Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar por vez primera la intervención que hiciera, el pasado viernes y en la Sala de la Palabra del Teatro Liceo, el reconocido escritor cristiano Stuart Park, con motivo de la presentación del nuevo libro del poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca. Dicha intervención conmovió y convenció a los asistentes. Una noche de Poesía y Evangelio, con el Galileo dentro del corazón de muchos.
Fotos: José Amador Martín, Dibujos: Miguel Elías
Stuart Park y Alfredo Pérez Alencart
La potencialidad infinita de las palabras crea lo que llamamos literatura, y su expresión paradigmática es la poesía. Una multitud de artesanos de la palabra han ofrecido su visión del fenómeno poético a lo largo de los tiempos. La reflexión del poeta mexicano Octavio Paz proporciona uno de los ejemplos más hermosos, tomado de su ensayo El arco y la lira. Sirva de pórtico para Regreso a Galilea (Verbum-Trilce, 2014), el poemario de Alfredo Pérez Alencart que esta tarde tengo el honor de presentar en esta Sala de la Palabra de Salamanca.
La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia… Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin la conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no-dirigido. Hijo del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de una idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego, trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo. Analogía: el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal. Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario…
¿Cabe mejor definición de la poética de nuestro querido amigo Alfredo? Revela este mundo; crea otro. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Oración, letanía, epifanía, presencia. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo. Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario.
La metáfora es la base de la poesía. Observa Paul Ricoeur en su libro La Métaphore vive, que el empleo metafórico de las palabras resulta esencial incluso desde el punto de vista práctico de la comunicación humana. Si las palabras no tuviesen la capacidad de desdoblarse, de generar múltiples significados según contexto o intención, ningún ser humano sería capaz de dominar todo el léxico que requeriría la descripción de los fenómenos, conceptos o sentimientos en los que a diario estamos inmersos: un mar de dudas; su particular calvario, etc. Ahora bien, los ejemplos que acabo de citar son metáforas desgastadas, caducas, muertas, que han dejado de ser metáforas para convertirse en lenguaje normal. No así la metáfora en poesía. En poesía la metáfora funciona como ventana abierta a nuevos paisajes. A través de la metáfora la imaginación otea lejanos horizontes, se interna en los recovecos del alma, sondea abismos y vuela hacia altas cimas. La metáfora no es una mera figura retórica, sino que constituye la esencia misma de la poesía. A partir de una voz familiar, como mesa, o casa, la metáfora evoca un mundo: «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores» −escribió el salmista en un poema de asombrosa perfección− «Y en la casa de Jehová moraré por largos días».
La poética de Alfredo se nutre del simbolismo bíblico, el más rico y significativo que hay. El poeta lo esboza ya en su invitación para que le acompañemos en su Regreso a Galilea:
Un viento de otra vida
en el amanecer
del regreso
que preexistía en
mi intuición.
Acostumbrado
al éxodo,
siento que la emoción
gesta señales
para honrar
al más Humilde.
Fijémonos en las claves de su viaje de retorno a una tierra que solo había visitado en su imaginación. Viento; otra vida; amanecer; regreso; preexistencia; éxodo; señales para honrar al más Humilde (con mayúscula). Palabras todas ellas que reverberan con poderosas resonancias del texto sagrado, alusiones que el poeta hará explícitas en el hermoso colofón que sirve de despedida a su poemario:
El éxodo tuvo un sentido. También aquella misión del Amado galileo, Goel dejándose crucificar.
El éxodo, que es tránsito de un mundo a otro. Goel, el pariente próximo con derecho a redimir, el Amado galileo que dio su vida por nosotros en la Cruz.
Stuart Park en su intervención
El lenguaje bíblico no solo nutre la poética de Alfredo como fuente de fe, sino como «hontanar del narrar primigenio» −en palabras de José Jiménez Lozano− que proporciona el modelo definitivo para plasmar con precisión la palabra suficiente, como el humilde carpintero que lija con esmero su obra en ‘El taller’:
Vi cosas
que no se ven
y me revestí
de lo justo,
amando en carne
y en espíritu,
cual señales
de lo que aconteció
en mí.
