Portada de ‘Poesía como oficio sacro…’ y Juan Carlos Martín Cobano
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar el texto que, sobre el libro de ensayos del andaluz Juan Carlos Martín Cobano, ha escrito Stuart Park (Preston, Inglaterra, 1946. Tras cursar estudios en el Preston Grammar School ingresó en el Downing College de Cambridge, donde se licenció en Filología Románica.. Entre 1971 y 1972 vivió en Castile, y de 1972 a 1976 en Philadelphia, donde obtuvo el doctorado en la Temple University con una tesis sobre Don Cristalián de España (1545), novela inédita de la escritora vallisoletana Beatriz Bernal. A partir de 1976 la familia traslada su residencia a Valladolid. Stuart se dedica a la enseñanza del inglés, en 1981 funda Warwick House, centro lingüístico-cultural, y en 1996 se incorpora como director del Colegio Internacional de Valladolid, hasta su jubilación en 2012. Desde 1996 Stuart Park es director de Alétheia, la revista teológica de la Alianza Evangélica Española. Entre 1991 y 2020 ha publicado cerca de cincuenta libros, entre los que están: ‘Las hijas del canto. Las aves del cielo en la tradición bíblica y la poesía de José Jiménez Lozano’ con Prólogo del Premio Cervantes José Jiménez Lozano; ‘En el valle de la sombra. Conversaciones con Sirio’ que relata las conversaciones con un amigo íntimo durante los últimos días de su vida. ‘Cartas a mis nietos’, un recorrido por la historia bíblica de forma epistolar; ‘El cordón de grana. Historias de mujeres en la narrativa bíblica’;‘Jardín cerrado. El Cantar sublime de Salomón’; ‘La vida breve. El libro de Qohélet’, con prólogo de Pablo Martínez Vila; o, finalmente, ‘Mesías’, el texto de Jennens que inspiró el Oratorio de Händel (2018). Es miembro del Consejo Asesor de TIBERÍADES, Red Iberoamericana de Poetas y Críticos Literarios Cristianos.
UN LIBRO EXCEPCIONAL: ‘POESÍA
COMO OFICIO SACRO Y OTROS ESCRITOS’
Cuando la amable invitación a prologar un libro se convierte en una experiencia insospechada de disfrute intelectual, la que parecía una tarea onerosa se torna naturalmente en motivo de gratitud. Tal es el caso de Poesía como oficio sacro y otros escritos del poeta, filólogo y traductor Juan Carlos Martín Cobano.
Se trata de un libro excepcional: vean, si no, el despliegue conceptual del autor en su búsqueda de las claves de la poesía como ofrenda sacra y don sagrado de Dios. El texto, que consta de una serie de reflexiones leídas en encuentros de poetas, traza el influjo del misticismo español en la poesía europea, esboza la relación entre el romanticismo alemán y la poesía española, se mueve con agilidad entre los mundos del arte, la geometría fractal, las teorías del caos, la física, la filosofía, la teología, la sociología, la neurolingüística, la óptica, las tecnologías de la comunicación, el misticismo y el pietismo, por nombrar solo algunas de las áreas de conocimiento que el autor recorre, y todo ello con un estilo ameno, conversacional, fruto tanto de su inherente modestia personal como del formato informal de encuentros entre amigos para hablar de poesía, su gran pasión.
«Lo que busca el poeta es el misterio» –afirma Martín Cobano–, «y si hay palabras que lo puedan expresar, han de ser completamente otras. Han de ser poesía». Por ello, «la única manera de volcar de forma expresable la experiencia mística es mediante el lenguaje alusivo propio de la poesía o de la prosa poética». Aquí Juan Carlos acude a los místicos españoles, a Hölderlin, T.S. Eliot, José Ángel Valente y María Zambrano, entre otros, para recalar en el gran poeta contemporáneo y amigo, el hispano-peruano y profesor universitario, Alfredo Pérez Alencart, cuya obra inspirada en el Cantar de los Cantares de Salomón, ejemplifica el don de la poesía como oficio sacro.
Así las cosas, ¿cómo es que la Biblia, un compendio de relatos históricos, leyes y preceptos, profecías y poesías, epístolas y parábolas, representa el summum de la revelación del misterio de Dios, la cima literaria de la expresión de lo inefable? George Steiner, en su Prefacio a la Biblia Hebrea la caracteriza así: «Es el libro que define, y no sólo en el ámbito occidental, la noción misma de texto. Todos nuestros demás libros, por diferentes que sean en materia o método, guardan relación, aunque sea indirectamente, con este libro de libros. (…) Todos los demás libros, ya sean historias, narraciones imaginarias, códigos legales, tratados morales, poemas líricos, diálogos dramáticos, meditaciones teológico-filosóficas, son como chispas, muchas veces desde luego lejanas, que un soplo incesante levantado de un fuego central. (…) No hay otro libro como éste; todos los demás están habitados por el murmullo de ese manantial lejano (hoy en día, los astrofísicos hablan del «ruido de fondo» de la creación)».
José Jiménez Lozano, otro grande recién fallecido, afirma en Las Biblias del exilio que la Biblia supone «un enfrentamiento con el pensar histórico e historias de una radicalidad total, con los problemas más serios de la existencia, el ‘ethos’ de la justicia, y el hontanar del narrar primigenio». Este «soplo incesante levantado de un fuego central», el «hontanar del narrar primigenio», consagra la Biblia como la obra poética por antonomasia, la representación definitiva de la escritura como oficio sacro.
La poética de la Biblia es única en el mundo. Se trata de una estructura envolvente que revela, de parte a parte, la persona de Cristo, el principio organizativo que moldea sus contornos conceptuales y que funciona como una gigantesca parábola –un tema al que Juan Carlos se refiere en uno de sus ensayos–, y que habla con sencillez y claridad meridiana desde un texto que oculta para desvelar, y cede sus secretos para quien tiene ojos para ver. El cosmos fue creado a partir del caos original, y la luz y la salvación brillan en medio de la derelicción de una cruz.
Termino con una conocida cita de Hegel, tomada de su Fenomenología del espíritu, que ilumina, desde otro contexto, la naturaleza de la Biblia en su relación con Cristo:
«El brote desaparece cuando la flor se abre paso, y podríamos decir que la primera es refutada por la segunda; de la misma manera, cuando llega el fruto, la flor puede explicarse como una falsa forma de la existencia de la planta, pues el fruto aparece como su verdadera naturaleza en lugar de la flor. La actividad incesante de su propia naturaleza inherente hace de estas etapas momentos de unidad orgánica, donde no sólo no se contradicen entre sí, sino que una es tan necesaria como la otra; y constituye así la vida del todo».
Juan Carlos Martín Cobano se ha acercado al misterio de la creación poética como quien se detiene en el umbral de un lugar sagrado, que se descalza como Moisés ante la zarza ardiendo, como los discípulos de Emaús cuyos corazones ardían en ellos al escuchar a Cristo en el camino. Gracias, Juan Carlos, por encargarme la tarea de escribir este breve Prólogo: me ha permitido disfrutar de tu don, que es un oficio sacro verdaderamente, o como dijo Pablo, nuestro culto racional.
Stuart Park en la Feria del Libro de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Hoy, a las 19:00 h., se presenta este libro.
Puede verse pinchando aquí:
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