERRA NUEVA
Fuimos felices por un instante.
Corríamos como corderos alegres
por los pasillos de la casa.
Volábamos entre los árboles
cargados de frutos.
A pesar de no saber bien
dónde estábamos,
sonreíamos de conjunto,
de clan.
Alegría contra la que nada podía la adversidad.
Mientras, la voz de Omm Khalthoum
nos decía que entre la luna y el sol iba el amor,
y que las mil noches más una
serían el tiempo para esperar la promesa.
De la cocina salía la esencia de nuestra tierra
en platillos desconocidos para el resto,
y en comunión, los comíamos
reafirmando nuestra sangre antigua,
incomprendida y guerrera.
No pudo la luz del Caribe
descifrar la verdad que decíamos
con nuestros ojos.
Ese alfabeto sin letras
que nos leíamos para asegurar
que no habíamos llegado para quedarnos.
Lejos ahora,
con pies que solo conocen el camino,
en un mundo que no tiene lugar
para el uno, ni para el otro,
recuerdo esa pompa de jabón
que sostuvimos con nuestro aliento,
hasta que en el aire se deshizo.
El poeta, de Miguel Elías
PRIVILEGIO DE POETA
Si el amor es falsa consigna,
si lo que encontré me abandonó,
esta carta que muchas veces escribí
terminará rota, como rota voy.
Pedazos de esta existencia no paren
nada digno de asombro.
Me acompaña una fragilidad inoportuna.
No se concreta mi historia en poema ejemplar.
Reveses de fortuna no vi venir, se asentaron aquí.
Cómo remendar esa idea falaz.
Voy desnuda.
Me he faltado, no sé urdir el presente.
Ante mis ojos atónitos, agarrado al vientre,
un miedo atraviesa mis vísceras.
¿A dónde ir?
He llegado a la punta del risco,
sin valor para tirarme.
Todavía acompaña los furtivos segundos
un falso sentimiento de logro.
Es cierto, voy a morir.
No sé cómo.
Tiempo absurdo,
de batallas insignificantes,
mayores a mi inicuo poder.
Todo se opone,
grita llanto,
muerte,
soledad,
inquietud,
escasez,
asombro.
Cómo volver.
Dónde ese brío sucumbió.
No me abandones, ahora que no has vuelto.
Ahora que no has llegado.
Ahora que no nos conocemos.
Ahora que no nos despreciamos.
Te abrazo sin tocarte.
Sí y no a la vez.
Es el mundo del inspirado.
Es estar fuera del centro.
Es ese dios,
a veces traidor,
a veces imposible.
Es la mirada que huye.
Es la mano que intenta.
Son preguntas.
El mundo de la razón.
El vacío del ser.
Es un estado oscuro.
Solo es posible la palabra.
Me adentro en el misterio.
QUÉ HACER
Qué hacer con estos alhelíes
encargados de recoger el día,
si para entregarlos
no alcanzan las manos mías.
Tampoco el viento puede,
se lleva el aroma.
Cuando quiera llegar
se habrá disuelto en la tarde.
Cerraré los ojos.
Te comeré la boca a besos.
elixir perfumado,
licor que no conocía.
Distraída en tu aliento,
el sol en terquedad serena
abrirá el día.
Ángel, pintura de Miguel Elías
OCTOSÍLABOS PARA TEMPERAR EL ESPÍRITU
El año de la esperanza
se lo llevaba la marcha
confundida del asombro
en suaves brazos de viento.
Volver a esa calle, luna
de sonido luminoso,
nostálgico, delicado,
de un eco estremecedor.
De risas y de alegrías,
un latido, percusión,
todo vibrando feliz,
se toma mi corazón
Hoy me salta victoriosa
aquella hermosa visión.
Desde un refugio dorado,
la memoria lo concede.
GAZA
Suelta un alarido, rugido de injusticia,
de crimen cruel, despiadado.
Ignoradas las revelaciones divinas,
destruidas las obras de los dioses,
tachadas las verdades del universo,
borrados los registros, las constancias,
caerá Házatu.
Todo muere.
Los sueños, la razón, lo justo.
Llanto y miseria galopan las calles.
Allah no nos ha salvado.
Tiempos de paroxismo,
sin mérito ni esplendor.
Sin piedad se arranca lo vivo,
se ahoga en turbulentas aguas.
En un pascón se cuela el ensueño,
la idea, la armonía.
La mirada atónita de inocentes
se las traga el fuego.
Vidas truncadas, violencia, desolación.
Se amargan las almendras,
se enrancian los olivos,
se pudre el agua.
¿Dónde está aquel pozo?
Ese que con detalle nombraban los libros.
Ese de luces cósmicas, de esperanzas.
De cada rincón saldría el arte,
sin odio, ni sombra de tirano.
Sería un poema la vida, dijeron.
Si alguno todavía creyera
que el hombre ha aprendido algo,
que levante la voz y diga
yo estoy aquí, yo sé.
En vez, un silencio inicuo bajará del cielo,
arrancará nuestras almas,
sin cánticos de amor.
En la danza del tiempo y su misterio,
tendrá su lugar la humanidad.
En el mar vasto de la historia,
esta peste será nada.
Encontrarán sentido miradas limpias,
nuevos dictadores quebrarán esa fe.
Otra vez será el arte estrella fugaz en noche oscura.
Será guía en la ceguera profunda de aquel pozo
en el que a buscar razón de ser volveremos.
Canto a la humanidad que resuena
en el fondo del tiempo eterno.
Busco la mañana donde la paz y la justicia sean una voz.
Ah! si fuera el amor!
No aspiro a tanto.
Grito, dibujo de Miguel Elías
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