Jorge Arzate en la Plaza Mayor de Salamanca
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar una muestra poética de Jorge Arzate salgado (Toluca, 1966). Poeta, educador y sociólogo mexicano. Doctor en Sociología por la Universidad de Salamanca (España), Maestro en Investigación y Desarrollo de la Educación por la Universidad Iberoamericana (México) y Licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma del Estado de México (México). Ha sido músico (guitarrista clásico y mandolinista), administrador educativo y editor de Convergencia Revista de Ciencias Sociales. Practica el ensayo sociológico y literario cual deporte. Como sociólogo de las desigualdades sociales y educativas ha publicado más de 150 trabajos científicos y de divulgación, así como ha dado charlas en cuarenta Instituciones de investigación y educación superior de América Latina y Europa. Entre 1996 y 1998 asistió al Taller Literario “Joel Piedra” dirigido por el poeta y traductor Guillermo Fernández. Su trabajo poético ha sido publicado en las revistas mexicanas Tierra Adentro, Castálida, La Colmena, El Comentario Semanal, en la española Atril de poesía y en la chilena Los poetas de la cinco. Ha participado en decenas de recitales de poesía en México, España, Chile, Cuba y Guatemala. Fue integrante de la X generación de becarios del Centro Toluqueño de Escritores (CTE), A.C., del cual fue programador de actividades durante 1997 y 1998. Fue becario del Fondo para la Cultura y las Artes del Estado de México en 1997 y 2012.
Ha publicado los poemarios: Canciones para los piratas ausentes [1992], Recuerdos de la casa azul [1997], Pradera de masonite [2010], Princesa de Cristal [2011], Sirena de Tule [2013], Como hilo luminoso, el mar. Antología personal (1992-2010) [2013], y 19/09/17. Poema en tres actos [2018]. En 1991 obtuvo el Premio de Poesía del Centro Toluqueño de Escritores y en 1996 el Premio Nacional de Poesía Joven de México “Elías Nandino”. En los últimos años ha participado, entre otros, en los siguientes encuentros literarios internacionales: XIX Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán (2015), V Encuentro Internacional de Poesía Contemporánea San Cristóbal de las Casas (2016), Primer Encuentro Latinoamericano de Escritores de Metepec (2017) –del cual fue coorganizador-, Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango (2018), Festival Internacional de Poesía de la Habana (2018) y XI Festival Internacional de Expresiones Culturales de la Nueva Generación, Proyecto Posch San Cristóbal de las Casas (2018). Poemas suyos han sido traducidos al italiano y catalán; así como aparecen en una decena de antologías publicadas en México, Colombia y España. Actualmente coordina el “Ciclo de Poetas Contemporáneos en el CTE”. Desde 1994 a la fecha es profesor de Carrera de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex).
FRAGMENTOS DEL POEMA DE LARGO ALIENTO
PRADERA DE MASONITE, 2010
I
¡Cómo nos gusta dormir!
Caemos dentro de un cristal de jade
y los ojos piensan una danza.
Su cadera arropa,
todo lo cubre con una sintaxis de miedo.
El sueño es una máscara de oro y semeja
una pintura de un cielo azul, arduo, tan
hermosamente arduo que nos aleja de los olores
y los sentidos.
Escrupuloso pone nombres: Ayante, Tulio, Ifigenia.
Nos viste con un recuerdo violeta.
En el cristal de los párpados sueño: corro en un mar
de masonite: existiendo los brazos: vuelo: mis manos
tienen escamas donde se han tatuado otras manos
y dedos y uñas
¡Cómo nos gusta dormir!
En estas escamas vive el camaleón que soy
es la cueva que padezco.
En las entradas se han colocado medallones dorados
y un par de huevos de avestruz.
En las salidas no hay nada, solo el sabor a tierra
lleno de nidos de hormigas.
El cuerpo del recuerdo tiene alas, se despliega
un arcoíris de tonos amarillos: sol, el verdadero
sol terrestre de los días, el único e indescifrable sol
del amanecer.
Cuánta tristeza hay en los bodegones amarillos,
plantada en girasoles de luz.
¡Cómo nos gusta dormir!
A toda hora.
