El poeta nicaragüense Nicasio Urbina
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar seis poemas de Nicasio Urbina. Escritor, catedrático y crítico nicaragüense nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1958. Es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cincinnati. Ha publicado El libro de las palabras enajenadas, cuentos (1991), La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992), La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico (1996. Premio Nacional Rubén Darío). Sintaxis de un signo, poesía (1995, 2000); El ojo del cielo perdido, cuentos (1999), Viajemas, poesía (2009), Caminar es malo para la salud (2011) y Poesía reunida 1984-2014 (2014) entre otros. Ganador del premio Rieveschl para investigación y creación 2015.
Nicasio Urbina viene a Salamanca como invitado del XX Encuentro de Poetas Iberoamericanos.
Las pinturas y dibujos son de Miguel Elías
Aníbal Núñez retratado por Miguel Elías
TALLER DEL HECHICERO
Para Aníbal Núñez
No necesitaba de pociones,
de brebajes mágicos o de marmitas.
Nunca me pidió una prenda de vestir,
una hebra de cabello o un suspiro.
Nada de eso necesitaba
para encantar al mundo
e inventar a los amantes.
Por las montañas corrían ciervos azules,
el cielo estaba lleno de cardenales,
el río hervía de peces de colores
y por mi mano se deslizaban los cabellos
de una joven rubia y sonrosada.
No eran necesarias las cortinas,
no pedía sombreros de doble fondo,
podía sacar conejos de las palabras
y con una frase, creaba el universo.
Cincinnati, mayo 2017
SOLUCIONES
Tengo el cielo completamente nublado
y los ojos de la tarde me duelen con hastío,
la corona de laureles y el quejido
se han marchado por la puerta de la calle.
Tengo plomo en los pies
y las palabras se me caen de la bolsa,
pero mantengo la soltura a como puedo
y visito a mis amigos por las noches.
Este piano en el que escribo
traquetea con las voces de mi padre,
y en la noche de los libros
veo candelas, azucenas,
mariguanas.
Los peritos me encadenan a la vida,
me ponen las comas juntas,
acentúan mis corolas,
y yo me rebelo incauto,
soy manantial de polvo
y fuego de la palmera.
En la cintura me amarro
la foto de un corcel,
y me propongo y prometo
que algún día venceré,
mientras tanto me acobardo:
soy cariño, altivez, consigna,
y me esquivo en la penumbra
con la esperanza de volver.
Quizás mañana,
cuando los fonógrafos me despierten
y cante la lotería,
logre salir de esta corbata
y me entregue a la perspectiva.
VOLVER
Después de caminar el infinito
y ver los mares de otras tierras y otro sol,
he de volver a mi terruño y a mi era
he de entrar de nuevo en mi matriz.
Ver el mundo por el cielo y las estrellas,
caminar por los senderos de la luz,
tropezar en los desiertos y en la selva
y volver al barrio y al hogar.
He ahí la historia de los hombres,
viajeros incansables de la luz
que algún día se miran extrañados,
se buscan el carné y el pasaporte,
indagan el precio del boleto de regreso
y dejan la mochila en la estación.
Cincinnati, diciembre 2003
EL DESEO
Nada es más importante que el deseo:
ni la vana angustia ni el poder protervo
te muestran las entrañas de la vida:
solo el deseo puede hacerlo.
Infinito en su dimensión, imposible
de alcanzar, insaciable,
el deseo es el alma del humano.
Siempre constante en su presencia,
animal agónico e inmortal,
el deseo nos llena y nos perturba.
Nada se sustrae a sus encantos:
ni la teología ni la metafísica
están libres de la flor indecible del deseo.
Lo carnal es sólo el rostro, la profunda
voluntad domina más la mente y el espíritu:
es ahí donde radica su poder.
Para qué negarlo… mientras más lo evites
más fuerte y más profundo es su llamado.
Para qué seguirlo si nunca lograrás la plenitud.
Nada te consuela sino el deseo mismo.
Como una llama eterna se consume
en sí y se alimenta:
La vida es producto de esa llama,
y como fuego eterno nunca deja de quemarte.
No hay otra respuesta posible:
entrégate y sustráete al deseo.
Granada, febrero 2007
PREGUNTAS
No esperes que nadie responda tus preguntas:
Solo tú podrás hacerlo.
Cuando la noche en tus hombros caiga
y te sientas perseguido por el gusto y el deseo,
no interrogues el rostro de una amiga dadivosa,
interroga la magnitud de tus espejos.
Cuando por la calle te salude Carlos Martínez Rivas
y te invite al poema inmerecido,
agradécele sinceramente el gesto,
pero busca en tus entrañas el silencio.
Todo pasará: ese dolor terrible que te azota,
el cáncer que carcome tus entrañas,
la gloria de sentirse amado y el placer,
el placer de haber llegado hasta el final.
Todo pasará. No te preocupes.
Ese silencio que hoy te mortifica
será igual a la voz impoluta de una soprano.
Recuerda a Pablo Antonio en su profundo meditar:
La poesía es el palacio de la humanidad.
Vuelve a tu casa,
tira a la basura tus pistolas,
abre el libro y lee en silencio algunos versos,
cierra los ojos:
las respuestas vendrán sin que las llames.
Madison, enero 2004.
HUELLAS EN LA NIEVE
Los copos de nieve caen durante toda la noche.
Al amanecer la tierra está cubierta de estrellas
que bellas se extienden por todo el horizonte.
Abrigado, un hombre atraviesa el descampado.
Fatigosamente avanza hacia un destino impostergable.
La última colina lo esconde para siempre.
A mediodía el sol brilla esplendoroso
y caldea un poco las hojas de los árboles.
Al atardecer toda la nieve ha desaparecido
y algunas hojas de hierba se broncean tranquilas.
De las huellas de aquel hombre no ha quedado nada.
Todo lo que fue se ha derretido:
sus trabajos, sus esfuerzos, su caliente jadeo,
todo se ha esfumado en la nada
y sólo queda su recuerdo en mi memoria.
Yo también me esfumaré como la nieve
y acaso sólo quede este imperfecto poema.
Cincinnati, enero 2008
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.