POEMAS DEL LIBRO «ASÍ MADRE» DE LA POETA ZAMORANA- SALMANTINA CARMEN PRADA

 

Portada del libro

 

«Crear en Salamanca” se hace eco del poemario «Así Madre»    de la zamorana-salmantina Carmen Prada. Resulta un privilegiado regalo que la autora hace a los amigos y familia, pues la edición íntima y reducida, hace que muchos aficionados a la lectura no puedan llegar a disfrutar de sus textos, en la medida de lo posible, nos acercaremos a su esencia

 

La poeta Mª del Carmen Prada Alonso

Nacida en Zamora realizó sus estudios en el colegio Amor de Dios, combinando sus primeros 18 años entre Zamora y Sanabria.Se traslada a Salamanca para cursar los estudios de Turismo, profesión que comienza en hostelería y continúará con la dirección de una agencia de viajes en la que trancurren los 25 últimos años de su vida profesional. Casada, madre de cuatro hijos, ha combinado la dedicación a su familia con la profesional y con la literaria.

Su obra literaria se compone de poesía, novela, relatos, cuentos didácticos, cuentos de Navidad y artículos periodísticos. Es tertuliana de Papeles del Martes de San Esteban, poeta del grupo de Poesía al Despojado, poeta de la Salve a la Virgen de las Lágrimas, poeta en varias ediciones de

los anuales Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca y colabora numerosos recitales de poesía .

Publicaciones: “Darío y el arco iris”, cuento infantil, dos ediciones. “La Fiscala”, novela, dos ediciones. Poemario Mater admirabilis. Poemario Así, madre. Participación en numerosas Antologías.

Primeros premios:

Poesía: Juan Machaca,  María Fuentetaja El Escorial, San Valentín Asociación Tierno Galván.

 Narrativa:  La Fragua Del Trovador, Museo Casa Lys, Memorial Fuencisla, Certamen de cuentos Viejo Castillo, Cuentos de Navidad Ciudad de Béjar dos convocatorias.

Finalista: Umbral de Poesía de Valladolid, Poesía Treciembre, Poesía Pilar Fernández Labrador, Poesía Taci de Torrelodones, Narrativa Taci de Torrelodones, Poesía Peñaranda de Bracamonte.

 

 

 

Quiero, pues, hacer de esta publicación un comentario abierto, al hilo de su lectura,  nunca una crítica, al reconocimiento de esta autora, de sobrada sensibilidad y oficio poético. Su poética lo refiere  la Oración de la Contraportada del   libro.

 

Las palmas de mis manos

levantan su mirada a la Luz,

al Aire, al Tiempo.

Se derrama sobre ellas

la oración a la que clamo,

pródiga en promesas

que nunca sé si serán.

Hacia arriba,

suplicantes,

sin volverlas

para no dejar caer

los frutos de la esperanza

que van paralelos a mis ojos

 

 

 

Y es que la Luz, el aire, el tiempo, la esperanza y la mirada, iluminan los versos de este libro. Ella es como lo que quiere ser, ría que rebosa vida, puente que ha aguantado el empuje de los días oscuros, tierra fértil  como los prados  de Castilla. La vida tiene dos tiempos como dicen sus versos:

en uno te van hiriendo, en otro te curan”

 

Cuando los recuerdos vienen a la mente puede ser la sonrisa de la vida o los momentos de amargura, esos momentos que en el alma de la poeta duelen porque no tienen los oídos de su madre, por eso este libro resulta de una súplica:

Necesito tu ventana, madre,

la que daba al silencio

en los cristales envahecidos

para escribir en ellos

los poemas que me anudan la garganta

 

La poeta Carmen Prada nos regala, en este libro intimista, un paisaje lleno de elementos que componen nuestra existencia: aire, tiempo, esperanza, y miradas . Un paisaje lleno de luz, de vida y de acogedora nostalgia. Con una admirable sencillez, evoca el presente que observamos y a la vez nos observa, que nos habla para decirnos que admirar la belleza es tal vez uno de los actos más placenteros  con los que cuenta el ser humano.

Ví volar los sueños

de los bienaventurados

como hojas de fuego

que abrasaban mis lágrimas

y quise hacerlos míos

aunque fuera un instante.

 

 

Dijo Pessoa: “La poesía está en todo, en la tierra y en el mar, en el lago y en la margen del río. Está en la ciudad también –no lo nieguen— aquí donde me siento es para mí evidente: hay poesía en el ruido de los carros en las calles, hay poesía en cada momento o hasta en lo vulgar, ridículo movimiento de un trabajador que, del otro lado de la calle, está pintando el rótulo de una carnicería”.

Carmen Prada dice:

Vente conmigo, poeta,

ven a pasar una tarde.

Tengo un gran sillón de mimbre

que cruje de viejo al sentarme.

Tengo una picea azul

donde viven tres palomas

desde hace dos inviernos.

Tengo un pequeño manzano,

seis brotes verdes de olivo,

un albaricoquero,

y un banco verde de plástico.

