El poeta Antonio Praena
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar una muestra antólogica del poeta y fraile dominico Antonio Praena (Purullena, Granada, 1973) ha publicado los libros Humo verde (Accésit Premio Iberoamericano Víctor Jara 2003), Poemas para mi hermana (Accésit Adonáis 2006), Actos de amor (Premio José Hierro, 2011) y Yo he querido ser grúa muchas veces (Premio Tiflos, Visor 2013). Por Historia de un alma (Visor 2017) ha recibido el Premio Jaime Gil de Biedma, el Premio de la Crítica Andaluza 2018 y el Premio Valenciano de la Crítica 2018. Ha visto la luz la antología en italiano “Tra cielo e terra”, a cargo de Alessio Brandolini, con estudio introductorio de Gloria Bazzochi (Universidad de Bolonia). En breve aparecerá la traducción al griego de su libro Actos de amor. Profesor de la Facultad de Teología de Valencia, de Domuni Université y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Valencia.
Perfil de Salamanca. Foto de José Amador Martín
Antonio Praena está invitado para participar en el XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que se celebrará en Salamanca del 14 al 16 de octubre.
TOMA en tus manos
este jersey tejido en nudos de memoria.
Consérvalo, porque algún día
recordarás las manos desgastadas
que lo tejieron en las noches de tu infancia.
Y no podrás volver. Y tendrás frío
cuando descubras que vivir
a veces es llorar.
Abrígate con el amor que en el jersey está trenzado:
lo que nos quita el tiempo
ha sido el tiempo quien lo ha urdido
en formas misteriosas y sencillas
que hilvanan nuestras vidas a otras tramas.
Es imposible amar fuera del tiempo,
nada infinito hay que se alcance sin su hebra
aunque la hechura de su amor
nos muestre su belleza en sacrificio
sólo al perder a quien más hondo nos ha amado.
No pienses, como Eliot,
que sólo el tiempo vence al tiempo,
porque el tiempo es invencible.
Más bien realiza hazañas cotidianas:
piensa en mamá, aprende a tricotar
tus horas en ofrenda:
-punto de arroz,
ochos perdidos,
espigas que se cruzan
con las agujas de la vida…-
Ponte el jersey
y teje otro jersey para tus hijos.
De Poemas para mi hermana
Accésit Premio Adonáis
Rialp 2007. Reedición 2018
8 DE JUNIO
Nací el 8 de junio.
Toda la luz se derramó en mi sangre,
pero hace tiempo que no encuentro
ni la luz ni mi sangre.
Pensé que era mejor poner mi vida
muy lejos de las cosas que he querido,
muy lejos de las cosas de este mundo,
muy lejos de tu amor, que ha sido el mundo.
Me fui fuera de ti
para poder volver un día
curado de la bestia que me ocupa.
Pero la bestia se ha hecho grande,
tan grande como puede hacerse un hombre,
y vamos los dos juntos de la mano
camino de la muerte:
¡si me vieras!,
los ojos que quisiste son agujas
clavadas hacia dentro.
Soy uno de esos hombres que desguaza
las flores con sus botas de jinete.
Consumo polen ácido,
comulgo reno crudo, escupo arcilla.
Me digo con palabras que les lamen
los ojos cancerosas a los ciegos.
Confieso que he bebido cera hirviente
tratando de sellar todas mis puertas.
A veces, si mi bestia se ha dormido,
planeo una manera de escaparme:
me visto un traje nuevo, me anudo una corbata,
mas, vueltos al espejo mis dos ojos,
descubro que me mira un hombre muerto.
Y entonces, inhumano, desterrado,
retorno al colchón sucio de mi siglo
y cumplo un año más lejos de todo.
No he vuelto a escuchar luz.
No he vuelto a besar pulso.
Me alumbran y devoran la garganta
estrellas tan brillantes que son negras.
Mas dejo testimonio de que todas
las noches de mi vida he pronunciado
tu nombre con gemidos animales.
Tan fuerte te he llamado que no existe
frontera entre el aullido y mi persona.
Quizá sólo fui alguien un instante
del 8 de aquel junio de aquel año,
lo mismo que son hombres los que lloran
y dejan de existir los que no aman.
Foto de José Amador Martín
II.
RESPONSO
Que los potros de Cristo te salgan al encuentro.
Que canten para ti los coros de los ángeles
y que el gesto rotundo de tu animal mandíbula
sea ya, solamente, belleza.
