Crear en Salamanca se complace en publicar estos poemas de Annie Altamirano (Punta Alta, Argentina, 1955), quien desde 2003 reside en Salamanca. Es profesora de Filología Inglesa y Magíster en Lingüística Aplicada y en Enseñanza de Inglés como Lengua Extranjera. Es autora de libros de enseñanza de inglés y formadora
de profesores. Ha sido siempre una ávida lectora, lo cual trajo como consecuencia que, ya instalada en Salamanca comenzara a escribir relatos y luego poesía. Durante 5 años participó del taller de escritura creativa de la Biblioteca Pública Casa de las Conchas
dirigido por el poeta salmantino Raúl Vacas y ha estudiado con Mercedes Roffé, poeta y ensayista argentina radicada en Nueva York. Fue miembro del grupo de escritura Salamanca Letra Contemporánea y del grupo poético-musical SonLetras. Es miembro de la Orden Poética del Tejo de Valladolid y del grupo Poetas en Red, que reúne a poetas de distintas ciudades de España. Organizó el XIX Encuentro de Poetas en Red en Salamanca en 2018, al cual acudieron más de 50 poetas de la ciudad y de diversos
lugares de España. Ha participado en los Encuentros de Poetas Iberoamericanos y en el Congreso árabe – hispánico. Es presencia habitual en homenajes a poetas, lecturas en
encuentros y tertulias tanto en España como en Argentina.
Publicaciones: Sus poemas y relatos han sido incluidos en diversas antologías, como
Rincones de Creación, Fundación Salamanca Ciudad de Cultura (2009), El Bosque y Yo, Ediciones Casiopea (2011); Antología Día Internacional de la Poesía 2012, (Diputación de Segovia y Ayuntamiento de Segovia, 2012), SonLetras, Antología Poética (2012), Cosecha de Verano, Antología de relatos, Unaria Ediciones (2013), Manual para Depredadores, Colección de Relatos, Editorial Seleer (2013, El cielo de Salamanca, Antología (2013 y 2014), Antología FIPA 2014 (Festival Internacional de Poesía del Atlántico, Argentina, 2014), Palabras para el inocente, XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Antología por el
centenario de Gastón Baquero (2014), Desde un preciso lugar en el mundo, antología para celebrar el Día Mundial de la Poesía, Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes (2014); Gaceta internacional de literatura Metaforología editado por la poeta Ana Cecilia Blum (2015), No resignación – Antología de Salamanca (Poetas del mundo por la no violencia contra la mujer), Ayuntamiento de Salamanca (2016), Por Ocho Centurias – Homenaje a la Universidad de Salamanca, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos (2018), Punto Alto, Antología de Poetas Rosaleñas, editorial Una Pálida Idea (2020), Encuentro de Poetas en Red, Antología, Tarqus Editora (2015 – 2024)
REGRESO
Una ráfaga de luz se cuela
entre el follaje nuevo.
Rezuma el olor del tomillo
y la salvia y las espigas,
aun verdes, se mecen suavemente
con la promesa del fruto.
Se acerca la noche
con su rumor de grillos y el río
pasa con su eternidad más leve.
Me siento en la orilla sosegada
y descifro ecuaciones viejas
en los innumerables mapas de la memoria.
De las sombras he vuelto a este paraje.
Yace aquí mi contenido.
La costumbre de los tiempos.
Soy mi madre,
soy mi padre,
las viejas palabras de mis abuelos,
y, aunque todos se han marchado,
su amor aún estremece mis huesos
como si rompiera los candados de la muerte.
AFUERA LA LLUVIA
De este lado la ventana.
La tristura del invierno
respira sobre el cristal
y se condensa.
Afuera el agua.
Silenciosa cae sobre el asfalto.
Migradora se desliza calle abajo
en la delgada oscuridad
que presiente la mañana.
Afuera el alba.
Exige su razón de luz.
Atrás queda, ya inútil,
apenas consumida
la noche.
EL CAMINO DE LAS LUCIÉRNAGAS
A la hora en que los álamos relucen de atardecer,
cerca del río croan las ranas y comienza
la insistente convocatoria de los grillos.