Y es que la poesía está en todo y por eso invita al poeta a  su mundo cotidiano y lo hace desde la humildad de las cosas pequeñas

Tengo para ti sonrisas,

y montañas de palabras

para vestirlas de luces,

para llenarlas de sueños,

para que juegues con ellas

y me regales tus versos.

Vente conmigo, poeta.

Ven a pasar una tarde.

Su poesía está en todo, en el sueño, en la tierra, permanece en el hombre, en su patio y en la familia que resulta el amor que no cesa, recuerdo a su padre a sus hijos, a su esposo, a sus nietos 

 

Para abrir la última ventana para un adiós a su madre, presente en este poemario, sin duda la parte que nos lleva a la razón de sus versos y al alma de la poeta

En tu muerte bebiste la primavera

y te fuiste

con el revoloteo trenzado

de un cendal de suspiros

tendido al aire.

Se desparramó el humo del hogar

en el desgarrón de la tierra,

y se derritieron tus sonrisas

en el tiempo

que ya no te quedaba.

Se abrió el río

para recoger los temblores del sol

y bañar con ellos

los ojos ceñidos de lágrimas.

Tu voz jubilosa

ausentó el dolor

invocando el destino brillante

al que eras enviada.

No sería quebranto tu legado,

sino espera,

tachonada, querías,

de arpegios ascendentes

de querúbicas notas.

Inmersa en la paz

que solo se ofrece a los justos,

entonaste el bello adiós

que burló la desazón de la muerte.

 

Como ya he dicho antes, hay otras partes y otros destinos en este libro:

…  DE LATIERRA

Hoy la tierra nos ha golpeado

con su látigo de humo,

nos ha clavado en los brazos

la hebilla de su cinturón oxidado,

y sus tacones de aguja

han perforado el baile

de nuestros pies insensatos.

Hoy la tierra nos ha mirado,

nos ha rendido,

nos ha hecho tragar

las aguas sucias de su vómito.

Hoy ha volcado su mesa

arrojando al abismo el mantel del banquete.

Vacías sus ubres de la leche templada,

ha retorcido su vientre

pariendo rayos de espanto.

Hoy la tierra ha dejado de ser madre,

y ha aplastado a los gnomos

que se abrazaban a su tronco retorcido.

Hoy mis ojos han llorado semillas

en una pequeñísima broza ignorada.

 

 

… DEL HOMBRE

 

BUSCANDO UNA SOMBRA DE ALGO HUMANO

 

Tu piel, de placer henchida,

se jaspea de las briznas de arena

que se hilvanan en tu cuerpo,

untado en los óleos de la abundancia.

A tu lado, mis harapos se humillan

gritando en silencio

las ansias de una sombra cualquiera

que advierta que algo humano

se posó sobre ellos.

Tienen tus ojos la calma vaga

de la no búsqueda,

y ¡ay, los míos!

musculados, sin dar tregua

a la incesante labor de encontrar

unas migajas de supervivencia.

Huelo a la sal de la muerte

que duró tantas noches

y que me arrastra como una gran bola

de pesadumbre azul.

No te incomoda mi olor,

paso a tu lado

y no dejas de respirar.

Te acaricia el agua espumada

acunándote dadivosa de amor.

¿Por qué no me amó como a ti?

¿Qué fue del guiño maternal

que a mí se me tornó zarpazo?

¿Qué fue del sol de cada mañana?

¿Qué fue de la balada de la noche?

¿Qué fue del abrazo invisible?

Te ofrezco un collar de bolitas

que engasté tembloroso

en los delgados hilos del hambre,

y tu voz somnolienta

susurra un débil rechazo

al molesto intento.

Pide descanso la opulencia

que no puede ser perturbada.

Mi ausencia de todo

se sigue arrastrando

implorando que sobre mis harapos

caiga una sombra

de algo humano.

Un día tuve un sueño maldito

que me enemistó con el sol,

con el mar y con el hombre,

y un violín vestido de negro

inició, despiadado,

el vertical vaivén.

 

 

…DE MI PATIO

 

AÑORANZA

Patio blanco, de paredes desgarradas por el tiempo,

ventanas con cristales mutilados

que un día estuvieran tiernamente

arropados por visillos blancos.

Como cuerdas de violines muertos

rasgan el aire tendederos deshilachados

que otrora fueran tersos balancines

de lienzos que jugaban con el viento.

Alféizares marcados

con negros redondeles de macetas

(que recuerdan aromas de geranios),

pasaron a ser huesas de retorcidos palos.

En las tejas verdeadas por el musgo

se posan dos palomas, escuchando el silencio.

Dejaron de oírse las risas de los niños,

los gritos de las madres,

los dimes y diretes de vecinas.

Aquel cigarro

que por la noche cerraba mi día

mientras fisgaba la vida del patio,

ya no tiene sentido.