Espero que ahora entiendas mis lágrimas absurdas
sobre el cuerpo de Cristo tantas veces vertidas.
Porque esos manantiales, que riegan las praderas
que ahora estás pisando, son pena trashumada
que mi llanto por ti –Javier, el de los ojos
oscuros y palomas, Javier, el de los brazos
palabra y arteriales- roció sobre las verdes
llanuras de la patria. Yo quiero que descubras
en esa luz total, que, al fin, todo lo explica,
que el llanto que se llora sobre el cuerpo de un hombre
engendra en el Edén arroyos de agua virgen
para aquellos que amamos en este valle oscuro.
Bebe en ellos, Javier, guerrero hermano mío.
Tú que estás en la vida, no te olvides de mí.
Foto de José Amador Martín
QUIZÁ UNA GOLONDRINA
Como en el cuadro de Fra Angélico,
un pájaro, quizá una golondrina,
salta esta tarde entre las bóvedas del claustro
buscando una palabra en que anidar.
Y aunque no es este el año uno
ni estamos a finales del Trecento,
aunque ni el manto del azul más limpio
podría cancelar todas las deudas
que tengo contraídas con la vida,
aunque, Señor, yo no soy digno
de que entres en mi casa y la ilumines,
quizá, precisamente, por mi pobre
materia de hombre pobre y desvalido,
quizá porque este cuadro de Fra Angélico
me invita a adivinar que tú sí puedes,
quizá por esta humilde golondrina
que salta, como aquella del Trecento,
entre las bóvedas cuajadas
de estrellas rutilantes de este claustro,
abro mi corazón y exclamo: fiat.
De Actos de amor
Premio José Hierro 2011
Universidad Popular “José Hierro” 2011. Reedición Raspabook 2016
PERO NO
Estoy lleno de muertos,
de perros muertos y hombres muertos.
Mi corazón es un inmenso cementerio
de perros y de hombres cuya carne
se pudre y se confunde: soy el mundo
y el tiempo en el que el mundo se disuelve.
Podría contagiarme de esta podre,
abrir mis duros ojos con espanto
dejando que la luz partiese de ellos
y ser un muerto más de abiertos ojos
al terror del vacío.
Pero no:
el mundo no es tu ingrata soledad.
No cabe en tu sepulcro la belleza.
No te has dado la vida, te precede
y habrá de redimirte cuando acabe
la oscura vanidad que hay en tus ojos.
Hay pájaros ahí fuera. Está la tarde
dorada destellando en las esquirlas
de nubes y de antenas. Está el viento
jugando con las hojas, y en la hierba
dos perros son sustancia compartida
por un nudo de carne que los une
a un trance que no puede detenerse.
Grita hondo, revienta tu camisa.
De lejos eres gloria innumerable.
No hay muerte en la que quepa tu misterio.
De Yo he querido ser grúa muchas veces
Premio Tiflos 2013
(Visor, 2013. 2ª edc. 2014)
ENTRE HOMBRES
(43 estudiantes desaparecidos en Iguala, México)
Y ahora piensa en un hombre
que está meando sobre un valle
cubierto de amapolas.
Míralo: se ha plantado con sus botas
bien curtidas y limpias
sobre el borde del valle.
Se sujeta la verga con los guantes de caza
y mea de un extremo al otro extremo
del valle de amapolas
mientras apura un cigarrillo.
La fuerza de su orina hace temblar las amapolas.
Su meada penetra tierra adentro
hasta el temblor de la amapola
(-y acaso más al fondo; digamos, por ejemplo
que hasta el borde quebrado de una falla-).
No es este un hombre imaginario
de simbólicas botas bien lustradas;
ni orina que se piensa, ni guantes que se escriben
sujetando una verga literaria
sobre un valle ficticio.
Decimos que este hombre es un hombre bien hombre,
y que en el fondo no ficticio de este valle
hay huesos calcinados, hebillas calcinadas,
zapatillas y botas calcinadas
junto a membranas y cuadernos,
diccionarios y lenguas calcinadas.
Digamos que este hombre se sacude
la verga y, apurando el cigarrillo,
lo apaga con la punta de sus botas
y vuelve a su Volkswagen.
Este hombre soy yo
-no me gustan los hombres
que no sospechan nunca de sí mismos-
y ahora te doy asco.
Carece de importancia:
bienvenido al poema.
Publicado en la antología “Los 43 poetas por Ayotzinapa”
(México)
Foto de José Amador Martín
Para Juan Pablo Zapater
Nam ad pulchritudinem tria requiruntur.
