Manuel Quiroga Clérigo

 

Crear en Salamanca tiene a bien difundir esta reseña. Tras un receso desde que viera la luz VOLVER A GUANAJUATO, y algo menos desde PRIMAVERA TAN BREVE, Ediciones Vitruvio publica en un solo tomo dos poemarios de Manuel Quiroga Clérigo, producto de sendos viajes a Cuba y México. Reproducimos aquí el prólogo a ISLA de la escritora argentina Alicia Grinbank, a fin de dar cuenta de esta nueva incursión poética del sociólogo y poeta español.

 

 

 

 

 

         EDICIONES VITRUVIO PUBLICA EL LIBRO DE VERSOS

        “ISLA/PAÍS DE COLIBRÍES”, MADRID, 2017, 178 PÁGS.

   “ISLA”: OLOR A VIDA

 

En este libro,  testimonio y legado,  podemos “escuchar” la voz del poeta quien, con la magia del “Había una vez” desgrana poemas para una niña Claudia, –persona nueva, corazón reciente- que ha irrumpido en el mes mayo de manera festiva. Poemas como cuentos  que evocan  una tierra exótica: Cuba, isla y fortaleza.

 

¿Qué mirada ofrece el poeta a Claudia niña de ojos recién amanecidos?  En bellos versos extendidos y susurrantes Manuel Quiroga Clérigo le brinda  algo más que  una visión embriagada de palmeras, de sones y de mares.  En uno de sus versos dirá   “…hay un olor a vida que llega desde el mar….”  ¿Y qué es la vida sino aquella conjunción de lo bello y lo triste: sortilegios de aguas encantadas, flores,  montes, girasoles,  playas  y también  noche cerrada y oscura,  agobio de rostros, casas decrépitas, precariedades. Cuba todo contraste, claroscuro, tornasol.

 

Este viajero juglar, evocando instante tras instante a la niña: Tú eres la rosa, Claudia, recorrerá la isla en toda su extensión: desde el hechizo de La Habana  -calles empedradas, antiguo señorío; campanas arracimadas en la puerta de las iglesias, luz de los patios- hasta los pequeños pueblos de trabajadores (Holguín- Viñales, Matanzas) Allí, haciendo dignas labores en el regocijo de la naturaleza están esos hombres que Van a sus mundos tristes o vienen de las playas recorriendo las tardes o las sendas honrosas.

 

La Habana

 

 

Hay en este libro una presencia dual que quizás condense como toda buena metáfora o imagen lo hace, la luz y la sombra, el anverso y reverso del tejido; son las hadas quienes, desde el título del poemario ISLA, inauguran el multifacético periplo del poeta. “Había una vez” así comienzan  aquellos cuentos de la infancia y en ellos las hadas son, muchas veces, sus protagonistas. Connotadas de magia y bondad, de belleza y milagro persisten así en este libro: …con finísimos radares de seda transparente su alimento es rocío y humedades frágiles.  …Ellas son, niña Claudia, la protección perfecta…

 

 Pero hay otras hadas le dice a su querida, infinita Claudia. …En el pobre submundo de tanta carestía hay otras hadas… Son las hadas más frágiles de un paraíso torpe… 

 

Pregunto ¿sólo de cuba habla, canta, narra este juglar? tal vez sea esa isla poblada de hadas blancas y de hadas negras, más que visión de un territorio, una visión del mundo: él sabe que escasos paraísos van quedando en la tierra; y va…llorando en silencio por todas las personas  que carecen aún de cosas necesarias...

 

 Anhela entonces para su pequeña musa los espacios abiertos de la hermosa esperanza…y  un mundo más humano. Quiere para el candor de su almohada  sueños que se cumplan y promesas que no naufraguen. 

 

Leer y Viajar con  este libro;  dejarse acunar por los paisajes, apreciar la dignidad de un pueblo  y unir nuestra voz a un hombre que pide para la pequeña Claudia, como pedimos todos para los de joven corazón,  un mundo más humano.

 

Celebro la distinción que el poeta me ha hecho pidiéndome este prólogo: adentrarme en este libro fue una inmersión en la esperanza de que la palabra puede aún derramar su benéfico don.    

 

 Alicia Grinbank