SERGIO RAMÍREZ: “LA LITERATURA ES FRUTO DE DOS FACTORES. RIGOR Y PASIÓN”. ENTREVISTA DE MANUEL QUIROGA CLÉRIGO

 

 

1 El escritor Sergio Ramírez

El escritor Sergio Ramírez

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta entrevista realizada en 1998 a Sergio Ramírez por Manuel Quiroga Clérigo. La concesión del Premio Cervantes de Literatura 2017 al nicaragüense nos permite ofrecer la conversación mantenida en Guanajuato. Después, el madrileño tuvo otros diálogos con Ramírez, bien en la ciudad de Managua, en Barcelona o en Madrid. Quiroga Clérigo (Madrid, 1945), es Doctor en Ciencias Políticas y Sociología con una tesis titulada La crítica literaria como fenómeno sociológico. Narrador, autor de teatro, crítico literario y periodista de la cultura, ha centrado su actividad en la labor poética y sus versos figuran en diversas antologías, revistas y trabajos colectivos, habiendo editado hasta la fecha dieciocho libros de poesía, entre los que están  Homenaje a Neruda(1973);  Fuimos pájaros rotos (1980); Vigía (1997); De Morelia callada (1997); Los jardines latinos(1998); Versos de amanecer y acabamiento (1998); Íntima frontera (1999); Desolaciones tardías. Aristas de Cobre (2000); Las batallas de octubre (2002); Mudo mudo (la aventura de Manila),  (2004); Leve historia sin trenes (2006); Crónica de aves. El viaje a Chile (2007); Páginas de un diario (2010) o Volver a Guanajuato (2012). Actualmente es secretario general de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE).

 

2 Sergio Ramirez -y Manuel Quiroga, durante la entrevista

Sergio Ramirez y Manuel Quiroga, durante la entrevista

 

CONVERSACIÓN EN GUANAJUATO CON EL AUTOR

DE “MARGARITA, ESTÁ LINDA LA MAR”,

I PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA.

 

 

Nacido en Masatepe en 1942, Sergio Ramírez estudió Derecho, siendo dirigente estudiantil de la lucha antisomocista en Nicaragua, al tiempo que era Secretario General de la Confederación de Universidades Centroamericanas en 1968 y fundador en Costa Rica de la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) . En 1975 se integró en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, encabezando en 1977 el llamado Grupo de los Doce de oposición a la dictadura de Anastasio Somoza, participando activamente en la lucha para derrocar al Dictador. En 1979 integró la Junta de Gobierno  y, en 1984,  fue electo Vicepresidente de la República en el Gobierno que venció en la Revolución, siendo después diputado nacional e incluso candidato presidencial en 1996. Pero lo más importante de su carrera es su dedicación a la literatura. Él confiesa que entre los años  1973 y 1975 disfrutó de una beca de creación en Berlín, ciudad a la se trasladó con su familia y que uno de sus hijos le interpelaba con frecuencia y con extrañeza, al verle siempre en casa, acerca de su profesión. Ramírez le explicaba en qué consistía su trabajo, pero el niño no comprendía que eso pudiera ser un trabajo e incluso buscó un trabajo para su padre en una tienda de  confección para hombres, cuya ocupación sería la de vender camisas y otras prendas masculinas. En 1983 vio la luz su novela “¿Te dio miedo la sangre?”, publicada por Argos Vergara en su Biblioteca del Fenice. Es esta una obra escrita a partir de la sangrienta lucha que entablaron los sandinistas contra el régimen de Somoza, dictadura bárbara y cruel que dejó al país sumido en una pobreza de la que aún no se ha recuperado. En 1988 publica “Castigo divino” y en 1995 edita “Baile de máscaras”, además de otros títulos de interés como “Fin de fiesta”. Ramírez descubre la forma de vida de  un grupo guerrillero y habla de la historia de un país, en el que es fácil identificar a Nicaragua, denuncia la forma dictatorial de gobierno y deja datos de interés para comprender por qué un pueblo es capaz de sublevarse ante quienes criminalmente juegan con sus vidas. Sergio Ramírez ha dicho que “Miguel de Cervantes se escuda en Don Quijote para continuamente hablar de sí mismo”. Tal vez esta sea le forma de expresarse de ciertos novelistas y, en ella, estaría la base para algunas obras de ficción que, para un sociólogo, serían la más viva expresión de los actos y de las conductos del hombre como ser social. Pero Ramírez, asistente al X Coloquio Internacional Cervantino de Guanajuato, México, que se sigue celebrando con el patronazgo del cervantista santanderino Eulalio Ferrer, ha sido noticia reciente y lo seguirá siendo. Sergio Ramírez es un hombre de letras, viajero por el mundo y con frecuencia huésped de España. La noticia reciente ha sido la concesión del I Premio Alfaguara de Novela con su obra “Margarita está linda la mar”, galardón compartido exaequo con el escritor cubano Eliseo Alberto Diego, autor de la novela “Caracol beach”.  En Guanajuato conversamos con este autor y político nicaragüense.

