Crear en Salamanca se complace en publicar dos poemas de uno de los más notables poeta chileno de hoy, Juan Cameron (Valparaíso, 1947), publicados en su más reciente poemario, Ciudadano discontinuado (Poesía editada, Chile, 2013). Él Vivió el exilio político en Suecia y ahora reside en su ciudad natal. Es egresado en Derecho por la Universidad de Chile y periodista colegiado en Suecia. Entre sus libros de poesía publicados figuran: Perro de circo (1979), Cámara oscura (1985), Como un ave migratoria en la jaula de Fénix (1992), If I go back / Si regreso (1993), Visión de los ciclistas y otros textos (1998), Jugar con la palabra (antología, 2000), 50 poemas (2007) y Treinta poemas para leer antes del próximo jueves (2007). Ha recibido, entre otros, los premios Gabriela Mistral (1982); Revista de Libros (diario El Mercurio de Santiago, 1996); Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999), Ciudad de Alajuela (Costa Rica, 2004) y Juegos Florales de Vicuña (Chile, 2007). Figura en una treintena de antologías, entre ellas en El huerto magnífico de todos (Edifsa, Salamanca, 2008).
Retrato dibujado por Miguel Elías
El primer poema fue escrito tras su visita a la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca. El segundo, memorando el entierro de un amigo religioso, allá por Concón, comuna cercana a Valparaíso.
DICEBAMUS HESTERNA DIE…
Para Alfredo Pérez Alencart
Así el computador se enciende se me abrieron
las puertas y ventanas
y el oculto pasillo me abrigó nuevamente
después de cinco siglos pisé la biblioteca en el día que vino
El útero do estuve y fui y recorrí reconoció estos pasos
la sombra de mi hamaca que ubiqué en los estantes
ese globo terráqueo que anoté como un redondo libro
importado del nuevo y viejo mundo que la Roma ocultaba
Todo se abrió a mi paso
Y más profundo aún entré a la bóveda
a la cámara oscura al pozo aquel de reflexiones
yo el rebelde
a tiempo de arreglar –como decíamos ayer–
ay quien lo creyera
mi versión de los Cantares hecha de puño mío y letra
con mi Parker 51 en mañoso castellano aragonés
que yo traduje bien a este mi oído
y sin mayor premura
llegué al baúl habido bajo las cinco aldabas que dormían
y entonces el Torá que abandonamos –¿recuerdas Luis?
judíos de la judería y no del invento de naciones
gitanos de gitanos pobres sefardíes– por las estanterías
(lo que natura non guarda Salamanca lo devuelve)
se abandonó a mis brazos
llegó como una amada antigua de pronto recobrada
y así gacela frágil me entregó sus secretos
abrióme tanta puerta
por donde los turistas ni acaso los amantes
habrán de entrar en modo alguno.
ENTIERRO DEL VICARIO BERNAL
El templo se llenaba de logias y pañuelos
de beatas y espermas y extrañas banderolas
de mandiles y velas en las filas de escaños
y al medio en los pasillos tras las frías columnas
templarios de hojalata
órdenes de caballería que hoy día no serían
un club de conductores con su parafernalia
de botas de montar y mozos de alazanes
y petos, parapetos y un aire a capellar
ocultado en espadas silenciosas, rastreras
que alguna vez yo vi en hotel salmantino
en la Plaza de don Juan XXIII.
Salamanca me fue entonces la vera instalación
de aquesta España
oscura, pedregosa, pesada como iglesia
con el deber impuesto desde arriba
y una culpa inmanente y rigurosa que en verdad
valíame callampa.
Y enfrente aquesta otra del conocimiento, de la historia
desnuda y gozadora de jabalí y de ciervo
libres por la campiña, hierbajos y viñedos
la Castilla que amé y que sabía propia
la del celta extranjero establecida.
Pero estaba en Concón y en estos lares
ni existe alguna Corte ni siquiera
un buen par de ambulancias reparadas
y su iglesia es capilla donde entierran
a este joven Bernal que era vicario
del obispo del Puerto a los cuarenta
¡Qué desdicha!
El único amigo cardenal de mi parroquia
que pude haber tenido
que merecía el cielo
siacaso las campanas de ese cáncer
no lo hubieren llevado tan temprano
y en tan goyesco séquito.
Portada del último libro publicado de Juan Camerón
junio 18, 2013
Un magnífico poeta chileno. He leído obra suya y siempre sabe conectar con el lector.