Lo dejo, prendido en mis dedos

consumirse solo, esperando

que se enciendan las luces del primero,

que canten los pájaros,

que me llegue el olor a cocido

de la vieja del cuarto,

y la queja furiosa de la del segundo

a la que moja el goteo de la ropa

del piso de arriba.

Sacudo con pena el recuerdo

y el aire me trae un pañuelo blanco

para secar mi añoranza.

El tiempo susurra en mi oído

que así es la vida,

como mi patio.

 

 

… DEL AMOR QUE NO CESA

 

 

AMAINA, CORZA   (A mi hija Lilí)

Primer premio María Fuentetaja El Escorial 2014

 

Amaina, corza, tus temblores

y ceda la negrura que el espanto hostiga

en tus ojos inocentes.

Reposa tus trémulas manos

en el algodón de la brisa arrulladora

y contén los trepidantes latidos

de tu corazón azarado.

Amaina, corza, tus galernas

en el hálito de la palabra venerada,

percibe el soplo del ángel,

deja que tu boca agostada

se colme del agua resucitadora,

y tu sudorosa corteza

remanse en el pacer de la hierba consagrada.

Amaina, corza, tu dolor, tu ira,

y enrédate en las cuentas

del acebo brotado sobre los guijarros del desaliento.

Quiebra la celosía que enclaustra tus clareceres,

rasga el tul,

y escupe la pez que ennegrece tus adentros.

No más barros rotos de aberturas perpetuas,

no más torrentes túrbidos,

no más árboles renegridos por el ímpetu traidor.

Déjate guiar al vergel

donde tus dientes retomen

el rumiar de los blandos brotes,

donde fulgure en tus ojos el destello anaranjado,

y donde tus celosas orejas arrullen

el meloso silbido de las alas de las mariposas.

Llénate del aura clemente,

aquélla en la que, ansiosa,

tragabas la leche de la vida

bajo el vientre cálido del sueño albar.

Amaina, corza, el clamor de tu abandono,

y retiñe tus andares

en el dócil blancor de la laguna libertadora.

 

 

 

EL DESCANSO DEL ÁBACO  

A Mateo, mi esposo

Hoy he visto en tu cama la huella

del puño que hundiste en la orilla

en que empiezan tus días.

Quizá te costó levantarte,

o quizá fue un buscar en tu sueño

algo que quiso esconderse,

o un coger fuerzas, ¿quién sabe?

Hoy he visto en el vaho del espejo

la oración que murmuras

todas las mañanas,

quebrando el silencio

del amanecer callado,

y la huella de tu mano firme

haciéndote un hueco en el que reflejarte.

Hoy había el aroma tuyo

que escapa a escondidas

de ese no dejarte decir lo que sientes

por no destaparte.

El olor a café en la cocina,

el que dejas jugando en el aire,

hoy me sabe a horizonte,

a horizonte cercano,

a horizonte grande.

Has mirado en silencio mi sueño

como cada mañana

antes de marcharte,

y te vas meditando tus cosas,

remando hacia adentro

en esos mares tuyos de una sola orilla.

Cuando vuelvas,

dentro de unas horas,

sentaremos los dos las miradas

frente al ábaco de bolas inertes,

el que no suma ni resta,

el que ya no nos trae inquietudes

porque ya dominamos las cuentas.

Mientras yo te hable

de lo hermosa que ha sido

esta otra mañana,

tú dirás que para hacer la luz en un cuadro

solo hay que dar

pinceladas blancas.

Los poemas  de Carmen Prada pertenecen al alma, llevan consigo una carga de sensibilidad, de rebeldía y de esperanza. Son un  encuentro con la luz  y sin pensarlo nos hace sentir más vivos. Sus versos expresan la condición humana , los estados de su alma que pasa por los recuerdos, la vida, el dolor, el llanto. Se pueblan de fantasmas, y en ellos el amor derrite su espíritu , como una eterna inspiración hacia la vida

 

CARPE DIEM

Vivimos asomados al abismo

del terco misterio de la existencia

apoyando en la nada los zapatos,

maquillando de esperanza nuestra angustia,

aceptando el infierno con el pacto

que instalaron al nacer en nuestros ojos.

Apilamos cenizas en la amnesia

de los gritos que despiertan  las sombras

y apretamos el cerco a las preguntas

para ahogarlas sin pudor en la ignorancia.

Los sabios siembran canas en sus plumas

intentando tejer sus propios velos

y al final la incertidumbre es lo que queda.

Moriremos, y el aliento de los musgos

llegará a los que vienen tras nosotros

y pondrán, como todos, carpe diem

en el vaho que se pega a los espejos.

Los poemas de Carmen Prada  en su libro “Así madre” me han parecido cantos sobre los aspectos más esenciales y simples, vividos intensa e individualmente. Son observaciones cotidianas que muestran la intimidad, del bien decir. Unos poemas desde la reflexión más íntima que, sin duda, llegan al alma de los lectores .

 

Fotos y selección de los poemas: José Amador Matín

 

 

 

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