 

 

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-Hace unos días recibí en Nueva York la noticia de la concesión del I Premio Alfaguara de Novela a “Margarita, está linda la mar”. Enhorabuena por este galardón pero, al coincidir en este interesante X Coloquio Cervantino Internacional en Guanajuato, me parecía obligado conversar con su autor y tratar de temas más amplios. En primer lugar el interrogante sería pedirte la definición, por parte de un escritor nicaragüense, de la literatura en general y de la novela más en particular.

 

A mi entender, desde la fundación que hace Miguel de Cervantes en “Don Quijote de la Mancha”, la novela es un intento continuado de recrear la vida. Eso es lo que da a la novela esa vitalidad que aún no ha perdido algunos siglos después. Pero además es que la novela, como tal, se halla sometida a una constante renovación de la lengua española. Y me refiero tanto en el ámbito de España como en los países de América que tienen esa lengua como propia.

 

-Y frente a otras lenguas, frente a otras literaturas, ¿tiene la nuestra la misma o más pujanza que las demás, sobra todo de aquellos donde la novela tiene un mercado y unos lectores?

 

Yo estoy convencido que sí, que la lengua española atraviesa un buen momento.  Me parece, por ejemplo, que el inglés tiene su fortaleza propia. Esa fortaleza es la de la tecnología, del comercio, de los intercambios financieros y económicos. Por ello el inglés tiene una buena vitalidad en general. Pero el español tiene la particular pujanza que le da el hecho singular de que se va abriendo paso en todos los países en que se habla. Y en el caso de América se va abriendo paso, cada día más y por diferentes motivos no todos literarios, hacia el norte, hacia los Estados Unidos. Clava su pica en la gente que lo habla, la cual lo está innovando de continuo. Hoy en día se habla en los Estados Unidos un español imbuido, o teñido, de términos en inglés pero con raíces y formas propias. Al fin y al cabo los idiomas son expresión de la vida. A mí me parece que en el siglo XXI el español será una de las grandes lenguas del mundo.

 

-¿Quién hace más por los idiomas, por el español en concreto, los escritores o las instituciones o los políticos, como incluso estamos viendo en este Coloquio con conferenciantes tan interesantes como el expresidente de Colombia Belisario Betancur o el exgobernador de puerto Rico Rafael Hernández Colón?

 

Yo creo que el idioma se hace entre el pueblo y los escritores. Todos participan en ello. Y participan en algo que cambia de continuo, pues cada día se cambia y se renueva y se renueva el idioma. Vemos que lo modifican los locutores de radio, los presentadores y comentaristas de televisión, la gente de la calle, los periodistas. La escritores, sin embargo, son quienes dan un mayor impulso al idioma. El resto de entidades sociales van fijando su actualización y, de esta manera, van asentando el idioma en los diccionarios. El informe que hemos oído en este Coloquio del Catedrático español Eduardo Urbina sobre como El Quijote está pasando al lenguaje cibernético me pareció algo de gran interés, algo impresionantes.

 

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Sergio, ¿hasta qué punto podría ser útil ese acoplamiento del idioma al mundo de las computadoras, como se dice por aquí en México o de la Red como decimos en España, o sea el usar estos medios de la tecnología, los buscadores, etc. para expandir sus reglas y provocar o acelerar esa renovación del idioma de que estamos hablando?