En las columnas de la casa vive un viejo desconocido,
él inspira miedo, él es quien todos
imaginan pero nadie lo conoce.
Quién eres
Quién viene que cuando se acerca escucho
un titilar de algo…bruma.
En mis manos descubro su rostro que soy yo mismo:
veo que rasca las paredes con uñas de bronce.
¡Cómo nos gusta dormir y cómo detestamos soñar!
Vivir.
Encierro.
Blanca pradera.
Océano.
El vuelo permite ver el pastizal de masonite.
Permite comer luz y conocer el otro cuerpo
que cargamos, ese cristal clavado
entre las cavidades del sueño.
Cómo nos gusta dormir cobijados por el encierro
De este mundo de masonite ||
XIII
Eva llegó.
Quiero tus brazos y tu piel como corpiño.
Me agrada el vértigo de las montañas de nieve.
Me gustan las estrellas y su titilante deseo.
Nada se mantuvo en pie durante algunos meses
y los gemidos se tornaron en sudor.
Labios empalmados, estertores de un rumor violento
sellaban las ventanas.
Todo nos protegía, el mundo era cómplice
y bienhechor.
Y la cama enmudeció y con ella las cuatro paredes
de mi cuarto mantuvieron la soberbia propia
de los actores frente a un público de ciegos.
Supongo que el amor es eso o algo parecido,
no lo sé bien: cadenas.
Supongo que todas las Evas son iguales o peores aún.
Pero cómo me gustaría vivir siempre así,
mirando un eterno nacimiento de peces,
poseído por la fiebre de los días.
Y Eva dijo: ¿Por qué no me dices Amor?
¿por qué te vas?
Por qué, por qué…
Pero quién puede comprender y actuar al unísono.
Todas las Evas son una tinta indeleble.
El amor se consume sin saberlo, se nos une al brillo
de los ojos pero luego termina por no irradiar,
se muere como las ostras o los cangrejos,
quizás una vez muerto es mucho más rico,
ya se puede comer como una manzana a punto,
es dulce.
Eva caminó en noches y lunas y tiempo sin saber
nada del porvenir, eso es el amor: cadenas.
Eva es una flama de hierro.
He venido a quedarme una noche contigo.
Hoy saldremos a tomar el sol.
Mañana vendrá la lluvia y mojaremos nuestro pelo.
Me gustan los helados de limón.
La felicidad es fácil pero qué corta es.
Eva intenta olvidar su pasado y con la desmemoria
a tientas inventa poemas de árboles.
Y Eva danzó mil veces sobre una hoguera, arregló
algunos desperfectos de la casa y luego se volvió
incorpórea: un olor permanente.
Lo mejor era su risa, ahí adentro cabían un boabab,
tres chopos, el sol completo.
De su rostro manaban relámpagos y suaves
pero salvajes susurros.
Sus piernas eran todo el sexo del mundo.
Llegó el viaje y en el puerto el mar y los barcos
nos llenaron de asombro y retornamos
a la niñez.
Fueron noches furiosas: un acorde tropical:
aire salado y calor.
Veracruz, sí el adorado puerto listo para dos niños.
Eva adora viajar.
Eva camina al dormir en un hilo de seda.
Eva es un prodigio de insomnio.
Eva llora, manotea, se quiere matar.
Y es que yo no conocía el mar hasta que llegó Eva ||
*FRAGMENTOS DEL POEMA DE LARGO ALIENTO
SIRENA DE TULE, 2013.
Gabino Solares
La pesca nocturna, rito dedicado a la luna. La ciénaga tersa tierra. Sólo la luna nos mira. Tus ojos Natalia, tu cuerpo y boca son como de flores, tú y yo tendidos, muy apretados los cuerpos en la artesa angosta de madera. Todo dispuesto; todo orden y silencio, silencio hueco. La luna nos mira con ojos pardos, mientras ella, Lanchana, se esconde entre los tules, nos mira con envidia, con gran celo. Las estrellas otros ojos exactos, fulgurantes medidas de tiempo. Las estrellas Natalia Flores, ojos de quién, de qué lugares vienen. En realidad venimos aquí a pescar estrellas, doradas estrellas; las atrapamos con los chinchorros de los ojos y las sacamos con nuestros labios y lenguas; las apagamos lentamente, consumimos su néctar; tomamos su calor y éste pasa a nuestras bocas, a nuestras piernas y vientres, sube, baja y el cuerpo se llena, lo llena. La canoa se desparrama de luz, es un naufragio; las estrellas brotan, caen al agua y el pequeño mar arde toda la noche.