Y más que
repetir palabras,
las lijé,
como un humilde
carpintero
en su taller.
Asombra la naturalidad con que el poeta facilita la transición entre imágenes aparentemente inconexas para crear un tejido verbal −un texto− sin costura, que contiene toda la realidad del mundo. Vi cosas que no se ven –revela el poeta, en alusión al «tercer cielo» al que se vio arrebatado S. Pablo− ahora un paraíso poético preparado para el amor. De nuevo el poeta alude a S. Pablo, en un giro tan osado como certero, cuando confiesa: me revestí de lo justo, / amando en carne y espíritu. La expresión «me revestí» evoca la revolucionaria doctrina paulina expuesta en Romanos 13:14, el texto que transformó la vida de Agustín de Hipona, según la cual el hombre «se viste» o «se reviste» del Señor Jesucristo para no proveer para los deseos de la carne. El poeta, en cambio, se reviste de «lo justo» para poder amar en carne y espíritu. Aquí no hay contradicción. La referencia es, de nuevo, paulina. Se trata de «lo justo», la justicia que es un don de Dios, no como la justicia punitiva de los clásicos que tanto aterró a Martín Lutero en su día, sino la que capacita para amar y desenvolverse con libertad en el mundo.
Las experiencias vividas por el poeta son «señales» del cambio profundo que se ha producido en su alma, y que le mueven a buscar la palabra precisa para expresar su emoción. La metáfora del humilde carpintero alude a Cristo, que nos previno para que no usemos vanas repeticiones como hacen los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. Una advertencia oportuna para cualquiera que dirige la palabra en público.
El amor evocado en ‘El taller’ se viste de carne, y se reviste de espíritu, en el pequeño milagro que se titula ‘Eva’.
Tú, a ti hablo
hembra del hombre,
varona que haces temblar a
tu otra costilla.
Tú eres la fuerza
del mundo,
mujer
que aguardas la noche
para preñar de luz
al hombre
que privatizaste
para tu amparo
y deleite.
El lector familiarizado con el segundo capítulo de Génesis reconocerá no solo la nomenclatura de la que se sirve el autor para referirse a la unión del hombre y de la mujer –hembra del hombre, varona− sino que se percatará enseguida de que dignifica a esta en términos diametralmente opuestos a los que han caracterizado la interpretación tradicional del texto, y que reflejan actitudes inconfesables, con consecuencias ciertamente nefastas, y a veces trágicas, para la mujer. Al contrario de lo que comúnmente se piensa, el autor del Libro de los Orígenes escoge con esmero sus palabras a fin de otorgar a Eva, la madre de todos los vivientes, el lugar eminente que le corresponde. En un mundo donde la mujer ha sido humillada, y tratada como un ser inferior, Génesis establece (produce rubor tener que afirmarlo) que la mujer es tan ser humano como el hombre, hembra del hombre, varona, su «ayuda idónea», un término que garantiza su igualdad absoluta con el varón.
Según el salmista, Dios es nuestro ayudador, y la raíz del término hebreo «ayuda idónea» contiene un matiz salvífico. Veamos en qué términos Alfredo ensalza a la mujer: Tú, a ti hablo / hembra del hombre, // varona que haces / temblar a / tu otra costilla. // Tú eres la fuerza / del mundo, // mujer, / que aguardas la noche / para preñar de luz / al hombre // que privatizaste / para tu amparo // y deleite. Este verso recuerda el encomio que recibió la bella Sulamita de labios de Salomón: «Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; / Has apresado mi corazón con uno de tus ojos, / Con una gargantilla de tu cuello» (Cantar de los Cantares 4:9). Para tu amparo // y deleite: nadie lo ha expresado mejor.
