La poeta y traductora búlgara Violeta Boncheva
Crear en Salamanca se congratula por publicar estos tres poemas inéditos de Violeta Boncheva, poeta, narradora e hispanista búlgara. Ella vive en su ciudad de nacimiento, Stara Zagora y desde allí ha versionado la poesía de Pedro Salinas y A. P. Alencart, entre otros. Boncheva es miembro de la Unión de los Escritores Búlgaros y embajadora de Bulgaria del movimiento Poetas del Mundo, y ha publicado cinco libros de poesía y tres de prosa. Una parte de su obra está traducida al español, francés, catalán, sueco, inglés, alemán, etc., y publicada en México, Francia, España, Suecia, Argentina, Chile…
Estos poemas, escritos originalmente en búlgaro, han sido traducidos al castellano por la propia autora.
Foto de José Amador Martín
EL PAN ES TODO
y no todo es el pan
sin el agua
que muele el grano en polvo,
sin el aire
que las ramas verdes mueve
y arranca al árbol
de sus raíces
y se encamina
sin miedo.
El pan es aquello,
lo que nos da fuerza
pero,
¿qué es la fuerza
sin el cariño de la flor,
sin aquella lluvia inesperada
que viene y se va
sin decirnos
cuándo regresará
algún día? No dice nada.
¿Qué es el pan
sin rachas de la luz de arriba,
sin manojos de palabras,
brotadas en un momento profundo,
sin sentimientos
planteados en ti,
los que hacen la vida más razonable
y más absoluto en el mundo?
El pan es todo,
cuanto alrededor de él
huele a vapor caliente
y algo bueno florece en tu alma
y resucita más sagrada, clarificada tu fe
por Navidad.
Foto de José Amador Martín
Foto de José Amador Martín
NO VINO MI NIEVE,
mi nieve vertiginosa no vino.
Se quedó lejos,
lejos de mí se quedó,
pero cierro los ojos
y sus orillas violadas
de nuevo llenan mi ser de espuma tierna
y de plata.
De nuevo respiro mi espacio infantil
y limpio
y delante de mí
horizontes lejanos se abren
y todo el mundo como si fuera
un arrebato
levantando las alas suyas potentes
encima del universo.
Y todo el mundo
es como palmera caliente
de mi mamá,
es como la canción lenta de mi papá
desaparecido,
las plumas de hielo
sobre los cristales de la ventana
y un hombre de nieve
que dejé allí, tan divertido
por un arroyo azul de hermosura
en el cielo alto.
Me quedaré mucho tiempo,
mucho tiempo vagaré aquí,
hasta alcanzar algunos diferentes universos,
hasta encontrar en una forma nueva
y en un sonido nuevo la alegría,
aquel amor universal
nacido en mis venas,
hasta alcanzar la Vía Láctea,
la que la vida de todos nosotros cruza,
hasta que pase los límites
y atraviese más allá,
hasta que me regrese como un copo de nieve,
lo que te llenará los ojos
de lágrimas santas.
Foto de José Amador Martín
Foto de José Amador Martín
¿QUIÉNES SOMOS?
¿Quién soy yo?
y tú ¿quién eres?
Preguntan las sombras de la ciudad –
no nos conocen,
no nos habían visto hace mucho tiempo
juntos,
mano a mano, hombro a hombro.
No nos habían visto muchos años
contando las hojas,
dispersadas por el viento,
menos sostener las paredes
de cualquier esquina,
escondidos.
Nosotros caminamos bajo acacias,
como sin meta dirigidos,
sin contar las horas,
sin pensar
que el amanecer se acerca,
que la luna cansada y amarilla
se va a esconder
en las entrañas azules
del día y después
saldrá del agua
totalmente simple y blanca…
Ahora tragamos el zumo
del aire nocturno,
los hombros nuestros se rozan a veces
y ¿cuánto le cuesta a un humano
ser feliz?
Pensamos:
tal vez una noche de lumbreras,
desparramados en la inmensidad,
una ciudad festiva,
el nombre del cual
con mucho amor deletreo
y alguien que camina a tu lado
y no necesita decirte
que te ama.
Foto de José Amador Martín
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.