El poeta y periodista Eloy Jáuregui
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar estos nuevos poemas de Eloy Jáuregui (Lima Perú. 1959). Escritor, poeta y periodista. Es licenciado en Lingüística por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es un reconocido cronista de culturas urbanas. Tiene una veinte de libros sobre historia y música. Fue profesor de la Universidad de Lima hasta 2013. Ha publicado en poesía Maestranza (1977), Profundo vello (2010) y Crema carnal (2015). Figura en diferentes antologías de poesía en el Perú, México y España.
Bodegón de Celso Trufel
ROCÍO DE ROCOTOS Y UN AJÍ LIMO
En la espesura de su talle
me pierdo enamorado
esculpiendo una efigie de memoria.
Su mirada es tan límpida
que observo el boscaje
más allá del cielo de sus ojos.
Sus muslos cual dunas sin sosiego
su vientre es cálido porque caliente es su celo
Cuando toco su botón y capullo
noto que en breve detonará mi juicio.
La vez que se recuesta y mira el cielo
es preferible un silencio de estruendos
y un salmo entre sus pliegues.
Como danza antes de ser poseída
escarchas de sudor platean su desnudez
y sometida gimotea conmovida
Apostado así entre sus piernas
intento hacerme eterno y
un ciclón de sus caderas me derrotan.
ESTUDIO DE LA MANZANA A MEDIANOCHE
De todas las frutas remordí hasta la más áspera
las de pieles esplendidas y carnes insípidas olvidables.
desdeñé pulpas insulsas mientras tejía que llegabas,
médulas sin historia, meollos sin escrúpulos sus texturas.
De todas atendía más, un extracto de demencia, un sollozo,
a las cetrinas con rezos, a las aleonadas agrias con ternura.
De todas las frutas ninguna me hizo feliz y adicto anhelando
ni en la mesa de mi niñez ni en el lecho de mis desayunos
y sobre el mantel solo el zumo de los olvidos ad portas.
Y eres pulpa reluciente, y llegas por la tarde, encarnada
fruta de luz, perpetuidad de mi agonía, navío del verbo.
Cada hombre besa la piel antes de su olvido glorioso
y el bodegón de geometría desaborida luce hoy tu destello
tez del apetito escudado, pepita trémula de mi estertor
manzana del resplandor si comprendieras como serlo.
Paul Cézanne – Bodegón con botella y cebolla
VELLOS DE LA CEBOLLA YERMA
A dentelladas olvidé tu tersura y ante
su entraña solo lamí su botón sin cáscaras
la esmaltada lágrima descorriendo tus fuelles
el rancio de su sabor, la sal de su arrechura.
Penetré en su semilla, horadando sus lomos
y ese dardo detenido desde hace un lustro
al fin toca la médula de sus leches destiladas.
De la jauría en sus dunas doy fe con mis dedos
de la matriz de tu gozo, los anillos rasgados
y un puñal de aromas desgarra la yema fúlgida.
Absoluta redondez húmeda y brillante
ahora muerdo su sol aromoso y lloro
hoy eterno atenazado a tus cielos.
MUSLOS DE UNA TUNA BERMEJA
Yo te ostento siempre con tu vacío mientras te saboreo
bebo del consumo de tu talle como una espina de vino
y no puedo ser tu posible en vano erguido vanidoso fatuo.
Y son esas bragas de bocado sustancioso que lacero
delirando mientras te leo y mastico ajado de olvidos
mi sustancia que trituro cual espejismo de tus aromas.
Miel de tu silueta que se pierde en la niebla de tus hebras
el artificio memorioso que guarda todos los líquidos
de tu médula y tus ancas resplandeciente de asfixias
eternizado tatuado a tu carne sangrante de espasmos
toco y refriego mi alabarda en tu entraña de abandonos.
GUABA EN AYUNAS MÁS EL DESIERTO
Resbalo mis anulares en tus colinas que son las perlas
que hallé debajo de tus ropas inundadas de escarcha
en los abismos de mi desvarío que cincela tus muslos
bañados del néctar dócil que expele la vigorosa
curvatura de tus grupas que relinchan vencidas
cuando ingreso a la oquedad de tu puro secreto
acuoso luego de travesear desde tu dorso en medio
de los más tiernos alborotos de la súplica en los
himnos celestiales de la polución gloriosa que tu
entraña traza imperecedera ese poema en mi
leño que perpetúa solo el puro ardor del desprecio.
Limones, obra de octavio Urbina Álvarez
LIMÓN EN UN CANASTO DE AHOGOS
Trajino el sendero entre la espesura de tus sofocos
lento cruzo las sombras de las viñas que cobijan el arrebato
de tus carnes, y me encallo en el vórtice de tus líquidos
capitán de tu delirio, abrazo tu lomo quieto y desbordo
la desembocadura de niña, esa gaviota que me sueña
dentro tuyo incontinente, íntimo de tu matriz, enamorado
siempre tu sombra, prendado del origen de la sustancia
que nos acopla, pausados ardientes de tus apariciones
solo dos cuerpos y la tinta escrita entre las sábanas.
PALLAR HÚMEDO DEL BOTÓN
Si te hubiera conocido después
Una gota de agua sería una lluvia
De estrellas en mi cuerpo filudo
Como la uva cuando está esmaltada
O como el olvido cuando es memoria.
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