Cipriano Alcántara
Me ahoga. Los brazos no son míos, mi cuerpo no es mío, mi voluntad no tengo más. Me ahoga Señora. Tenga piedad, a dónde me quiere llevar. Adentro no, hace frío, el agua es onda. Y después el deslizar de una piel resplandeciente como sol, y las escamas rasgando el cuerpo como sierpe enroscada de muerte. Me acordé de María Lucrecia; quise imaginar que era ella a quien besaba, que era ella quien me amamantaba con una leche espesa. María Lucrecia, querida y dulce María Lucrecia, la de más gracia y miradas pegadas al cuerpo. Me ahoga Señora, déjeme ir, no ve que yo soy el más pobre de todos, un simple pescador, su sirviente, su esclavo. No puedo respirar. Las piernas de María Lucrecia son tan suaves que me harto de ellas, los brazos tan tibios que me unto todo yo de ellos, soy yo en ellos, son toda el agua de esta laguna, son toda mi sangre y saliva y son el amor que me humedece mi hombría, y acaricia y mata de placer, y frota mi alma y saca lumbre de los labios y de la lengua hace que brote otro río, otra laguna mayor. Me mata Señora. Qué dolor. Qué sueño y este gran placer húmedo; mis manos no son mías pero comienzan a tener escamas, y mi virilidad no es mía y comienza a renacer dentro de una gran cueva de agua, y mi canto no es mío, ni mi palabra, ni mi vista, todo lo come ella, todo lo palpa y peina. María Lucrecia tu cabello es de sirena, María Lucrecia tu pecho es de pez, sabe a pez, yo soy pez, y tus piernas son de sierpe, son dulces y saben a sal, tu sexo sabe a infinita sal, dulce sal que sacia mi sed, que apaga este sol que traigo dentro, que ciega y me golpea. Déjeme Señora, lo suplico; ven que mis brazos son troncos filosos para ti, para penetrarte; ven que mi lengua es una flor de colibrí y mis manos y dedos hormigas y mi legua es de sapo, ven. Entra más y más. Soy tuyo, para ti y sólo para ti; yo tu manjar, yo tu alimento de lirio y tule y pez y carroña para los hombres del pueblo y madera de canoa es mi miembro para frotarte entre ríos de leche blanca llena de luz y calor y sol que son mis piernas y nalgas. Ven. Señora de los mil colores de las mil noches y mil estrellas en los ojos. Señora del agua tu siervo esclavo soy de tu vulva animal mujer María Lucrecia cómo te amo, por siempre, para siempre; y qué bueno que me ahogas de placer, qué bueno que me matas de placer para nacer de nuevo; adentro del cuerpo tibio es el aire, adentro del vientre se está bien, todo es agua, un gran beso, las paredes son labios carnosos, rojos, adentro sueño que no soy yo que soy tú misma, los dos uno, uno para siempre. Señora soy tú. Señora sólo soy el más humilde de los pescadores de este pueblo. Me ahoga. Me mata. Tengo miedo y frío. María Lucrecia qué suave tu cadera y tu costillar, de allí salen peces, de tu boca renacen renacuajos negros, de mí salen pequeños peces dorados y alargados, y mis palabras son escamas y semen que se confunde contigo y tu boca y vulva hinchada de mí. Me siento lleno y da cosquilleo, sueno como un instrumento hueco, soy sierpe, mi piel es negra y tengo escamas, en lugar de brazos tengo aletas de pez. Señora, Lanchana, llévame contigo. Gracias. Dulcísima María Lucrecia Santos.
Jorge Arzate en Oaxaca
FRAGMENTO DEL POEMA 19/10/17.
POEMA EN TRES ACTOS, 2018
Tercer acto
Clavados en la tierra que vibra
Profundidad 57 Km
¿Cuántas cavidades debe tener la memoria?