 

Yo creo que las computadores, la informática en general, van a dominar el siglo XXI mucho más de lo que ahora estamos viendo. Y no digamos en siglos venideros. Por lo tanto introducirse en ese tipo de lenguajes, en ese tipo de comunicación, es algo muy importante. El hecho de que el Diccionario de la Real Academia está ya en un CD Rom me parece un salto muy útil para ponerse ya por delante del futuro.

 

-Camilo José Cela dice que no usa el ordenador por si da calambre. ¿Podríamos hablar de figuras concretas, de nombres de escritores, que dignifiquen de una manera concreta el idioma con sus obras, con su trabajo diario o, por el contrario, es cada escritor, el poeta con su mínima estrofa o novelista con sus reflexivas historias, quienes forma parte de ese mundo que hace avanzar la lengua en su conjunto?

 

El idioma español es para mi una entidad muy vasta y muy diversa. Es asombroso que alguien escriba en la Patagonia o en las Islas Canarias en el mismo idioma, o que pueda hacerlo en Texas, o un emigrante mexicano en Chicago en Canadá. Ese idioma está ahí y se me antoja un fenómeno maravilloso.

 

-Los premios literarios, en nuestro caso, ¿dignifican al escritor o no tienen más valor que el puramente crematístico?

 

-Si los premios son merecidos o no es algo que se discutirá siempre., y es inevitable. Creo, más bien, que son hitos que van marcando el reconocimiento que la sociedad hace a sus escritores de una u otra manera.

 

-Pero tal vez podría existir ahí algo así como un anal capaz de difundir la cultura, de hacerla más cercana al resto de quienes comparten el idioma. ¿No sería, por ejemplo, mejor institucionalizar de forma más efectiva otro tipo de ayudas, subvenciones o aportaciones en favor del escritor, canalizándolas de manera que pudiera llegar al mundo editorial gente joven y creativa, sustituyendo a esos galardones inútilmente millonarios que todos conocemos y que, además, se convierte en un espectáculo y un refrendo a los grandes y ya reconocidos autores, llegando a ser un despilfarro en el que medran instituciones, mediocres intermediarios y políticos ignorantes?

 

Yo he encontrado aquí en México, en ciudades como Guadalajara o Guanajuato y en estados más pobres como Quintana Roo, que hay multitud de becas para escritores jóvenes. Eso me parece, efectivamente, algo impresionante. Ya William Faulkner dijo en una ocasión que de una beca nunca salió un buen escritor, pero sin embargo es muy útil que existan talleres, becas y otros apoyos bien repartidos y concedidos a quienes trabajan y son creativos. En México esto se hace mucho y también se hace en otros países de América. Con ello se estará empujando de gran manera la creación literaria.

 

-¿Qué hace en Nicaragua en este sentido?

 

Hoy en Nicaragua la promoción de la cultura no existe. El Estado hace una labor nula en este aspecto. Es algo que está en manos de los bancos.  Los bancos son quienes publican libros, compran cuadros y otras formas de arte, etc. Y eso es así por todo el desembolso que les supone lo aplican a su deducción de impuestos.

 

-O sea, no porque les importe demasiado la cultura de los nicaragüenses y de los creadores. Bueno, vamos a una pregunta delicada o casi tópica. ¿Qué hace un revolucionario, un  político, en el mundo de las letras?. Parece algo así como la emulación del propio Don Quijote.

 

-Sí, pero con una diferencia fundamental. La diferencia es que yo entré en la acción política siendo ya un escritor o literato. La Revolución enriqueció mucho mis ideas literarias. Estando dentro de una revolución, contribuyendo a hacer un cambio el país obtuve interesantes experiencias que me sirvieron para esta etapa posterior.

 

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-Bien, y en esta etapa que se supone de creación y de mayor cercanía al mundo de lo literario, ¿cómo se ve el universo de la literatura un revolucionario que después ha tenido cargos políticos en el gobierno de Nicaragua?

 

He vuelto a la literatura cargo de toda esa experiencia, de los sabores y los sinsabores de la lucha, de los altos y bajos momentos de la existencia. Eso es lo que yo me he traído de nuevo a la literatura. Y debo afirmar que, obviamente, no cambiaría jamás por nada la experiencia de haber vivido una revolución como protagonista directo. También digo que me tocara volver a vivir ese protagonismo lo haría con el mismo entusiasmo.