Cae la noche en los sauces.
La oscuridad se dilata
y la impaciencia del verano se demora en la sierra.
Al sur del ventanal llama la Cruz del Sur –
recompensa que tenemos
quienes trasnochamos en aquel hemisferio –
y comienza el balbuceo inasible
de las luciérnagas encendidas.
Vuelvo a los primeros manantiales
con el pecho abierto a las ausencias –
el corazón no sabe cómo narrar las migraciones –
y con la memoria amontonada en las arterias
escribo despacio el verso que los nombra.
Las estrellas se deprenden de la noche,
siguen su propia ruta,
antigua huella labrada.
Separo cuidadosamente los recuerdos,
el sosiego de aquellas voces
que conozco desde siempre,
y regreso al lugar donde dormía
siguiendo el camino de las luciérnagas.
EL VIEJO Y EL MAR
En la noche sonámbula de mástiles
el viejo pescador recorre el muelle,
envuelta la silueta en retales de niebla,
raro velamen,
los ojos fatigados
anclados en un suspiro.
Responde al atávico reclamo
de la marea y al salto de los peces
que sueñan con el vuelo.
En su rito silente, los dedos ásperos
rozan el cabo y tejen nudos
anticipando la nostalgia.
Las olas tienen rostros,
náufragos en el mar sin orillas,
que, con los párpados abiertos,
llaman más hondo que la voz de las aguas.
Vuelve el viejo lentamente,
desanda su pena en término y distancia.
Ya no llora la vida de sus ojos
buscando la luz que olvidan las estrellas
al huir presurosas por la ruta ancha
por donde llega el alba.
En el muelle quedan los rostros
que miran desde el lado opuesto.
Allí crece, por encima del aire,
en el litoral amargo,
el llanto sin pañuelos.
FEUILLES MORTES
A veces escribo como si trazase un boceto.
Remedios Varo
Envuelta en la penumbra,
devana el frágil hilo de los sueños.
La sombra de la pesadilla y los despojos
fluyen
desde el túnel
donde la eternidad toma un nombre.
Recala
su álgebra inútil
que se hunde en el silencio
sin encontrar el rastro
fugitivo de quien fuera.
El vuelo sosegado de la brisa
no concede tregua
a los instantes que recuerda,
a los nombres que la rondan
desprovistos de materia.
Lo que amó es cosa del pasado,
vigilia o sueño
o memoria en ruinas,
ausencia viscosa
que busca un consuelo extraño
más allá
de la puerta de Tanhaüser.
Inspirado en ‘Feuilles mortes’, pintura de Remedios Varo
OBLIVION
¿A dónde iré cuando me haya ido
definitivamente,
cuando haya abandonado mi lugar,
mi espacio vivo,
mis certezas,
el centro luminoso de la gota de agua?
Tendré que perdonarme,
destejer nidos de ausencia
(ninguna vida alcanza
para presentir el milagro de los recuerdos),
los ojos volcados hacia penumbras,
la mano sobre jazmines mustios
que una vez crecieron al pie de los cerros.
Del páramo hacia adentro
asumo la miseria del póstumo miedo
como una letanía
en el encuentro de los huesos,
como un abismo
detrás de la memoria.
Cierro los párpados del sueño
para buscar la piel que huye
luz adentro.
Cuando en la inevitable inmensidad del olvido
mi memoria se pierda
en su tiempo también limitado
cuando mi sombra sea polvo
y el polvo sea nada,
caminaré por la noche
que termina en esta línea
y pasarán gaviotas blancas
al sur de la nada.
TANGO
El vino y el gris deambulan,
distraídos,
mientras la noche brota
con fulgor estremecido de candiles.
Ella llega con sabor a azucenas nocturnas
Y un sol resplandeciente en cada párpado,
tarareando sílabas acuosas
que hacen eco en los rincones.
Llega puntual con el gozo presentido
a escanciar cada destello
del fondo rubí de una copa de vermut.
Él rescata la mirada
desde más adentro de la piel,
desde antes del amor.
Entre un latido y otro
se van rondando las miradas,
quebrando el aire suspendido
en la cadencia de sus bocas.
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