‘PREGUNTAS ESENCIALES SOBRE EL CIELO’ Y OTROS POEMAS INÉDITOS DE LA CUBANA MARÍA ELENA BLANCO

 

La poeta cubana María Elena Blanco, leyendo en Casa de América (Madrid)

 

Crear en Salamanca se complace en publicar estos cinco poemas inéditos, leídos por María Elena Blanco en Madrid y durante las II Jornadas Poéticas de Otoño, organizadas por el poeta chileno Andrés Morales y por el poeta mexicano Antonio Ojeda. María Elena es poeta, ensayista y traductora nacida en La Habana, Cuba. Estudios universitarios y de posgrado en lengua y literatura francesas, filología española y literaturas española y latinoamericana en Hunter College (Nueva York), la Universidad de París- Sorbonne y New York University. Profesora de literatura y de lengua francesa, inglesa y española en Chile y los Estados Unidos. Traductora/Revisora de las Naciones Unidas (1986-2007, actualmente freelance). Poesía: Posesión por pérdida (Santiago de Chile y Sevilla, 1990); Corazón sobre la tierra / tierra en los Ojos (Matanzas: Vigía, 1998); Alquímica memoria (Madrid: Betania, 2001); Mitologuías. Homenaje a Matta (Madrid: Betania, 2001); danubiomediterráneo / mittelmeerdonau (Viena: Labyrinth, 2005); Wilde Lohe, antología en traducción al alemán (Klagenfurt: Wieser, 2007) El amor incontable (Madrid: Vitrubio, 2008); Havanity/Habanidad. Antología poética bilingüe (Miami: Baquiana, 2010); Escrito en lenguas, plaquette (Santiago de Chile: Verbodesnudo, 2015, 2017); Sobresalto al vacío (Santiago de Chile: Mago, 2015); Botín. Antología personal (Leiden: Bokeh, 2016); Sprung ins Blaue / Sobresalto al vacío, (Klagenfurt: Wieser, 2016, alemán-español); De parte de nadie (Matanzas: Ed. Matanzas, 2016, antología poética); Oro vano, plaquette (Santiago de Chile; Verbodesnudo, 2018); En attendant Ulysse / Esperando a Ulises, antología poética francés-español (París: L’Harmattan, 2024). Su poesía ha sido parcialmente traducida al alemán, chino, francés, griego, inglés, italiano, portugués y rumano. Ensayo: Asedios al texto literario (Madrid: Betania, 1999); Devoraciones. Ensayos de período especial (Leiden: Almenara, 2016). Traducción poética: Charles Baudelaire, Las flores del mal (Santiago de Chile/Barcelona: RIL Editores, 2021, 2023); Marie-Thérèse Kerschbaumer, Neun Elegien / Nueve elegías (Klagenfurt: Wieser, 2004); Gerhard Kofler, Am Rand der Tage / Al filo de los días (Matanzas: Vigía, 1998). Reside en Viena, Austria, con estadías anuales en Santiago de Chile.

 

 

PREGUNTAS ESENCIALES SOBRE EL CIELO

 

de niña me preocupaba que en el juicio final

todos íbamos a aparecer desnudos

después me intrigaron otras cosas como

en qué lugar del cielo estará mi casa

si podré volar a mi antojo

para ver desde arriba mis ciudades perdidas

cuántas estrellas me separarán de mi primer amor

cuántas palabras de mi amor poeta

cuántos agujeros negros de mi amor definitivo

pero más acá, en la ciudad,

en qué punto se alojará el detonante

cuándo vendrá el estallido

en que seré por fin

partícula celeste

radical libre

 

Poetas hispanoamericanos en la Casa de América

 

PIEL TAÍNA

 

 

¿Cómo seríamos en nuestra originaria

piel taína? Víctimas de inmemoriales

tropismos, utopías y desastres, nuestra

identidad caribeña es una entelequia.

