«Crear en Salamanca», se complace en publicar el pórtico a este libro, escrito por el Profesor Alfredo Pérez Alencart
Portada – Ciudad interior
COSECHA DE PRIMICIAS
DE JOSÉ AMADOR MARTÍN
I.
Ante abundante sembradío es esperable una magnífica cosecha.
Y más cuando se ha ido de a pocos, guardando las simientes para tiempos oportunos, dejando en barbecho los suelos de la páginas: así los frutos no solo resultan muchos, sino también apetecibles, propicios para selectas degustaciones.
Esto es lo que ha ocurrido con la obra poética de José Amador Martín, quien por lustros ha venido escribiendo sin prisas, dejando conocer ciertos versos en algunas revistas y antologías, pero reservándose a la hora de exponerlos de forma conjunta, en un volumen que haga inventario de sus pensadas y sentidas manifestaciones poéticas.
II.
Ha llegado el momento esperado
Me gusta el resultado porque avanza hacia la plenitud y porque aviva lo que arbitra su existencia en medio de calmas y borrascas, en el centro de una ciudad que discurre pareja a su luminosa costumbre de habitarla.
La ofrenda se titula Inventario de Ti y contiene una amplia muestra de lo que hasta estos días del 2018 ha escrito. Amador es un romántico empedernido y eso se percibe de lleno en el temple de sus textos y en las imágenes que generan a quien los lea y/o escuche bajo una necesaria salva de silencios.
Atendamos a lo que anota:
Voy siguiendo el ritmo de tu pecho.
Tu cuerpo es el acento
y me hundo en él:
es centro del Universo
me da sed
y entero me devora…
III.
Todo cuanto atañe al hombre se reconcentra en el Amor. Más en Poesía, cántico mayor que conmueve desde el orden superior de los sentimientos ordenados a través de un decantado lenguaje que se amarra al corazón de muchos. El Amor es Luz, pero también sombra, nube oscura cuando pierde la temperatura precisa para ser llama que no quema. El Amor proporciona átomos de felicidad para sobrellevar la existencia cotidiana: Amor a la mujer amada; Amor a la Ciudad amada; Amor al Amado galileo; Amor aunque broten desasosiegos por doquier y acampe la tristeza.
José Amador Martín es conocido –y reconocido– como fotógrafo de todos los perfiles visibles de su amada Salamanca. Pero también por sus retratos más íntimos, esquinas o cornisas escasamente captadas. En su poesía no podía faltar la pasión y entrega a su ciudad entrañada desde la alborada al crepúsculo y a la noche cerrada, literalmente, y en todas las estaciones, haga frío o calor, llueva o el viento deje constancia en su rostro:
Estás en mí, con la costumbre
del día que amanece,
como la noche que acaricia los sueños.
La madrugada asciende al límite del día
y sueña el viento la lluvia de los árboles…
O también, en este otro testimonio directo de su connubio con la Ciudad: es él quien describe su travesía por las calles salmantinas desde las primeras horas del día:
Desciendes a la luz de la mañana,
a la paz silenciosa
de esta ciudad perfecta coronada de luces
cuando la luz recorre,
en el silencio, las calles solitarias…
IV.
Luz, niebla, memoria, sombra, abatimiento… Por ejemplo, cuando dice a quien quiso entregar su querencia: “Y vienes de la sombra de mi dolor de ahora…”. La vida del ser humano está irradiada por situaciones que laceran o menoscaban el Amor, y también surgen quebrantos derivados de la falta de sustentos materiales y espirituales. En torno a ellos reflexiona el poeta:
Hay momentos en que todo pierde significado
y la vida carece de palabras.
Entonces quedamos sumidos
en un mundo vacío, etéreo; quedamos
como platillos suspendidos en el aire.
Para esos momentos hay una Palabra
que nos ayuda, que nos detiene al borde del abismo
y nos grita y nos seduce: Palabra
con significado de vida y de Luz albergada
en la esperanza.
He aquí el Amor a Dios como genuina tabla de salvación para un poeta creyente que no oculta su religación con el Amado galileo, del flagelado por todos los que necesitan de su anclaje, tal como lo testimonia el poeta:
Y Tú, mi Dios, extenso de horizonte,
campana que dobla de dolor,
Amor que no se consume
en la torre sagrada de tu amado cuerpo.
V.
Termino. Así será más gustoso el adentramiento en los textos que ha destilado, a lo largo de varios lustros, el poeta José Amador Martín.
Tómense sus versos como píldoras recomendables para estos días urgidos de serenidad. Y picotéenlos como tapas ardientes que logran su mejor punto de cocción bajo la presencia indeleble de Salamanca:
Mi musa
Ciudad… Mujer… respiración,
mi silencio, mi secreto,
alma de mis versos…
P. ALENCART
Septiembre y en Tejares (2018)
José Amador Martín (Foto de Ángel Holgado)
Alfredo Pérez Alencart (foto de José Amador Martín)
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