La poeta Araceli Sagüillo
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de difundir 10 poemas del libro ‘Precisamente Ariana’ de la palentina Araceli Sagüillo, quien hasta 2018 fue la coordinadora del reconocido ámbito cultural “Los viernes del Sarmiento”, que se celebraba semanalmente en Valladolid y que sumó más de 2000 actos literarios. Desde entonces es asidua invitada a los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran anualmente en Salamanca, en cuyas antologías se recogen sus poemas. Tiene publicados 23 libros en verso y prosa. Entre sus poemarios están La charca de los lirios (1994), Mujer (1996), Tiempo de silencio (1999), Las voces (2003), el poema dramático En la alameda (2004), El ático vacío (2009), Treciembre existe (2011), Las Moiras (2016), Nosotros (2018), Inefable tierra (2020), Precisamente Ariana (2020) y El sonido de las horas y En la alameda (2021, entre otros. Su poesía ha sido traducida al italiano, croata, búlgaro, árabe y portugués.
REPOSO CÁLIDO EN LA NOCHE
Fuertes gotas de lluvia quiebran la voz,
se apaciguan los pómulos sangrantes,
y se endulza la dejadez de tus pechos.
Hay del preciado tiempo un hilo de amor
que se desprende.
Se cruzan luz y vacío,
antes de que la tormenta llegue.
Tu sino invisible, como tu nombre
descansa, en el insulso y raro sueño.
Solo el ángel de alas empapadas
de tristeza y cánticos celestiales,
aprende a vivir en ti, como soñando.
Araceli Sagüillo y Andrés Quintanilla Buey
ATRAVESARON LAS FUERZAS
el aire mutilado por los rayos, olvidaron llegar
hasta la vibración caótica de los vivos, se multiplicó
la vida en dos, y tú ya no estabas.
Será la hora que viene a destruirnos, la escarcha dolorida
por el viento, la consumación dorada apenas voz ya sin voz,
donde ningún poema se atreve a llorar.
Escribo mirando al otro lado mientras sigo perdurando.
Sé lo difícil que es permanecer en esta parcela cansada
de querer y de cuidarse, y resisto el llanto en los arroyos,
el miedo al mirar el horizonte, cuando los otros,
hartos de ángeles vivos,
hablan de ti y de mi cuando no estamos.
Tiembla la tierra cansada de descarriadas nubes
y sientes la tirantez de los latidos a golpes de martillo.
La manera de conformarse se clava a través de las miradas,
siempre la mirada se dirige hacia el camino que desconoce
y se refugia en los montes calientes,
hasta los límites que nos imponen.
Cena de los Viernes del Sarmiento, en Valladolid, con Andrés, Araceli, Jacqueline, Alfredo y otros invitados
ARIANA SURGE
de la obsesión y necesidad de compartir palabras
que liberen esa búsqueda constante de encontrar
las zonas de la realidad, los renglones torcidos,
las sílabas cambiadas de lugar, los adornos
hechos de la sencillez que nos rodea.
Fundir poesía en el entorno que la vida nos depara
es la mejor prueba de adivinar el fondo melancólico
de algún sentimiento.
Yace el dolor, que derrama el trágico destino
posándose en la realidad personal de cada poema.
Ariana busca salidas para mantenerse viva,
decide quedarse entre las calles de su ciudad,
entre los espacios desbordados del misterio
donde se tantea la soledad perdida, y se resigna
taladrando la vida hecha sin respirar.
Se recrea en un día despejado.
Donde algo se anuncia.
ESTÁ BIEN LA CIUDAD
así, sumergida en la niebla,
apenas entrevista, como sin acabar.
Una ciudad como de ensueño, de contornos suaves,
y figuras que aparecen y desaparecen,
como por arte de magia.
Pero la niebla se deshace cuando el sol sale de golpe,
y tropiezas en los árboles, miras al frente y te deslumbra
el amanecer.
Se desliza en ti un frío húmedo de escarcha,
vuelve a ser espesa, y te atrapa y te conformas.
Estoy tan arropada en ti, Ariana, que al llegar la primavera
te abrazaré entre lunas increíbles. En el remolino
que es la vida, seguirás con tus promesas a ciegas
recorrerás el mundo en un abrir y cerrar los ojos,
cumplirás con tu sonrisa el pacto del país donde te alojes,
terminarás lo que se detuvo sin darte cuenta.
Y será doble felicidad habernos conocido.
Claudio Rodríguez y Araceli Sagüillo
PRECISAMENTE ARIANA
es la que creció a solas sus prontas ilusiones,
la que cruzó las horas lentas en busca de la gran vida.
Los días se aferran a los problemas de cada minuto.
Es cuando Ariana quiere volar, como las alondras.
La lucha de la altura es contener lo que la vida nos ofrece.
Encenderá, y repasará la luz hasta que el sol salga,
surgirá el poema de ayer, el que quedó a medias.
Tomará la decisión de medir hasta el último centímetro,
entre positivas experiencias, sabrá escuchar
cuando doblen las campanas.
Encontrará Ariana el vestido de un blanco diferente.