 

-Sí, pero una revolución trae muertes, desastres, destrucción, a veces todo de forma excesiva.  Pero tal vez sí podemos decir que el escritor que participa en hechos de ese tipo se tiñe de cierta heroicidad, a veces un tanto particular. Podría parecer que  el escritor atiende entonces a una doble consigna, es decir que se ocupa de atender a los espacios de la intelectualidad y el tomar las armas en defensa de unas ideas, de un pueblo. En el caso de Nicaragua se trataba de derrocar a un dictador, algo repugnante, y recuperar las libertades perdidas o avasalladas.

 

Así es en determinados momentos. Uno siempre piensa en esos momentos que también la palabra puede cambiar el mundo, además de que ese cambio se esté intentando con la lucha.

 

Tal vez podríamos seguir las ideas del propio Ernesto Cardenal, cuando da ese énfasis que daba a la literatura junto al que daba a las consignas políticas. Hay una especie de religión que es preciso llevar a los demás para que, a través de ella, también sean protagonistas de un cambio necesario, a veces dolorosamente necesario, para todo el pueblo.

 

-Sí, sí. Esa es la palabra. Hay una religión que es capaz de modificar la historia en un momento dado.

 

Tu intervención en el Coloquio nos ha parecido extraordinaria, sobre todo en aquellos pasajes en que enfrentas al poder con los valores de los ciudadanos. Es cosa de risa ver como la acción de los grandes puede chocar con un mundo de tanta sencillez como el que proclama Sancho Panza. Bueno, ¿qué nos dices de “Margarita, está linda la mar”, la novela premiada, con qué se encontrará el lector cuando la obra llegue a las librerías?

 

Es una novela que recrea la figura de Rubén Darío y, al tiempo, recrea la época final del viejo Somoza, antes de su muerte, precisamente sería la novela que narra esa muerte. Es, también, una novela de personajes pues Rubén Darío es un personaje, el viejo Somoza es otro personaje como lo es el poeta Rigoberto López,  que esa noche mata a Somoza en León, Nicaragua. Se trata de una obra de circunstancias históricas, aunque no es una novela histórica al no reflejar con exactitud unas circunstancias concretas, únicamente las recrea. Se relata de una manera novela aquello que ocurrió el 21 de noviembre de 1956. Es una historia reconstruida con las tramas de la ficción.

 

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-¿Cómo será recibida esa novela, por ejemplo en Nicaragua, protagonista real o territorio en que tiene lugar la acción y la ficción?

 

En Nicaragua esa recepción va a ser muy polémica. Por primera vez yo estoy bajando a Darío de su pedestal de bronce. Estoy hablando del Rubén Darío bohemio, del hombre de todos los días, del Darío tímido e inseguro. Y esa es una figura que aún no se conoce en Nicaragua. Se conoce únicamente el que está envuelto en su peplo, en su pedestal.

 

-Y además enfrentas al poeta nacional con la familia Somoza, también tan controvertida para la vida política y social del país, tan negativa incluso para Nicaragua durante tantos años.

 

-Sí, se crea ese vínculo que existe entre los Somoza y Rubén Darío que es extraño y muy poco conocido. Resulta que la mujer del viejo Somoza era hija del sabio Debaule, un íntimo amigo del poeta Darío, el cual escribió versos para esa niña que después sería una mujer terrible. Esa terrible primera dama fue la esposa de Somoza y madre del último dictador Anastasio Somoza Debayle.

 

-Un tema fascinante, en suma. Y en España, por ejemplo, como se verá la novela.

 

Yo creo que es una aventura de trama y de lenguaje. Tengo fe en que va a ser reconocida y acogida fundamentalmente por las virtudes de su trama y por las virtudes del lenguaje.

 

-¿De las grandes figuras contemporáneas del idioma español, ¿a quien darías el nombre de gran escritor?

 

¿De los grandes renovadores de la lengua?

 

-Eso es.

 

-Yo señalaría directamente a Gabriel García Márquez, Ernesto Sábato y Camilo José Cela.