¿Cuántos espacios vacíos después de la pena, después de la desgracia
del vacío de la muerte?
57 kilómetros de vertiginosa huida de ondas sísmicas
57 milímetros cronometrados en el estómago a miles de kilómetros por segundo
Eso es el miedo
Un viaje efímero hacia el adentro de milimétricos y exactos asombros
Eso es el miedo
Que como segundero nos ataja con la ola sísmica
Nuestra ola sísmica propia del día propio y más cercano a nosotros
Eso es el miedo
Profundidades cataclísmicas se apoderan de la conciencia
Del espacio social que es la cercanía del conversar
Profundidades replicantes a 57 kilómetros de profundidad
Miles de ellas en el salmo de los días
Cercando la noche y el día y los días venideros
Esas oleadas son una canción de lo más profundo de la Tierra
Un asonar mortífero que anuncia el cambio
Un ronquido mustio y mudo de esa Tierra viva
Las réplicas se acumulan como espasmos en la memoria
Se convierten en el tiempo redondo del circular sol y luna
Las réplicas son el soporte de una conciencia del estar en las des-horas lunares
Las réplicas se convierten en esa canción del tap-tap-tap que hacen del ombligo de la luna un titilar de fuego y de nervios y de azoro
No podremos escapar a este ciclo de choques de placas enormes
No podemos dejar el olvido una vez más
No podemos tapar este poder imantado de la Tierra
57 kilómetros exactos de profundidad rabiosa
57 años
57 hijos
57 latidos
57 hombres
57 soles
57 épocas
57 reductos del viento
57 ríos
57 alumbramientos
57 muertos
57, 57, 57, 57
Nos queda el silencio y la calma del tiempo como alivio precario
Nos queda la Tierra como casa telúrica con todo y sus alas de ave inminente
Nos queda el suelo para sembrar y construir terruños precarios
Nos queda ese nuestro amor del más querido hijo
Nos quedan las palmas de las manos para el cuidado
Nos queda el hambre
Y el frío
Y el llanto
Nos queda la lengua de los poetas para soportar lo no soportable
Nos queda nuestro encanto marcado en las pupilas de los ojos a 57 micromilímetros del amor
Nos queda estar juntos
Nos queda el sueño
Unidos
Solos
Sembrado ciudades y templos y enigmas, estamos aquí Tierra
Nos queda la vida de los vivos y la muerte de los muertos
57 kilómetros de profundidad, otra réplica… otra vez…
Amor
- Esto es la ética del buen amor.
- Del amor del estar juntas, construyendo el momento eterno, efímero.
iii. Amor, recuerda el bosque de la tundra, ve el reverso de las flores de esta geografía de encajes amarillentos.
- Te hinco el diente con el desahucio que anticipa el mismo amor.
- Amar: amartillar: martillarte en todo el cuerpo y con la fuerza de mi lengua. Dejar el placer y el deseo para la hora del té bien afincado a la carne.
- Amor: movimiento oblicuo: sinceridad perdida en un tiempo helado.
vii. Amor: dialéctica del juego sagrado.
viii. A veces sexo.
- Solución fácil.
- Sal en la lengua.
FRAGMENTO DEL POEMA DE LARGO ALIENTO
RECUERDOS DE LA CASA AZUL, 1997
Carmina
Dalia, ahora que vivo de la música, de la cajita de música que me
regalaste hace un año, la de madera tallada y tapa de nácar, deja
de pensar en los sueños. Te necesito para seguir viva. Quiero
que regreses a casa, que tomes tu lugar en la mesa, en la silla del
corredor que lleva al patio. Deseo que en la cama puedas tocar
mi piel. Olvídate de los sueños que ellos se cuidan solos, unos
a otros se acarician, unos a otros se amamantan. Me encantaría
volverte a ver en la hamaca del patio, tomando el sol como antes;
cómo desearía tu presencia, continuar viviendo con el paso de
su sombra, sobre las horas, imaginando no sé qué tantas cosas,
no sé qué fantasías. Verte tendida al sol, guardando energías
para soportar en pie el resto del día, de la semana, de todos los
años por venir.
El poeta y sociólogo Jorge Arzate Salgado
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