Ajena, estremecida, navegará sobre la luz,
y sufrirán sus ojos el reflejo, hasta donde el sol termina.
Se llenará de calma y se defenderá de los desafíos,
seguirá apuntalando distancias eternas y peligrosas,
hasta encontrar el destino errante. Y prometido.
Araceli Sagüillo firmando sus libros en la Feria de Valladolid
RODEADA DE COSTUMBRES
los días reparten suerte,
la voz llega a través de la ventana,
la forma de compartir con vosotros
las inquietudes de nuestras costumbres,
la necesidad de vuestras sonrisas
en tardes de música y versos.
Retomará la orilla de la senda,
la voz quedará arropada
en el remolino de las palabras.
Ariana pasa desapercibida, como el vuelo de los pájaros.
A veces, con sus bucles dorados, se enternece, piensa
y calla hasta cumplir el tiempo ganado a pulso.
Ni Ariana ni yo somos propicias a páginas en blanco.
No es nuestra postura, ni nuestra seña de identidad.
Sabemos cumplir la prueba hasta el fin.
Estamos acostumbradas a escondernos de la dura realidad,
nos emociona cualquier lugar y nos defendemos de la ciudad
repleta de piedras, traídas donde el sol se esconde.
Y tú mi niña, bailas colgada de los álamos, hermosa y libre
Dentro de tus ojos enormes. Y sonríes
Carlos Aganzo, Araceli Sagüillo, José Antonio Valle Alonso y Santiago Redondo, en Valladolid (foto de Jacqueline Alencar)
HAY UN CAMINO
donde crecen los cardos y se agitan cuando el día se despierta.
Hay caminos sufriendo el destino de las piedras sin sentido.
La forma de entenderlo parte de la obsesión por caminar.
El miedo se clava al cruzar lo que desconocemos.
Abrimos los ojos entre pesadillas,
llenando las horas que arañan los minutos
y limitan el trayecto en el deshielo de la tierra.
Si escarbas la tierra el humo se tensa, como los torsos
desnudos.
Nadie reconoce a nadie, apenas caminar hace ruido.
La última despedida fue el de la soledad.
Entre los muros que dan al alba quedó un vacío
desdibujado y roto.
Ahora entre salmos Ariana contempla la noche,
ese deambular hace que su historia
no sea otra que la que siempre ha sido.
Araceli Sagüillo, Andrés Quintanilla Buey y Francisco Brines,
durante uno de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos de Salamanca
SOMOS LA SED
amando entre el arco iris que se expande.
Entre las congojas sedientas caminamos
el reflejo de los pasos, cruzando la marcha
de la vida. Avanzamos sin ninguna recompensa.
Seguimos la senda de izquierda, a derecha,
descubriendo la dolencia de los más débiles.
Con el dolor de las silenciosas alondras
encontramos el final que será de todos.
Pero el destino, resultó ser una mentira.
Hemos encarcelado y enterrado al poeta
asegurando ser el más valiente.
Ahora está en la nada como uno más.
Lo conocimos entre cruces y batallas,
recordando al pie del dolor los cánticos
y sobresaltos dejando aquél invierno,
una ciudad, hoy venida a menos.
Al doblar campanas, brotarán las emociones
y se cubrirán de saber las rimas en el mundo.
Araceli Sagüillo y Antonio Colinas
ENTRE LOS PLIEGUES
de este comenzado invierno
vengo temerosa entre la brisa de mi ciudad,
y el laberinto de cualquier mirada
por la calle abierta de la noche.
El frío se acusa en los rostros rojizos de sus perfiles.
Entre las largas cabelleras voces sin control
agudizan las palabras.
Pronuncio mil veces su nombre. Ariana…Ariana.
y siento el volcán, y el delirio en la noche ardiendo.
Con los pies descalzos, ¿qué encontraste Ariana.?
Si el destino este año despertó al viento
dejando aterida la espesura de tu ceguera.
Ariana, por la corriente abandonada de la tierra
busca la fuente que calme su sed.
Llora por algo intenso. Entre nubes negras
las sombras ateridas, se vacían y resucitan.
Cualquier noche volverá la tormenta.
ENTRE LAS MANOS
el corazón guarda la herida en el pecho.
Los ratos estériles son cada vez más secundarios,
la fuerza de la lluvia ha llenado de impurezas la tierra
labrada al sol. Los campos doloridos se quedan vacíos,
de la garganta brota la encrucijada que se ciñe al miedo.
Los ojos de Ariana lloran el desgarro de las ausencias,
la luz vivísima se desborda en esta tierra nuestra
que se llenó de rosales, preñados de rosas
y están abandonados con brotes sin nacer.
Todo termina inmóvil, sin vida y sin fragancia.
Significa seguir viviendo, cobijar el techo
abriendo y cerrando puertas, hasta ver crecer los árboles
que fueron milenarios.
En la casa, resbalan miles de emociones y un caudal
de llanto recorre las paredes.
Ariana, seguirá buscando la luz y la ternura.
La memoria y el espacio de sus ojos levantará
vidrieras, hasta la entraña constelada.
Algunos de los libros publicados de Araceli Sagüillo
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