 

-¿Qué valores han aportado o siguen aportando a la lengua?

 

Han demostrado que  el idioma es una aventura constante. Esos escritores, y otros cercanos, nos han dado los elementos de lo que va a ser la lengua en el siglo XXI. No olvidemos que la mayor parte de los que hablamos español estamos de esta parte del Océano atlántico. Por lo tanto aquí es donde se le dan los matices más variados e, incluso, más contradictorios a la lengua española, donde se está creando el idioma cada día, mezclándose con otras lenguas incluso con el inglés, como hemos comentado antes.

Pero esa mezcla también tiene lugar con las culturas aborígenes. Por todo ello el español es hoy día una lengua muy viva en todos los sentidos.

 

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-¿Qué puede hacer el escritor para que nuestra lengua se vivifique, se mantenga en esa renovación constante, se lleve a las escuelas o los medios de difusión y la calle?

 

-Al escritor únicamente le toca escribir. Son las autoridades de diverso tipo quienes han de lograr que los libros sean conocidos y leídos.  Deben evitar que no nos mantengamos en lo que tenemos ahora que es, simplemente, que el reto de la lectura se ha venido minimizando, casi olvidando. Yo me encuentro con gran tristeza que cuando llegan a verme algunos estudiantes, porque les han enviado sus profesores, para que les habla de mis obras, sólo desean que les haga un resumen de mis libros. Y es que ni los alumnos ni los profesores han leído esos libros. Es algo que me parece fatal. Supone un desconocimiento total de la literatura. Creo que es preciso que los estudiantes no dejen de leer. Y eso hay que animarlo desde todas las instancias posibles.

 

-¿Qué diríamos de otras novelas tuyas?, ¿estás contento de su aceptación por los lectores en general?

 

“Castigo divino” que ganó el Premio Dashiell Hammet en la Semana Negra de Gijón y “Un baile de máscaras”, son las dos obras que mejor trayectoria han tenido desde su publicación.

 

-¿Tienes proyectos cercanos para nuevos libros?

 

Quiero dejar que pase esta tormenta de la concesión del Premio Alfaguara, pues tengo que viajar mucho para promocionar la obra. Después ya decidiré entrar en un nuevo libro, pero con la decisión inquebrantable de seguir escribiendo, creando, y de no dejarme llevar por esta barca suave del galardón, que es algo muy peligroso.

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-¿Qué se hace en la América Hispana en torno a la lengua, ahora que estamos en Guanajuato en un interesante Coloquio Cervantino, me refiero a la existencia de seminarios, congresos o encuentros alrededor del idioma común?

 

El I Congreso Internacional de la Lengua de Zacatecas me pareció algo de mucha utilidad, aunque debo decir que en relación con los congresos soy muy escéptico. Pero en Zacatecas creo que se discutieron cosas de gran importancia para el futuro de la lengua. Y aquí, en Guanajuato, habla de El Quijote, de atrás hacia adelante, y entre tanta gente interesada en el tema, también me parece algo muy útil, útil en extremo.

 

-Tal vez sirva para poner al día una lengua que está algo anquilosada en determinados aspectos, aunque el Gobernador Vicente Fox Quesada no parezca muy interesado en ello, pues acaba de decir que  entre sus diez prioridades ocupa el noveno lugar de cada a su postulación como Presidente de la República.

 

Sucede que es posible que entre los muchos millones que hablan español, hay muy pocas personas que conozcan estos eventos. Pero eso no quiere decir que no sean muy importantes. Todo lo que sale de encuentros como éste siempre es útil.

 

-Finalmente, y gracias por esos minutos ganados para la literatura, ¿qué consejos darías, desde tu experiencia, a quienes quieran ser escritores, a un estudiante que vea en la creación literaria un campo apetente para tu futuro?

 

Pues algo muy básico. Todo consiste simplemente en trabajar mucho. Trabajar mucho y leer mucho. Sin esos dos elementos, digamos, mecánicos nadie podrá llegar a ninguna parte. Para mí, en concreto, la escritura es fruto de dos factores muy importantes que con rigor y pasión.

 

Manuel Quiroga Clérigo

(Guanajuato, 27 de febrero de 1998)

 

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