La etnia caribe, hermana y enemiga,

atacaba ya antes de que los invasores

nos esclavizaran a todos. Declinaron

nuestros genes y somos irreconocibles

tras casi un milenio de mestizaje. Solo

en el último siglo (de nuevas convulsiones

y diásporas) algún vestigio nuestro ha

atraído la atención de curiosos. Nos quedan

unas pocas palabras dulces y líquidas

repletas de diptongos, como si las vocales

fueran una última expresión de amor,

vibrante adiós a nuestro mar martirizado:

caguama, jaiba, caimán,

piragua, iguana, dajao,

boricua, ceiba, carey,

coa, canoa, barbacoa

guayaba, jicotea, ají

taíno, carabalí, arahuaco…

No sobrevivimos en nuestra piel

pero aún nos ruge ese mar,

aún sonamos.

 

EL MAR AFUERA

                        Hay sol bueno y mar de espuma…

                               José Martí

 

Hay sol bueno pero hoy el mar es intocable

como todo lo amado. Su rumor

es lo único que acalla el deseo

de estrellarse contra el vidrio

o saltar el cerco del encierro

correr afuera a la naturaleza

y despeñarse arrecife abajo.

Esta vida de tarjeta postal

clama por lo lejano e ido

hace brotar la rémora

el mar de fondo

que me devora

adentro.

Hay sol bueno y Cintia

quiere salir a estrenar

una antigua pasión

sí, Cintia, aquella

la de entonces

quiere volver a la ciudad

a todas sus ciudades

perdidas

invisibles

ya solo vivibles

en el poema

y amar

tocar

amar.

 

Los poetas Alfredo Pérez Alencart y Maria Elena Blanco, en Madrid.

 

EL MAR ADENTRO

 

                                   Musée des Beaux Arts

  1. H. Auden

 

Cuando engorda y se retuerce sobre su fondo

muestra y esconde sus penachos de espuma

como pequeños pezones, late su gelatina floja

a ritmo de danzón, su vientre ondulante, su

espasmo. Avance y retroceso entre momentos

de aparente inmovilidad (siempre engañosa),

avalanchas de impulsos sucesivos, plenitud y

vaciamiento, ritmo de paso, trote o galope

según los ciclos y caprichos de la luna. Campos

de color punteados o rasgados como colas de

armiño, pozas de algas blancas o mareas lila,

sombras de celajes, parapentas o niños cayendo

como Ícaros.

La veo desde la ventana, toda esa

interioridad del mar abierta a mi contemplación

mientras que adentro, en el espacio doméstico,

la compartida intimidad se oculta, los límites

de lo privado pugnan por subsistir en medio de

la claustrofobia pandémica. Aquí peligra el mar

de cada uno, zozobra la individualidad. Atender

a las señales del horizonte, al próximo oráculo

de las olas, a ese museo eterno de historia natural.

 

María Elena Blanco (foto de A. P. Alencart)

 

LA BELLEZA TERRIBLE DEL AZUL

 

A mi padre, que creyó en mí.

 

 

Azul turquesa de la piscina subterránea, inmóvil,

envuelta en líquida luz de glaciar

que encandila mi ojo solitario.

 

Azul índigo de la azotea nocturna abierta al vacío

en el claroscuro de la ciudad, recortada

a cada vuelta de un único trotador.

 

Azul-gris del cuadrilátero hueco de la biblioteca

en espiral infinita de pasillos concéntricos,

mutantes, multitudinarios.

 

Estuve allí, en trance, de un rectángulo a otro, de luz

brillante a matizada a mate, sin atinar

a nada, ni nadar ni trotar ni leer,

 

de la desnuda soledad a las plurales manos solidarias

más bien considerando hundirme, tirarme, rodar,

pensando como él: esto está terminado.

 

Pero en el sueño voy cayendo de la azotea oro negro

por la abertura central entre anaqueles de libros

hasta el agüita color calipso

 

en que atravieso las pérdidas y su añoranza, el corazón

roto, el arrepentimiento, la angustia, el destierro

y su estela de impotencias

 

y me sumerjo en la alegría, la fuerza, la esperanza,

los recuerdos, los viajes, la lectura, en caída fatal

hacia la belleza

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