“Crear en Salamanca” se precia en difundir tres poemas del poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, acompañados con pinturas y grabados del destacado artista cubano-español Luis Cabrera Hernández. Los mismos han sido seleccionados del libro “Hombres trabajando”, que en 2007 les publicara (UGT Castilla y León. Ese libro pasó casi desapercibido, pero casi de inmediato se volvió referencia para estos temas, debido a la crisis económica que asoló España. Ahora, con la debacle que se avecina por el Covid 19, el mismo merecerá nuevas y diferentes relecturas.
Transcribimos, en primer lugar, las tres citas iniciales del libro:
He aquí, clama el jornal de los obreros
que han cosechado vuestras tierras,
el cual por engaño no les ha sido
pagado por vosotros.
SANTIAGO 5. 4
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo
aquel jornal al precio de la sangre cobrado
con yugos en el ala, con golpes en el lomo.
MIGUEL HERNÁNDEZ
Cuando la equidad
esté en el corazón de todos,
entonces el trabajo del hombre
levantará un nuevo paraíso.
ALFREDO PÉREZ ALENCART
Luego un fragmento del pórtico firmado por Alencart:
“No pretendo ser poeta puro, si ello implica esquivar el drama de los otros. Pureza también es sentir las turbaciones que hacen temblar al hombre o el trato avariento que desiguala a la mujer. Vicisitudes hay -hubieron y habrán- en el largo tránsito del trabajo humano, generador de un caudal de éxodos y legislaciones: corresponde al poeta condensar tales voces enmudecidas y -alejándolas del panfleto- ponerlas en órbita precisa, sin prestar atención a modas que buscan imponer quienes se saben alfeñiques en esto de decir las palabras justas, rehuyendo del compromiso elemental de la propia poesía: ser bálsamo para resucitar sin muerte”.
TRÍPTICO POR EL DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO
HERMANO, AMIGO QUE TRABAJAS…
YENDO a lo nuestro,
acercándonos a las cerillas
que al crepúsculo
alumbran los rostros, te diré
que debes aprender a recibir los días
con todas sus esquirlas,
a que pueden volver
veranos oscuros,
languideces,
grilletes…
Hermano, amigo
que trabajas esquivando
menosprecios y bofetadas, yendo
a lo nuestro te diré
cómo el vivir se resbala
tan obstinadamente
de espaldas
a la imaginación, cómo
la tropa de jabalís enseña
sus babeados colmillos
mortales.
Los códigos
consultados a tiempo
sirven para exorcizar.
¿Renunciar?
¿Por qué renunciar?
La tarea no acaba jamás,
pues quedas en el mientrastanto
de voluntades atmosféricas
fastidiándote ex profeso.
Hermano mío y de mi esperanza,
amigo que apartas moscas
del estercolero, ¿quién sentenció
que se acabaron los conflictos?,
¿quién metió en tu cabeza
que ya no pisan la cerviz?
Debes saber que todavía
arrástranse los depredadores,
que aún sobrevuelan insaciables buitres
esperando tironear tu estómago
con su pico.
Amigo que trabajas:
bajo este sol
no quiero que tiembles;
no quiero que pidas misericordias
bajo esta cruz de azúcar.
Felicita a quien contrate
de buena ley, a quien sea generoso
si su negocio sube como
la espuma, a quien no gira su cuerpo
cuando tú pasas sudando
cargas.
Ya escucharás el clarín
que despierte a los desalentados
y haga un coágulo al que, ufano,
cante su contabilidad mafiosa.
Hermano, amigo que trabajas
tan honrado, yendo a lo nuestro
te diré que no basta
el aguacero legislativo, pero sí
el olfato, pero
sí el acento en la letra “o”
o la comunión con el compañero
que intuye
socavones esclavizantes.
Levántase un estatuto de justicia
para estos días mayúsculos,
legañosos,
ásperos,
fríos.
LAS LÍNEAS DE LA INMIGRACIÓN
EL mundo
que está en tu mano
dice: hay alternativas,
éste no es el fin.
Pero, ¿dónde ir
bajo los crepúsculos?,
¿cuántas mañanas
quemará el viaje?
Sin cesar el hombre
emprende travesías.
¿Cuál será el sitio
de la seguridad?
Todo paso es una gesta
sobre el filo de la ilusión.
Cubierta de ‘Hombres trabajando’ (2007)
BENDITA FAENA
BENDITA faena esta
de practicar la vieja costumbre
de arrimar el hombro
por el hombre, de pedir
que prevalezca
su dignidad, de agrietar
falsos pedestales
con la voz gastada
por la vida.
Bendito este trabajo
de oficina que da
para comer.
Bendita esta poesía
cuya llovizna da
para vivir.
Cada quien con su faena
y con los labios
abiertos, para que nadie
devore
a
nadie.
Luis Cabrera, José Amador Martín y Alfredo Pérez Alencart (foto de Jacqueline Alencar)
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