Primo quidem, integritas sive perfectio.
Et debita proportio sive consonantia. Et iterum claritas.
Santo Tomas de Aquino
Extático es lo bello;
tan sólo quien se pierde le da alcance,
quien nada de sí mismo ya persigue
y en pura rendición encuentra el gozo
de no buscarse más que en lo que huye.
Porque allá de nosotros hay la noche,
y hay noche más allá de cada noche
cuando el cuerpo no es cuerpo en muchos cuerpos.
No aspiro a comprender este viaje
que no tiene retorno y que no acepta
tampoco un fin preciso al que guiarnos.
Vertical es vivir. Morir es vertical.
Y es esa la belleza -¿a quién le importa?-
que nos rompe y alumbra
violando nuestros quicios.
No hay tiempo que perder y no hay tampoco
destino que ganar: lo hermoso arde en su orden
y en su tiempo aniquila cualquier orden del tiempo.
No cabe perfección, medida o consonancia,
aunque siempre nos quede
la obscena claridad
que vemos traducida en esplendor, aunque es mentira:
es luz en la que huir de la luz misma.
Su forma de alcanzar luz más oscura.
Foto de José Amador Martín
Si una especie de hombres se atreviera
sólo a soñar las cosas que yo he visto,
todos los sueños morirían.
He visto Barbys desvirgadas
entre los guantes impolutos
de un tipo trajeado.
Marquesas y fervientes
regalar pitilleras
con tal de ser tratadas como golfas.
He visto el Maserati de un famoso
en los arcenes de Las Barranquillas
-ya sabéis: salida 13
de la Autovía de Valencia-
buscando mefedrona junto a un chulo
con Wranglers de elastano.
También he visto anillos de brillantes
al fondo de condones
y polvo de kamagra
sobre botines de serpiente genuina.
¿Qué esperabais del arte? ¿Alguna vez
te has preguntado cuántos mundos
se esconden en lo oscuro de este mundo?
Los sueños no podrían respondernos,
porque los sueños son absurdos e idealistas
igual que el niño muerto que llevamos
muy dentro de nosotros.
Y he visto, finalmente, te lo juro
-porque las letras son ajenas a los sueños-
sobre un cuerpo ciclado
con anabolizantes esteroides,
un tatuaje que dice:
“aquí no queda espacio para tanto vacío”.
ARTE
Para Ricardo García
Soy el hombre que Bacon ha pintado
-más guapo, menos viejo-
desnudo sobre un váter parisino.
Soy el mismo animal en cuyos ojos
el sexo y el terror supuran una
violencia que no encuentra analogía.
Asmático de sangre, soy adicto
a los golpes de sangre,
y en pos de la belleza he destrozado
la jaula de la vida desguazando
con ella el animal que la habitaba.
No importa:
la escena es algo hermoso
como es hermosa la violencia
en los cuadros de Bacon.
Porque somos el monstruo de esos cuadros
y estamos infectados de un destino
repugnante y sublime.
Llevamos cada uno en nuestras venas
la hora de la muerte.
Nada impide
preñar de nuestra muerte cuerpos nuevos.
Los monstruos se eternizan en el semen.
Sus hijos tienen dientes en los ojos
y devoran el mundo exactamente
igual que nuestros padres devoraron
el mundo con sus ojos y sus dientes.
Nuestro cuerpo es la hostia
sobre la que culmina el sacrificio
que quisimos amor y amor no pudo.
Lo supo Bacon bien; al fin y al cabo
lo dice el hijoputa mientras brinda
en un documental de los ochenta:
el amor es ser bueno. Pero estaba borracho.
Foto de José Amador Martín
GRAFITI
¿Quién sostiene este mundo?
No son los tipos como yo,
trajeados, erguidos y con clase.
Quizás esas mujeres con carritos de rafia
que son feas y gordas
y visten chaquetitas con pelusas.
Quizás las que consuelan los peores
25 minutos en la vida
de alguien que ignoramos:
“Dios es negra”
he visto en un grafiti sobre el muro
de un solar de desguace. Me he reído:
si vamos a ponernos trascendentes,
añadamos que es calva y que está en paro.
Ya lo dijo Aristóteles:
no siempre la verdad resulta bella.
Pero Aristóteles no existe.
Tan sólo es un consuelo de afligidos,
un invento de Grecia.
De “Historia de un alma”
Premio Jaime Gil de Biedma
- Visor
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