S. Pablo, en otro texto que ha sido malinterpretado con consecuencias catastróficas para la mujer, califica al hombre como «cabeza» de la mujer, un término que implica amor, cuidado y protección, opuesto a cualquier noción de jerarquía o subyugación. Amparo, por lo tanto, y también deleite, ya que ella es quien hace temblar a su otra costilla; ella es quien mueve el mundo; y ella es quien aguarda la noche para preñar de luz al hombre que ha privatizado para su amparo y deleite. «La mujer es gloria del varón» −escribió S. Pablo− y el poeta coincide con él.
Otro poema de fragancia exquisita celebra la unión del hombre y la mujer, titulado ‘Creación’. Tiene forma de una Confesión.
Ningún
susurro de mujer
acompañó
la deseante soledad
de mis días adolescentes.
Ninguna costilla salía
de mi barro.
Entonces cayó una hoja
de exquisita fragancia
y en mi pecho
se hizo carne amantísima,
vibrante llama,
vena de transfusión para
siempre.
Luego empezó
la fecundación del
unigénito.
Te ensalivo,
Mujer,
te amaso a mí.
Confesión, y Epifanía. La hoja de exquisita fragancia que cae sobre el pecho del amado y enciende en su alma la vibrante llama del amor, vena de transfusión para siempre, nos remite de nuevo al Cantar: «Debajo de un manzano te desperté… / Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; / Porque fuerte como la muerte es el amor…; / Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. / Las muchas aguas no podrán apagar el amor, / Ni lo ahogarán los ríos» (8:5-7). «Fuerte llama» −cantó Salomón−; en el original, «llama de Yahvé». «El amor es de Dios» -escribió S. Juan, y el tránsito (o éxodo) desde la deseante soledad sin susurro de mujer, a la carne amantísima y la fecundación del unigénito, se produce en un abrir y cerrar de ojos, como en una ensoñación.
Es imposible leer los versos de Alfredo sin percibir la fusión en uno del amor humano y el divino, ya que para el poeta amar en carne y espíritu es revestirse de lo justo. Y es imposible no rendirse ante el verso final, de una belleza insondable: Te ensalivo, / mujer, // te amaso a mí. Confieso que lo leí por primera vez no sin una leve inquietud, por lo gráfico de su formulación. Te ensalivo: mi reticencia de anglo-sajón educado en los años ´50 en Inglaterra me llevó a traducir: «I moisten you with my mouth» («te humedezco con mi boca», que pierde parte del poder del original) pero recuerda el primer verso del Cantar: «¡Oh, si él me besara con besos de su boca!» −palabras que trajeron en jaque a los alegoristas medievales−; y de besos se trata en el verso de Alencart.
Pero la imagen, como siempre en la poesía de Alfredo, va más allá. Cristo abrió con su saliva los ojos de un ciego de nacimiento, y el amor alumbra una nueva visión. Con los besos de su boca el poeta amasa a la mujer a sí, una imagen inédita que expresa el movimiento de sus manos sobre el cuerpo de la mujer, y la fusión de los dos en uno. Recuerda las divinas palabras que oyó el profeta antiguo: «he aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel» (Jeremías 18:6). Esta imagen nos remite al principio del poema: Ninguna costilla salía de mi barro –y nos recuerda que la llegada del amor es como el despertar de un sueño profundo. Las resonancias de este poema son infinitas, y el tiempo apremia. Pero no conviene pasar por alto una frase que se encuentra en el corazón de la poesía: Luego empezó la fecundación del unigénito. Con este nombre dignificó S. Juan al Verbo hecho carne, que habitó entre nosotros, el Unigénito Hijo de Dios. En el poema de Alencart el Logos eterno se viste de carne, nos ensaliva, nos amasa a sí.
Tres de los siete poemas que componen esta antología reflejan la otra gran pasión de Alfredo, y de su esposa Jacqueline, la causa de los pobres y marginados, de los inmigrantes y de las víctimas de la injusticia social con quienes el poeta se siente hermanado. Su lucha ha de ser pacífica, basada en el poder de la palabra. El primero de ellos se titula ‘Invocación’:
Hermano
estés donde estés,
abre los puños
y que no vuelvan
las armas a tus manos,
que la lucha
no insista en acercar
distancias,
que solo las palabras
se levanten y convenzan.
