El poeta marroquí Mohamed Ahmed Bennis
Crear en Salamanca se tiene el privilegio de publicar cuatro textos de Mohamed Ahmed Bennis (Tetuán, Marruecos, 1970). Poeta, traductor y ensayista. Miembro de la Unión de Escritores de Marruecos. Delegado cultural del Liceo Poético de Benidorm (España) en Marruecos. A finales de los años 80 comenzó a publicar sus poemas en diversas revistas literarias árabes. Parte de su poesía ha sido traducida al español y publicada en revistas como: Al-hucema (Granada), Río Arga (Pamplona), Tres Orillas (Algeciras), Aldaba (Sevilla), Dos Orillas (Algeciras), Revista Internacional de Poesía (Rosario / Argentina). Asimismo, parte de su poesía está traducida al francés, sueco, inglés, holandés, italiano, persa, rumano y catalán. Ha publicado: «Montaña ciega», Poemario en árabe (Rabat, 2006); «Arrepentimiento debajo del lienzo», Poemario en árabe (El Cairo, 2012), «Montaña ciega» (versión española en traducción al español del autor, revisión y prólogo de Emilio Ballesteros (San José, Costa Rica, 2013); «El equipaje del vacío», antología poética (Bilingüe español-árabe), traducción del autor (Priego de Córdoba, 2016). En 2007 obtuvo el premio «El primer poemario», concedido por la Casa de Poesía en Marruecos por su libro «Montaña ciega». Ha sido incluido en varias antologías poéticas publicadas en Marruecos, Argelia, Egipto, Italia, Francia, España, Rumania, Costa Rica y Perú. Ha participado en diversas actividades literarias dentro de Marruecos y en otros países como Libia, Omán, Egipto, España, Nicaragua, Rumania, Canadá, Costa Rica, Argentina y Perú.
La traducción del árabe ha sido realizada por el propio poeta. Fueron revisados por
Emilio Ballesteros
EN EL SUEÑO DEL POETA
Las plumas que cubren
la espalda del poeta,
se parecen a la espuma
que se deslizó
por la noche de la hoja.
Sobre sus dedos,
brillan cadáveres
y se apagan otros,
viene un astro compartiendo con él
su pagana nostalgia.
Lo que está fluyendo
por su boca,
parece son sólo nubes
que sorbió el poema
antes que comenzara.
IMAGINACIÓN SIN CAMINO
Se aleja el lugar
como un barco herido,
y mi cara aún colgada en la oscuridad.
Un SMS en el camino.
Y cuando nadie se retira,
regresó intacto al teléfono.
¿Qué pasa en el otro lado
dejando atrás sólo una tierra
que sale asustada de la pantalla?
La vida se agotó por mi cara
que emana del otoño.
Una vez está a la mitad plena,
aparto de mi camino lo que se queda.
Aquí abajo,
nadie se pierde el camino del pincel
hacia la leche prohibida de la noche.
No sé cómo esto fluyó rápidamente.
UN SUEÑO COMO LOS OTROS
No recuerdo dónde
se había pegado a mi pie
la idea de que el cielo es un seudónimo de la música.
Esto puede haber pasado en el puente,
donde a menudo los nervios dejan de funcionar
y donde desaparece el último signo
que guía a los héroes
antes de que la epopeya se hunda totalmente.
Pero antes de que la cámara capture lo que está pasando,
hice rodar mi alma sobre la costa
y la dejé lamer sus recuerdos,
luego salté hasta la última línea
y avisé al convoy de los muertos
para dejar de arriesgar otra eternidad,
y de contentarse con un violín colectivo
que distribuye lágrimas a todo el mundo
y busca hombros
con quienes se reunirá en el último momento.
Así es mi alma,
adquiere la vida
y recibe el cielo
con un sueño como los otros.
…………………
LA PROSA DEL CAMINO
Nos sentamos solos, no tan lejos, dispersamos los miembros en preparación para el juicio del mediodía. Tal vez, eso reduzca la sensación de que necesitamos liberarnos de las camisas blancas. Tiramos el agua por armas que encontramos mientras quebramos las nubes con nuestras almas cubiertas de plumas. Por mala suerte, hay gente que ya no tiene el mismo tatuaje en sus emociones.
Se deshicieron los huesos de todos, y las maletas ya no son puertos donde se alojan los que vienen de los techos de los recuerdos. Estamos solos, mirando las ventanas de la vida, necesitaremos pocas de ellas durante la estancia en la cima de la tarde. Pero nos sentaremos en los mismos asientos, hasta que deje la plaza la última nube que ocultó el poeta en su bolsillo. Al final, nos acompañarán las ventanas con una pálida camisa y manos arañadas por la prosa del camino.
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