El poeta Medardo Ángel Silva
Crear en Salamanca se complace en publicar una muestra de la poesía del ecuatoriano Medardo Ángel Silva (Guayaquil, 1899-1919), sumándose así a la celebración de su primer centenario que está organizando la Carrera de Pedagogía de Lengua y Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central del Ecuador. En vida (murió a los 21 años) sólo publicó un poemario El árbol del bien y del mal (1917). Posteriormente, en 1926 y en París, Gonzalo Zaldumbide publicó sus Poesías Escogidas. Fue también autor de prosas poéticas y de una pequeña novela titulada María Jesús. Está considerado como el mayor representante del modernismo en la poesía de su país.
El VIII Congreso Internacional de Docentes de Lengua y Literatura, se realizará de forma virtual del 24 al 28 de agosto. El profesor Pablo Romo es el director de la Carrera de Pedagogía de Lengua y Literatura, mientras que el poeta y profesor Iván Oñate, director de la revista Anales, está coordinando el encuentro Maestros de la Poesía Hispanoamericana.
EL ALMA EN LOS LABIOS
Para mi amada
Cuando de nuestro amor la llama apasionada
dentro de tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento, lleno de este cariño
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
para poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra, y eternamente espero
llamarte mía, como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda
¡Dejar mi palpitante corazón que te adora!
Medardo en Cómic. Arte de Pedro Juan Benalcazar Vasquez
SE VA CON ALGO MÍO
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora
como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora!
LAS ALAS ROTAS
En antiguas orgías cuerpos y almas servimos
a los siete lobeznos de los siete pecados;
la vid de la Locura de sus negros racimos;
exprimió en nuestras bocas los vinos condenados.
Pálidas majestades sombrías y ojerosas,
lánguidos oficiantes de pintadas mejillas
se vieron coronados de nuestras frescas rosas
y en la Misa del Mal doblamos las rodillas…
¡Y acabadado el festín al ensayar el vuelo
hacia el puro Ideal como heridas gaviotas
las almas descendieron al putrefacto suelo,
asfixiadas de luz y con las alas rotas!
LA EXTRAÑA VISITA
Por la noche la Muerte las alcobas visita
donde dormimos nuestros apetitos bestiales y,
buen vendimiador, los frutos escogita
de sus vendimias eternales.
Una vez a mí lado llegó calladamente
y, cual si fuera un miembro próximo de la familia,
me acarició las manos y me besó la frente;
y yo comprendí todo…
Y, desde esa vigilia,
ella marcha conmigo
y se acuesta en mí lecho
y su mirar oscuro toda mi vida abarca…
¿No ves, por mi actitud, que estoy como en acecho
del rumor con que boga su misteriosa barca?
Escultura dedicada a Medardo Ángel Silva
PALABRAS DE OTOÑO
A Miguel Ángel Barona
Guárdate tus sonrisas: mi corazón hastiado,
como fruto en sazón, a la tierra se inclina;
la senda ha sido larga, amiga: estoy cansado,
y quisiera gozar de mi hora vespertina.
Odio aquellos amores de folletín: mi herida
no mendiga limosnas de piedades ajenas.
Yo tengo una tragedia, y se llama Mi vida:
para escribirla usé la sangre de mis venas.
Mi otoño anticipado me vuelve reflexivo;
me encuentras casi triste, sereno, pensativo;
no siento las delicias del flirt, es la verdad.
Mi espíritu se orienta hacia la eterna aurora,
hasta que la clepsidra de Dios anuncie la hora
de ser con mi Señor para la eternidad.
Lápida del poeta
ANIVERSARIO
Hoy cumpliré veinte años: Amargura sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
de razonar con lógica y proceder según
los Sanchos, profesores del sentido común.
Me son duros mis años y apenas si son veinte-
ahora se envejece tan prematuramente;
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos
que repentinamente nos encontramos viejos
en frente de las sombras, de espaldas a la aurora
y solos con la esfinge siempre interrogadora.
¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña
y a flor virgen; entonces estaba el alma niña
y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente!
Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar soñoliento la sábana de lino
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y rubia cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.
Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela
acababa y estábamos enfrente de la escuela
con el «Mantilla» bien oculto bajo el brazo
y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,
y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.
Y después, en el aula con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su ceño sombrío.
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?
Hay tanto que observar en los negros rincones
y, además, es mejor contemplar los gorriones
en los nidos, seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas de color de luna.
El sol es el amigo más bueno de la infancia;
nos miente tantas cosas bellas a la distancia,
tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;
y por él no atendíamos a las explicaciones.
Ese brujo Aladino evocaba visiones
de las mil y una noches -de las mil maravillas-
y beodas de sueño nuestras almas sencillas
sin pensar, extendían sus manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de brillantes.
Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de aquellos peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa
dominical, y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa.
Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez o doce años,
y los sedeños roces de los rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras.
¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,
¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,
¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!
Hoy no es la adolescente mirada y risa franca
sino el cansado gesto de precoz amargura,
y está el alma, que fuera una paloma blanca,
triste de tantos sueños y de tanta lectura…!
TRAILER DE LA PELÍCULA “MEDARDO”
https://www.youtube.com/watch?v=wYS8LkBq6hM
El profesor Pablo Romo
El poeta Iván Oñate en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín)
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