El poeta Hjalmar Flax
Crear en Salamanca publica siete poemas de Hjalmar Flax (Puerto Rico, 1942). Ha realizado estudios de literatura en las universidades de Pennsylvania y Puerto Rico. Es abogado por esta última (1969) y ejerció la abogacía desde 1970 hasta 1998.Ha publicado doce poemarios: 44 Poemas (1969); Los pequeños laberintos (1978 y 2003); Tiempo adverso (1982); Confines peligrosos (1987); Razones de envergadura (1995); Cuestión de oficio (1998); Poemas de La Bestia (1999); Abrazos partidos y otros poemas (2003); Contraocaso (2007), Mientras tanto (2012), Penultimatum (2015) y 50-ODD POEMS (2017). ObraBreve 1969-poemarios-2007, publicado en 2009, es una agrupación de los primeros nueve poemarios. Sonetos (2013) y Sonetos (2017) agrupa los sonetos que aparecen en los libros anteriores e incluye inéditos. Ha recibido premios del Instituto de Literatura Puertorriqueña, del PEN Club de Puerto Rico, del Instituto de Cultura Puertorriqueña y del periódico El Nuevo Día. En antologías y revistas se han publicado selecciones de su poesía. Ha publicado ensayos y artículos en revistas y periódicos. Ha sido traducido al inglés, al rumano y al francés.
FUGA
Hastiado ya de argucias,
cansado de pulir, como los ríos,
las piedras del camino de mi vida,
quiero ser agua clara que riela,
no agua hosca que escarba,
y superficialmente bajo el cielo
deslizarme hacia el mar, agua que pasa
sobre la cuenca sin rozar el fondo,
bajo los puentes sin tocar la arcada,
por el recodo sin hollar la tierra,
retirada del junco y de la vaca,
sin floridos jacintos que me cubran
ni peces que me naden. Quiero nada.
Pasar. Fluir hasta la mar sencida
y allí agotar la gota de mi vida
pequeña y desdichada
En El Estudio Maria Penne del Castillo 1946
CANCIÓN DE AMOR
Desde que tú me besas
comprendo lo que dicen los boleros.
Por eso los reescribo con idénticas letras,
las mismas melodías y los viejos arreglos,
pero son diferentes porque estás dentro de ellos.
Los canto para verte, para que te mires,
para decirte lo que siento exactamente.
Si dejas algún día de escucharme
porque escuchas a otro, o a nadie y simplemente
no te interesan ya nuestras canciones,
dímelo, por favor, por si no me doy cuenta.
Aunque jamás te pediré que no me dejes,
te pido que no me dejes
hacer el ridículo.
Energía de Vida, de Noemí Ruíz
EN EL PARQUE DEL BUEN RETIRO
No es entender. Entiendo. Es aceptar.
Acepto, pues, la juventud que pasa
frente a mí desplegando su belleza,
y el abismo insondable que separa
su voluptuosidad de mi deseo.
Acepto el cuerpo donde siempre habito
cada vez más extraño y menos mío.
Acepto a mis amigos y enemigos
porque en unos y en otros me reencuentro.
Acepto mis poemas, mi poética,
y todo lo que he hecho y lo que no he hecho.
Acepto mis manías, mis costumbres.
Acepto a mis parientes y a mis muertos.
En fin, lo acepto todo,
hasta el engaño de alargar la vida
viviendo cada hora de este día.
EN LA ORILLA
A veces el poema es un narciso ciego
que sueña con su imagen y no encuentra caminos.
Se pierde dando tumbos entre palabras huecas
y expira en los silencios de sordos desatinos.
A veces el poema es un narciso blanco
con un pequeño sol en su centro amarillo
que ilumina las aguas del río que es la vida
y transporta al lector por luminoso trillo.
Tensado tantas veces entre esos dos extremos
está el poeta, ¡pobre!, esclavo del misterio.
Transformado su oficio en potro de tortura,
atormentado vive su vida en cautiverio.
No obstante y sin quejarse, el poeta persiste,
camina por las calles de la ciudad, almuerza
en fondas con amigos, o solo, y permanece,
y regresa a la orilla, y recomienza.
Majestad Negra, de Rafael Tufiño
POEMA EN SAN VALENTÍN
Tu recuerdo me vive a su albedrío.
Hoy levanta ante mí mi propia imagen
feliz cuando contigo:
es un fantasma ilusionado, alegre,
que me sale del cuerpo
y abraza tu recuerdo, y enlazados
bailan en el espacio de la vida,
en ese espacio hueco donde habito
desde que por razones racionales
llevé a cabo los actos rigurosos
de cortar y arrancar
y echar a andar sin voltear el rostro,
para dejar atrás lo inconveniente.
Pero mi corazón, torpe animal,
sin comprender por qué se lo llevaban
como si nada grave aconteciese,
se volteó en su jaula de costillas
para ver a su amor permanecer
de pie, tras un portón,
en una calle ingrata, para siempre.
Piedra de sal no me volví, del todo.
Pero mi bruto corazón
piedra de sal se hizo en ese instante.
Por eso es que a pesar de tantos años,
boto sal por los ojos
pruebo sal en la boca
trago sal,
cuando en atardeceres soleados,
o mañanas lluviosas, o noches estrelladas,
en el espacio hueco que es mi vida
baila un fantasma alegre, ilusionado,
con tu recuerdo vivo.
Y yo los miro.
Los sufro con paciencia.
Los perdono.
Baile de bomba, de Rafael Tufiño
LA INVITACIÓN
Hubiese ido, pero no me invitaron.
Tampoco lo esperaba.
Es más, me hubiese sorprendido.
Acostumbrado estoy, ¿cómo se dice?
a no pertenecer a esas esferas,
a no moverme en esos círculos.
Claro, que no despreciaría la invitación.
Hasta hubiese alquilado una etiqueta,
ido al barbero, brillado el carro…
No. Es un chacharro. Mejor llegar en taxi.
A esos lugares hay que ir bien puesto.
Tengo entendido que la invitación
incluye acompañante.
¿A quién invitaría yo a ese evento?
¿A Maritere? No, está muy vieja,
mejor una más joven, más bonita.
¿A Luz Idalia? No, viste muy charra,
habla demasiado, puede meter la pata.
¿A Iris? Hace tiempo que no hablamos,
es probable que aún esté molesta.
Uy, no. ¿A quién? Mejor voy solo,
siempre es posible conocer a alguien.
Aunque en esos fiestones es difícil
hallar a una mujer sin un parejo.
¿Ir solo, para qué? Nadie me conoce.
¿Ser cucaracha en baile de gallinas?
Deja eso. No voy. Me quedo en casa
viendo televisión. Siempre dan algo.
Miss Porto Rico 08, de Carlos Fajardo
TRANSFORMACIÓN
Ser poeta não é uma ambição minha.
É a minha maneira de estar sozinho.
Alberto Caeiro
Seré mi nombre. Seré mis poemas.
Ya dicen: “Como dice Hjalmar Flax”
y citan mal un verso mío.
Pero a mí, que no soy
ni mi nombre ni mis versos,
a mí, de carne y hueso,
a este animal envejeciente
que se levanta y hace sus necesidades,
se cepilla los dientes y va al médico,
que toma medicinas y hace compras,
que camina y evita tropezar,
que almuerza en fondas,
que vive solo…
a mí no me conocen.
Mi nombre puede ser de otro,
y mis versos…
mis versos son la tinta de un calamar que huye.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.