La poeta Aimée G. Bolaños
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar, a modo de anticipo, una muestra de poemas que próximamente editara en libro Aimée G. Bolaños (Cuba-Brasil). Ensayista y poeta. Profesora del programa de posgraduación en Letras de la Universidade Federal do Rio Grande, Brasil. Profesora adjunta de la Universidad de Ottawa, Canadá. Libros de ensayo recientes: Pensar la narrativa (2002); Poesía insular de signo Infinito (2008), Oficio de lectora (2017). Ha participado con ensayos en los libros: Historia de la literatura cubana (2002), Dicionário de Figuras e Mitos Literários das Américas (2007), Dicionário das mobilidades culturais: percursos americanos (2010), Diálogos com Paul Ricoeur (2017), Literatura do íntimo (2017), Entre islas: estudios sobre escritoras cubanas de Nueva York (2018). En coautoría: Vozes Negras das Américas: diálogos contemporâneos (2012) y Ficções da história: reescrituras latino-americanas (2013). Ficción: El Libro de Maat (2002), Las Otras (Antología mínima del Silencio (2004), Las palabras viajeras (2010), Escribas (2013), Visiones de mujer con alas (2016), El juego de los trigramas (en proceso de edición).
CALIGRAFÍAS DE MIGUEL ELÍAS
Caligrafía Shodō sobre lienzo impreso 100 x 100 cm. Tinta japonesa negra metalizada, de Miguel Elías
TRIGRAMAS
El regreso a la raíz se llama quietud.
Quietud se llama retornar a vivir.
Retornar a vivir se llama constancia.
Tao te Ching
La incierta verdad
abre la puerta celeste.
Voy a mi encuentro.
Oquedad de los espejos
soy todas las que no fui
en una transfigurada.
Navegar adormecida
entre las tres orillas
Ofelia sabe.
Origen final de todo viaje
la isla infinita espera
anclada en mar abismático.
En la armonía perfecta
de las notas de la fuga
la viajera se detiene.
A camino del origen
los viajes tienen regreso.
Solo el viajero no vuelve.
Con sereno paso
ir es dulce regreso
a lo desconocido.
Intentando el vuelo
la imagen crea
sus imposibles alas.
Aprendo a no dejar
pisadas ni rastros.
Alada es la viajera.
En la tierra memoriosa
eterno se levanta
el templo del dios Olvido.
Nunca desees mi vuelta.
De los ríos de la muerte
escogí el compasivo Leteo.
Desasida del nombre
en el umbral de la muerte
oficio cada renacer.
Avanzo de espalda
entre vendaval y grietas
hacia el fugitivo centro.
Fuera del tiempo
hecha ya soplo
del ser ingrávido.
Cerrada la herida
desatado el nudo
a ciegas con mi luz
Ante ti en éxtasis
soy esa mujer con alas
seducida por tu abismo.
Los cuerpos espirituales
amorosos se unen:
Eros fulgura.
Quién me diera la visión
desde el punto ciego
de la vida.
Nada sé ni me posee.
Exiliada en el aire
bordeo el halo de luz.
En transparencia.
En la sombra sutil.
En la luz más pura.
Para erguirme me curvo.
Para recobrarme me aniquilo.
Para recrearme vuelvo al caos.
El primer paso es infinito.
El punto de partida está al final.
El fin es viaje inacabado.
Cuando creía tener nada tuve.
Cuando perdí me hallé sin límites.
Cuando partí quedé en la huella.
Quien nombra pierde la esencia.
Quien deja de amar pierde su luz.
Quien se iguala a su pérdida pierde el camino.
(Del libro El juego de los trigramas,
en proceso de edición)
Otra imagen de Aimée G. Bolaños
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