El poeta peruano Sixto Sarmiento
Crear en Salamanca publica una muestra de los versos del peruano Sixto Sarmiento, poeta y compositor nacido en la ciudad andina de Ayacucho. Doctor en Educación, profesional con Certificación Internacional en diferentes áreas del Mantenimiento, profesor en TECSUP y docente en la maestría de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y en la Facultad de Ingeniería Mecánica y Energía de la Universidad Nacional del Callao. En sus inicios fue maestro de escuela en los colegios Alfonso Ugarte, Leoncio Prado y del Centro Base de San Juan de Miraflores, así como en los Institutos Gilda Balliván Rosado y Julio César Tello. Estudió en la Universidad Nacional de Educación y en la USMP. Realizó sus estudios de especialización en el sector industrial en la República Federal de Alemania, EEUU, Brasil, Colombia y Chile por lo que es un reconocido formador de generaciones de ingenieros y técnicos y conocedor de la realidad de nuestra industria a lo largo y ancho del país. Es autor de los poemarios El desaparecido (1986), Cantos del Silencio (2016), Lágrimas sin sombras (2016) y Sindulia, el verbo (2017).
Volveré
Para acompañar tu luz
Para capturar tu sombra.
S.S.
SINDULIA, EL VERBO.
(Summa Ediciones, 2017.
Pintura de Portada de Katia Landauro)
ES NUEVO DÍA
Grano a grano llega la luz
Exhuma el final de las noches
Grano a grano aviva a las estrellas
Celebra la retirada de las tinieblas
Grano a grano se va haciendo raíz
Y sobre mis manos una pizca de nostalgia
Se acurruca meditabunda abriendo los ojos
Es nuevo día: sólo con mañanas
Grano a grano se unen las voces
Entonan en pulcra armonía las buenas nuevas
Grano a grano se destilan las mañanas
Pintan las buenas nuevas en tu rostro
Grano a grano vamos devolviendo
A las lunas perdidas en las noches
La rambla de su color
Es nuevo día: estamos con Mamá
Obra de José Sabogal
(Summa Ediciones, 2016)
EN CCOCHARANA
La primavera se posó en tu pecho
De alegría y encantadas
Ambas suspiraron
Y el cielo descendió en Ccocharana
Para aplaudirlas Madre
Desde entonces danzan para ti las estrellas
Trenzaron ambos sueños
Para florecer esparciendo vida por los caminos
Y el aguacero de Ccocharana
Se fraguó en tu mirada Madre
Desde entonces el arco iris te canta en los atardeceres
Jugando a las escondidas La primavera y tú
Agigantan la ceremonia del amor por la tierra
Para verla florecer
En un espejo en Ccocharana Madre
Desde entonces el sol -antes de salir- piensa en ti
Retablo ayacuchano
ES MAMÁ
Es Mamá
Ella ordena el mediodía
Ella prepara la nueva sonrisa
Es Mamá
Exigua de miradas Huérfana de ojos
Suda las lágrimas petrificadas por los años
Es Mamá
Con las manos que apenas se separan
Busca abrazar los recuerdos
De quienes se ausentan
Es Mamá
Ahíla en silencio para inhumar la pena
Multiplica la cobija
Para el hijo que la olvidó.
LÁGRIMAS SIN SOMBRA
(Summa Ediciones, 2016)
ESPERANDO TU ARRIBO
Ya he olvidado la razón por la que sufro tanto
no reconozco la forma de la cruz que sigo cargando.
Sin embargo, sigo aquí, tratando de encontrar una luz
como un soldado desarmado
tambaleando,
en este viernes que llega y se va todos los días.
Y así, entre lágrimas de la cera que te ofrendo
siento que olvido lo que me hace olvidar
esa razón, que hace que siga bajo poderes ajenos
como otro soldado vencido
corriendo,
tras el domingo que amanecerá a cada instante
Mientras siga sin memoria y sin razón
espero tu arribo
para volver, cual inocente niño buscando a Mamá
soñando consuelo de la lluvia, del sol y del viento
mirando
una vida nueva hasta en cada mirada cerrada
“Lágrimas sin sombras” es el testimonio de un hombre que eligió la palabra poética para enfrentar sus emociones. Escrito desde la nostalgia, Sixto Sarmiento construye un mapa con el que nos traslada por los motivos y las experiencias que marcaron su interioridad que recupera a través de una estructura del asombro y la tristeza. La poesía no necesita artilugios retóricos para conmover: exige sensibilidad para traducir el instante y oído para capturar su ritmo, la música que la eleva a ese lenguaje superior que sólo puede compartir un ser honesto. (Harold Alva)
CANTOS DEL SILENCIO
(Vicio perpetuo vicio perfecto, 2016)
CANTOS DEL SILENCIO
Tienes que hacerlo
Flor de Salvvia
¿Por qué no escribes tus versos
aquí en mis labios
si en mi corazón
las espigas de trigo, de par en par
bailan en tu nombre?
