El poeta David Cortés Cabán
Crear en Salamanca publica con especial satisfacción estos siete textos del poeta David Cortés Cabán (Arecibo, Puerto Rico, 1952). Cortés Cabán posee una Maestría en Literatura Española e Hispanoamericana de The City College (CUNY). Fue maestro en las Escuelas Primarias de Nueva York y profesor adjunto del Departamento de Lenguas Modernas de Hostos Community College of the City University of New York. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Poemas y otros silencios (1981), Al final de las palabras (1985), Una hora antes (1991), El libro de los regresos (1999), Ritual de pájaros: antología personal (2004) e Islas (2011). Sus poemas y reseñas literarias han aparecido en revistas de Puerto Rico, Estados Unidos, Latinoamérica y España. En 2006 fue invitado al III Festival Mundial de Poesía de Venezuela, y en 2015 a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), dedicada a Puerto Rico. Ha participado en los Festivales Internacionales de Poesía de Cali, Colombia (2013), y de Managua, Nicaragua (2014). En 2014 fue invitado a presentar “Noche de Juglaría, cinco poetas venezolanos”, en Berna y Ginebra, Suiza. Ese mismo año la Universidad de Carabobo, en Valencia, Venezuela, le otorgó la Orden Alejo Zuloaga Egusquiza en el Festival Internacional de Poesía. Reside en la ciudad de Nueva York desde 1973.
Los poemas seleccionados pertenecen a ‘Ritual de pájaros’ (2004), ‘El libro de los regresos’ (1999) e ‘Islas’ (2011).
Y AHORA QUIÉN SOSTIENE AL MIRLO
Y ahora quién sostiene al mirlo
quién la inauguración del próximo instante
porque llega rodando como leve isla
se detiene y es el perfil
para los que pasan
y no ven
pero el mirlo es el mirlo
un círculo solamente
un pequeño jirón de plumas silbando en el viento
un lujo y un yugo para mí que hubiera preferido no verlo
porque vuelve una y otra y otra vez
(los mirlos insisten)
y deja su brillo en el cristal.
DICHOSOS OTROS QUE HAN VISTO MÁS
Ahora nuestra casa
es una paloma que se aleja en el mediodía
sus ojos no me ven porque soy un extranjero
un saltimbanqui que desconoce su oficio
quién pudiera padre
besar sus hermosas barbas
pero me he puesto a cantar
para que usted no vea mi destierro
He ido caminando hasta llegar al riachuelo
hasta alejarme un poco de la ciudad
de los niños que bostezan a esta hora
las mujeres que miran la catarata hecha por manos de hombres
y me miran a mí que no entiendo su idioma
y me refugio a la orilla del árbol
árbol que me ofrece su gran ramaje
porque ya no lo verán los ojos que pasan
con las pestañas adormecidas
Ah este camino que cruje sin más verde si más luz
Ya no espero nada padre a la verdad no espero nada
sólo veo a los que pierden su amor
han nacido y no tienen mucho tiempo
para pensar en sus pasos
Yo lo he dejado todo para ver mi casa volando
lo veo a usted apretando mi mano más hermoso
y radiante más leal
sin más riquezas que estos hijos sin condecoraciones
dichosos otros que han visto más
bástenos a nosotros la leve ramita
donde anida el dulce canto
y el paisaje de la casa volando.
PAISAJE CON NIEVE Y ÁNGEL
a Angelo Romano
Y ahora verás al ángel
su infinita luminosidad
que cae más allá del invierno
y dentro de ti y sobre las ramitas secas de los árboles
porque la pequeña agonía de su último adiós
no será sentida ni su inocencia corresponderá
al leve diálogo de la nieve y el viento
Otra luz caerá sobre la misma esperanza
igual que las palabras buscando
lo que vieron y no vieron sus ojos
igual que el invierno insistiendo
y el ángel igual las palabras igual insistiendo
sus huellas aún sobre la nieve
qué tal sus alas como diamantes
como lagos caudalosos
y la palabra amor un gran espejo la palabra amor
donde reconocemos la leve alegría
del gorrión cuando iba a cantar
y el ángel volvía en el declive de la dura estación solo
en la invisible presencia de su yo
ignorando la nieve y el viento sin un chal sin un sol
bajo la nieve que acontece
como la transparencia misma del gorrión
que saltó a la rama más alta
para ver al ángel para ver la faena de sus manos
el misterio y el lenguaje de la roja estación
y la pureza del instante que cubrió su rostro
cuando dije
ahora verás al ángel.
XXXIII
Oh Dios mío no pude ver la ciudad
no alcancé el halcón
no sentí el relámpago
luz que trae el mar y arrastra su azul
y árboles que me llevan a mí
que no soy su sol que no busco su orilla
Podría si quisiera ver sus calles
la morada aún vacía el ruiseñor y el duende
al borde del pequeño escalón
Pero soy uno más en la zozobra
huidizo sin mí mismo si hiel
En la primera aurora
no vi tu transparencia sonando en el bosque
Dónde está mi porvenir
dónde la exacta memoria de mi cuerpo?
Brillo que el tiempo cubrió como herido can
y sed que no se apaga
Yo que vi el jardín no pude mirar su vieja lumbre
Oh la leve ansiedad de tus pasos
Dime dónde y en qué lugar
el tigre saltó al vacío.
HOY VUELVE DIOS
Yo creo que hoy vuelve Dios
yo lo presiento
como un suspiro entre las flores
nadie lo ve llegar sino mi alma
no dice una palabra sólo calla
parece que está ausente
sus pupilas me dan frío y temor
y me avergüenzan
al verme así desnudo entre las sombras
yo que he sido un mal hombre
no comprendo su corona de espinas
ni sus clavos
y voy por otros rumbos en la vigilia solitaria
sin apenas saber sin conocer
traspasado de vértigos y sombras.
LA MARIPOSA
Este mismo lugar
convento de los monjes
en este patio donde la luz de agosto
se reclina
la mariposa brilla y se detiene
como un detalle sobre la flor
más roja del jardín
no la mueven mis gestos
y parece que quisiera contarme
alguna historia de algún remoto valle
donde tiemblan sus alas
como un lucero entre las nubes
del universo que girando pasa.
QUE MIS HUESOS SE ECHEN A VOLAR
Toma mi boca
oye crecer la primavera
mira el paisaje que me une a tu piel
oye cantar mi corazón
tiéndete sobre su sangre
su latido es para ti es tu horizonte
Ven asómate a tu propio resplandor
la última estrella que cruje solitaria
en el otoño olvidará mi nombre
Para encontrarme oye cantar los árboles
la vida latiendo como un lirio
Yo soy el olvidado y éste es mi corazón
que retorna a mirar el paisaje
toma mi piel
cúbreme lentamente
que mis huesos se echen a volar.
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