Que convenzan tus palabras,
no los golpes ni las
balas,
y que en ti se agigante
la benevolencia.
El segundo poema se titula ‘Resistencia’:
Día tras día
te persiguen los feroces
con sus gritos
y condenaciones.
No toleran
el perfil invicto
de tus bolsillos vacíos,
el temple
de tu mucha exigencia
y el no mentir jamás.
¡Están perdidos
en su mal gobierno,
ansiosos por usar
sus hachas!
Hoy mismo tu voz
tuerce sus hablas
que no tocan verdad.
La tuya es la historia
de los que
resisten.
El tercero se titula‘Ojalá que nunca te suceda’:
A ti te tocará otra suerte
cuando se aleje la bonanza
y, al mirar en su vientre seco
querrás ir tras el pan para los tuyos.
Serás como el recién llegado
que busca comida en la basura
y debe dormir bajo los puentes
mientras todo brilla por arriba.
Tú habías perdido la memoria
de esa pasada ciudadanía
que ataba las hambres a su cuello
y el trabajo de servidumbre.
Pasarás desmedidas privaciones
para lograr empleos miserables
que los nativos del lugar no desean
y tú harás con puntual esmero.
Todos viajamos en un mismo barco
que sube y baja con la marea.
Por el oro nunca te envanezcas
pues bien puede faltar mañana.
Sí: ojalá que nunca te suceda.
Alfredo Perez Alencart en su lectura
Sí, todos viajamos en un mismo barco, y tarde o temprano se producirá nuestro éxodo personal. Por ello dejo para el final el poema que cierra Regreso a Galilea. Se titula ‘Para después’:
Cuando yo no esté
ni emocionado pueda verlos
porque mi alma salió,
no lloren
por el ayer que fui
hacia arriba o hacia
abajo.
Dos partes hagan
de las cenizas.
Aviéntenlas luego
a los ríos que surcaron
el corazón.
Y díganme adiós
con un salmo de aquel
que venció a Goliat.
Así abriré la ventana ciega
con mi alma recostada
en un olivo
de Getsemaní.
Stuart Park y Pilar Fernández Labrador
Son tantos los ecos bíblicos que resuenan en estos versos tan bellos, que solo haré mención de su hermoso colofón: Y díganme adiós / con un salmo de aquel / que venció a Goliat. // Así abriré la ventana ciega / con mi alma recostada / en un olivo // de Getsemaní. Es apropiado que Alfredo pida que se le lea un salmo de David en su despedida. El Cristo, Maestro absoluto de la palabra suficiente, resuelta su propia lucha en Getsemaní, citó por tres veces al príncipe de los salmistas desde la Cruz. Como colofón, y en honor a su petición, leeré el salmo más bello jamás escrito, en honor a un magnífico poeta amigo, don Alfredo Pérez Alencart:
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
El tiempo se ha consumido. Solo me resta felicitar a Miguel Elías por las hermosas pinturas que adornan este pequeño libro, y por la belleza de su tipografía en hebreo, árabe, castellano, italiano e inglés.
Gracias, querido Alfredo, por tu magnífica antología, y por esta oportunidad.
Stuart Park
Sala de la Palabra
Salamanca
Mayo de 2014
Alfredo, Stuart Park y Miguel Elías.
mayo 26, 2014
Un comentario riguroso y de primer nivel. Enhorabuena al ensayista y al poeta.
mayo 26, 2014
Con gratitud al poeta y al comentarista por guiarnos en el sendero único de la poesía y la literatura con mayúsculas.
mayo 26, 2014
Detallado y profundo análisis, por parte de Sturart Park, de la vocación mística y humana de un poeta que manifiesta en la palabra escrita la voz interior que le alimenta y urge. El hondo bagaje personal llena después los lugares donde el Cielo se acaba por hacer Tierra, y viceversa.