¿Por qué no desnudas tus pétalos
aquí entre mis ojos?
Harías que las palomas vengan a mí
¿Por qué tengo que ver al rocío
marchar al camposanto?
¿Qué de mi corazón
si es un lleno de rocío?
Anda flor de Salvvia
sigue llorando
tienes que reírte del mundo
¿Qué importa que el mar se seque
sigue llorando
si hay sobre mis manos un corazón más
qué importa que no esté aquí el mío?
Obra de Camilo Brent
Anda, canta los poemas
que he de escribir
¿Qué importa apagar el sol
si ya te encontré?
¿Qué importa
si entre mi bezo ya lo dibujaste?
¿Qué importa ir muriendo si estás aquí?
¿Cuántos pajarillos se ahogarían de solo saber
qué estás cantando…. eso qué importa?
¿Cuántas noches quedarían dormidas
de solo saber que el sol y el cielo
ya están llorando?
¿Qué importa que el camposanto venga hacia mí
si ahí no he de pasar la noche?
¿Qué importa gritar o llorar
si en el espejo veo que eres un poema?
Gracias flor de Salvvia
por haber hecho de mí un estío,
¿qué importa ahora lo que soy
si eres ya lo que quería yo?
Las palomas ya están aquí
Ya están aquí
Están aquí
Aquí
Aquí: flor de Salvvia.
Mujer aborigen, de Julia Codesido
SINDULIA, EL VERBO
Héctor Ñaupari
El sentido libro del poeta Sixto Sarmiento me obliga a revisar todos mis arquetipos sobre la mujer. Raptado para siempre por las bellezas de larga melena negra y rítmico andar, huyo brevemente de esa prisión abierta para escribir sobre la mujer como regazo del mundo, piedra angular que impide que este guijarro celeste que llamamos tierra no se haga pedazos y se vuelva arena disuelta en el negro vacío con que hemos significado al cosmos: la madre.
Si hay un rasgo sobrenatural entre los muchos que la mujer posee, el de insuflar la vida es, de lejos, el más importante. El objeto de su creación enfrentará, por siempre, en parricida vocación, al padre; piénsese que ello es, casi, esperado: ya la existencia cotidiana y la que se recrea en los libros nos lo ha enseñado. Empero, atentar contra la madre, jamás. No hay ser más condenado en este ancho y ajeno mundo que aquél que se haya atrevido a afrentar a su madre. Orestes en la literatura y Nerón en la historia, condenados y abyectos, son un botón de muestra de lo que queremos ejemplificar.
Oración a la Madre Tierra
No obstante, esa moneda tiene otra cara. Están quienes convocan al género príncipe, la poesía, para rendir homenaje a la autora de su existencia. La lista es vasta, como las estrellas. El poeta Sixto Sarmiento es uno de ellos. Elemento único de su poemario, a cuya lectura invitamos, es su bucólico acento, el del retorno a la tierra original, materna para nuestros ascendientes. Muchos han querido significar en la pachamama un rol inferior al del Sol, orgulloso y magnífico, enceguecedor en su brillo, crepuscular en su final. Pero este escriba tiene otra lectura. La tierra es permanente e inamovible. Venimos de ella y hacia ella vamos, desnudos como nacimos. El sol, sí, está en lo alto, pero desaparece cada noche. Y durante los largos inviernos está ausente. Por eso, el sincretismo de nuestros pueblos figura a la Virgen María con los apus, las montañas impenetrables que se originan en la tierra y alcanzan el cielo.
Es de observar como la figura poética de la madre dulcifica el recio castellano en los versos bucólicos y naturales de Sixto Sarmiento: se hace en la tradición de la madre como figura de culto colectivo y producto de fusión de dos mundos al que tanto debemos. La madre es, indudablemente, la figura más poliédrica en el mundo de las creencias en los países de nuestra región, como sostuviera la especialista Katarzyna Różańska.
Por eso Sarmiento hace que Sindulia habite en Ccocharana y, a partir de allí, entre nosotros. Da voz a sus silencios. Llena de realismo el misterio de engendrar la vida y que el humano actor, como al fuego, no puede dejar de mirar sin un asombro antiguo, como escribiera Borges, el divino. Humaniza, si cabe, el sentimiento de cobijo y protección maternal, a veces muy edulcorado en la medida en que se idealiza, quizás demasiado. Sarmiento nos vuelve a tierra, a la madre tierra. Y por eso lo celebramos y leemos.
Santiago de Surco, 15 de junio de 2017
El poeta peruano Héctor Ñaupari en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca
(foto de Jacqueline Alencar)
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.