El poeta gaditano Amaya Zulueta
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar estos textos del poeta y narrador gaditano Amaya Zulueta (Cádiz, 1947). Manuel Amaya Zulueta nació en Cádiz, estudió Letras en Sevilla y ejerció de lector de lengua española en Francia. Su vida ha estado dedicada a la enseñanza de la literatura y al estudio de la poesía española, especialmente la del siglo XX. En poesía obtuvo el Premio José Luis Cano (2002), por su libro El ala de la locura; el I Premio de Poesía de Llanes (Asturias, 2017), por su libro “Carissa” (2018); el III Premio Perversus (2018), por su libro Desde el breve jardín de “Oloron” o el Premio de Poesía Los Palacios (Sevilla, 2018). También quedó entre los dos finalistas del III Premio de Poesía José Luis Núñez (2019) o entre los 15 finalistas del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador (Salamanca, 2020), por su libro El esqueleto del Edén. También ha publicado el poemario “El dios en el espejo” (Unicaja, 2005), “Memoria de las sombras” (2015) En narrativa ganó el I Premio de Novela “Fernando Quiñones” (1999), por su novela “El león de oro” (Alianza Editorial, Madrid, 2000) y fue finalista del VIII Premio Internacional de novela “Luis Berenguer”, por la obra “Las Puertas de la Noche” (1998). También publico el libro de relatos “La ciudad escrita (2002); “Hoy no he sacado el futuro a pasear” o Estrecho, una poética de la solidaridad (2001), entre otros.
Foto de José Amador Martín
Agradecemos a Manuel Amaya Zulueta por dejarnos publicar buen número de poemas inéditos, seleccionados de varios libros suyos, entre los que están “El esqueleto del Edén”. Recordemos que al Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador se presentaron 1017 libros.
Poema de
DESDE EL BREVE JARDÍN DE OLORON,
(Libro ganador del III Premio Perversus de Poesía)
Foto de José Amador Martín
ADÁN Y EVA EN EL JARDÍN
Imaginar siempre un Edén
Rubén Darío
La musculatura era la de un cuerpo,
concavidad de amor que figuraba
música por los dedos lujuriantes,
sinuosas bocas amplias se os abrían
al cielo, sin espanto, y las serpientes,
cuando silbaban por la verde yerba
se quedaban un rato a contemplaros,
y la más atrevida os enroscaba
por las cinturas y los finos torsos;
murmullo sin palabras, sin sentido,
la sangre se paraba cuerpo abajo,
tan blanca y tan minúscula esbozó
un pez sobre las losas del jardín;
ligados forman en el blando césped
vuestros cuerpos figuras que se tragan
el horizonte azul hasta su fondo.
Más tarde os empezó a cubrir la noche.
¿La razón?, finitud que no impedía
dulces acciones; ni pensabais; gráciles
los pechos: “¿Tienes frío?”,
“¿Nos amamos de nuevo?”
“Ven, échate un poco hacia la locura”.
Foto de José Amador Martín
CUADERNO DEL BÉARN
(Breves poemas de libro inédito)
47
El ojo del abismo
me pasa por la espalda
el andrajo de miel.
58
En la estera del vientre
el árbol se evapora
cuando huele a semilla el sueño.
128
Duerme la luna
Bajo el olvido
Del renglón niño.
3
Por el húmedo sol
las tres palomas arden
con guirnaldas de miel.
Foto de José Amador Martín
10
El otoño exprimía
carrozas de limón sobre los bosques.
292
Todo límite es
lágrima domada.
4
Proveer una forma de escritura
da visibilidad a la materia.
7
He sido un ser de plata
salvo para el Misterio.
1947
El cello, voz de Adán.
136
Como la arcilla en la mano del alfarero,
así estoy yo en tu boca.
294
Revelase el lugar de la semilla
el interior de luz
del pájaro de nieve de la noche.
39
Tuberculosas hojas del otoño
con toquillas de miel por el jardín.
Foto de José Amador Martín
18
Dentro de las campanas
se pone un chal el aire.
37
Ella se perfumó
con tres dólmenes de arpas.
283
Dolores de las lilas en la capa
de sosa del silencio.
1947
El agua no es la araña,
la araña es el dragón
que se cree semilla.
170
El dolmen arrasó sin gravedad
el ribete de fruta de la colcha.
CARISSA
(Dos textos de I Premio de Poesía de Llanes)
Cartel Expo Pepín de la Fuente
CUANDO VENGAS
No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.
(Rom. 7,19).
Cuando vengas a ver mi cuerpo que sea sábado,
que luzca luna nueva en los visillos;
ven leído y no casto, arrodillado,
que tu mano no esté de sangre limpia.
Yo podré aguantar la mentira de tu abrazo
y cerraré los ojos y te dejaré actuar;
gozarás de mi cuerpo hasta hartarte,
yo acariciaré en tanto tus rodillas.