Enhorabuena a ambos.
mayo 27, 2014
EXCELENTE Y COMPREHENSIVO EL ANÁLISIS DE STUART PARK DE TU LIBRO REGRESO A GALILEA
mayo 27, 2014
Enhorabuena, Alfredo, por este nuevo libro. Qué decir del comentario de Stuart Park: de una profundidad que enseña a entender las cosas de otra manera y los versos en su justa dimensión.
mayo 27, 2014
Estiamdo Alfredo:
Muy buen abordaje de tu poesía. Análisis lleno de sentido, y que suma a tu trabajo.
mayo 27, 2014
Un lujo de exégesis para tu hermosa poesía, amigo Alfredo. Va una felicitación por partida doble.
mayo 27, 2014
Una alegría saber de esta poesía tan religada a lo humano y a lo divino. El estudio es magnífico. Mis felicitaciones al poeta y al ensayista.
mayo 27, 2014
Bellísima descripción de la poesía, la tuya–muy acertada y hermosa. Felicidades por el acto, además.
mayo 27, 2014
Celebro que sigas escribiendo y publicando tus profundos poemas, amigo Alfredo. Me ha gustado mucho este comentario de Stuart Park, porque va a la médula, a la esencia.
mayo 28, 2014
Alfredo, celebro tu nuevo libro y esta preciosa reflexión sobre el mismo. Un abrazo constante.
mayo 28, 2014
Poemas que calan y remueven. En poco se dice mucho.
Felicitaciones, también por el ensayo.
mayo 28, 2014
Magníficas las palabras de Stuart. Gracias, poeta.
mayo 28, 2014
Para los amantes de las palabras y de la Palabra, la actividad poética de Alencart que, como río caudaloso, nunca se detiene, nos alegra; y especialmente cuando tiene ese contexto de celebración cultural, de conocimiento excelente y cristiano, aportado por otros escritores y artistas. Como Stuart Park, Plutarco o Miguel Elías. ¡Enhorabuena!
mayo 29, 2014
Saludos, Alfredo: Buen trabajo el de Stuart Park. Me alegro que tengas un amigo como él. Se nota que le ha dedicado un buen tiempo a tu libro Regreso a Galilea.
mayo 29, 2014
Alfredo,
Abrazos desde Granada. Veo que no paras de hacer cosas. Gracias a Dios por todas estas oportunidades para mostrar el Reino de Dios.
Un saludo grande y sigue adelante!!!
mayo 29, 2014
Es un placer leer estos poemas escritos con tanta contención para que así concentren el poder de la palabra poética.
Felicitaciones, también al ensayista Stuart Park, porque su escrito demuestra conocimiento y aprecio sumo por la obra del poeta.
mayo 30, 2014
Saludo este nuevo libro de Alencart,
y felicito al comentarista por tan certero enfoque.
mayo 30, 2014
Es una atractiva presentación para un poeta de primera.
Enhorabuena.
junio 1, 2014
Tras leer este comentario dan ganas de adquirir el libro. Mis sinceras felicitaciones para ambos.
junio 2, 2014
Querido Alfredo: Me ha gustado mucho todo cuanto de ti dice Stuart Park referente a REGRESO A GALILEA; mi enhorabuena por tan entrañable poemario que ahonda en lo más íntimo del ser, y lleva tu sello auténtico de bondad.
junio 2, 2014
Una alegría encontrar textos de este calado, aproximaciones a unos versos con máximo respeto y reconocimiento a la buena poesía.
De cierto que los breves poemas de Alencart dan para mucho.
Saludos.
junio 19, 2014
Querido Alfredo, por fin puedo acabar de leer la presentación de tu trabajo, con el rigor y el cariño con que lo hace Stuart Park.
De nuevo enhorabuena y que el Señor te bendiga y te guarde, a ti y a los tuyos.