Ven, deja de ocultarte en el rencor,
ven paso a paso a mí, como era entonces,
descansa aquí, en mis pulsos, pues no de otra
manera puede ser cuando se trata
de establecer aquello virginal
que cantas como amor en tus poemas.
Fotografía de José Amador Martín
PERFIDIA
Horda de fuego la adorada joven,
la iniquidad ansió su cadera desnuda,
mórbida de humillar, como una pértiga
de seda rasga el torso en la batalla
del guerrero admirable.
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IR HACIA UNA ESTRELLA
(Dos textos de libro inédito)
El poeta y narrador Amaya Zulueta
DIOSMAR
Eres un mar profundo,
insaciable mar hondo,
tan hambriento y sediento de ti mismo
en deseo de verte a ti mismo, perenne
dios en tu misma luz inacabable.
DIOSESPACIO
¿Qué inmaterial esfera
me hace noria del sueño
de tu silencio, Espacio?
Fotografía de José Amador Martín
SÁXEA
(Texto de libro inédito)
A veces escribo tu nombre en los papeles que ya no sirven, en papel higiénico, en poemas.
A veces escribo tu nombre en las puertas de los retretes de los institutos.
A veces escribo tu nombre todavía en las cortezas de los árboles.
A veces escribo tu nombre, tu pequeño nombre sin letras,
en los rombos de mi eccema, en mis herpes labiales, en los muladares
que dan a tu casa;
aunque nunca puedo escribirlo en la mazurca opus diecisiete número cuatro.
A veces escribo tu nombre, tu pequeño nombre, dentro del insomnio,
o en las pastas de los libros de lengua.
A veces escribo tu nombre, ya sin letras, en mis padrenuestros.
A veces escribo tu nombre por ahí, por las arterias que encuentro por mi casa, por la calle.
Y también en mi despacho lo escribo, y en seguida lo tacho…
Y he de tacharlo porque tu nombre es vade retro
para la vida rasante de lo diario, un grito silencioso que triza el ¿Quieres la sopa
en el salón o cenamos hoy en la terraza al fresco de los destinos fatales?
En el salón, así podremos ver la tele, respondo. Y voy al salón como si no existieras.
A veces escribo tu nombre (hasta cuándo, me pregunto) por los vallados de tunas,
y en las culatas de las escopetas de las barracas de ferias con patitos que giran
y giran.
A veces escribo tu nombre por las esquinas, como en una canción de Piquer.
Ya, ya sé que es una vulgaridad escribir así, pero es que esto, aunque te lo parezca,
no es un poema, sino rock duro, heavy metal, una cosa así como de vísceras…
Otras veces escribo tu nombre a espaldas de las sotas de oro;
pues las sotas de oro no tienen orgullo,
pero tampoco se arrodillan a tu paso de jeans bordados.
Y me veo más tonto cada día.
Sin embargo, a pesar de todo, sigo escribiendo tu nombre en el Nilo de mi atlas
y en la nieve de Francia,
y en aquella nube que parece una esquela
y en el último soneto sin terminar, monótono y silencioso,
y en la sed, sí, y, desde luego, en todas las zonas en blanco de los pentagramas.
Y en las vistas sobre el Leteo…, que ya no existen…, las de ahora son más feas.
Y en el líquido amniótico en el que te espero desde…
Fotografía de José Amador Martín
EL ESQUELETO DEL EDÉN
(Tres poemas del libro finalista en Salamanca)
Chopos que restáis en la lejanía olvidados,
chopos que os burláis de mi vida en las largas vísperas
del invierno, recurso de poetas, el paso
del tiempo que se acerca derriba vuestras hojas,
cansadas de esperar, en las tardes lluviosas.
oeste/73
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Una melancolía penetrante
un invierno macizo,
y el mareo monótono del viento,
y un ensombrecimiento progresivo
donde todo parece quedar en suspensión.
curso/81
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Bajo cada viñedo del oasis
crees hallar los labios del ayer,
abres los ojos: sombra de unos hombros,
la huella del carretón de la tristeza,
la alada aguja de la vid dorada,
un sillón destrozado bajo el álamo;
me siento y siento la vida sentir, pues todo
va silenciosamente madurando.
pámpanos/99
EL ALA DE LA LOCURA
Un poema en prosa de I Premio José Luis Cano,2002)
ALCOR DE LA CREMACIÓN
Aislamiento de los abrojos. Paramera del aire con frescura de astas y osamentas, oculares formas de la salmuera sin alteración crepuscular. Iluminaria de pita bajo un astro de polvo. Yuca alumbradora de minerales. Salífero desecamiento. Solar espantajo de leña que el mar ha devuelto en su estrangulación. Material de cal. Yemas doradas. Reptiles impetuosos rebrotando sobre enjugadas vaguadas de almidón. Sopor de clivias tras fondos de cera. Secaderos de hacinadas aves y bohordos de realidades puntiagudas con azulejos de rabia. Fuego recién talado entre miserias y harapos de rojizas casuchas con flores de aceite por las mirillas.
Fotografía de José Amador Martín
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