El poeta y ensayista cubano Jesús Barquet
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar algunos textos del nuevo poemario de Jesús J. Barquet (La Habana, 1953). Sale de Cuba rumbo a los EE.UU., como parte del éxodo del Mariel en 1980. Como poeta cuenta con Sin decir el mar, Sagradas herejías, Un no rompido sueño (2do. Premio de Poesía Chicano-Latina), Sin fecha de extinción, Los viajes venturosos/Venturous Journeys y Aguja de diversos, entre otros poemarios. En 2010 aparece en La Habana su compilación Cuerpos del delirio (Sumario poético, 1971-2008). Como crítico literario cuenta con Consagración de La Habana (Premio Letras de Oro), Escrituras poéticas de una nación (Premio Lourdes Casal), Teatro y Revolución Cubana: subversión y utopía en “Los siete contra Tebas” de Antón Arrufat, Ediciones El Puente en La Habana de los años 60, Poesía cubana del siglo XX y la primera antología de temas gais y lésbicos en la poesía cubana contemporánea titulada Todo parecía. Como compilador y traductor cuenta con José Ángel Valente: A Selection of His Poetry y una amplia selección de la poesía de Mercedes de Acosta titulada Imposeída. En la actualidad es Profesor Emérito de New Mexico State University y director de la editorial de poesía La Mirada en Las Cruces, Nuevo México.
DECIRES
Cuando hubo patria
el hombre dijo patria.
Juan Antonio Corretjer
Apenas había patria
y un hombre dijo patria
otros dijeron palma
un ciego dijo noche
un calvo dijo arena
un niño dijo madre
un padre dijo abrigo
un loco dijo isla
un poeta dijo fiesta
un viejo dijo tumba
un sordo dijo ruido
un mudo dijo cuba
y el hombre dijo entonces
ara y fue pedestal.
ESTACIONES
(verano)
Renace el sol, callado:
ola que orilla
yodo a la arena.
(otoño)
Camino y mis pies crujen
del amarillo
temblor de tu árbol.
(invierno)
De pronto una luz cauta
que se insinúa
rumbo a la alcoba.
(primavera)
Derrítense los últimos
copos del verso
ante tus pasos.
Mis manos cóncavas:
la sátira turgencia
de tu calzón.
Abrupto y veloz rito
el aquelarre
de tu rigor.
Hasta que abres y ofreces
tu terciopelo
acusador.
(verano)
De fuego escamas
—fuego es la cama—,
fuego en mis brazos, es.
Fuego que abrasa
—fuego que abrazo—,
llama de gozos, es.
Sudor culpable o pátina
de amargo azufre
sobre tu piel.
De cal viscosa engrudo
el satisfecho
común licor.
(otoño)
La lluvia al fondo
—rumor amigo—
deja el temor en paz.
(invierno)
Cíclico miedo
que espolvorea
tu nieve en mi hoja en blanco.
CONFIRMACIÓN DE ESTILO CALMO
Esta es también mi ciudad: nada en ella,
a su pesar, me es ajeno.
El acné de sus calles, los sombríos caserones,
las dóricas columnas, los soleados
portales y azoteas que se ensanchan indolentes,
el vaho sempiterno y bullicioso, el demencial
aguacero o la llovizna
que enrarece sus plazas y sus parques, la escasez
de lo que se derrocha en otras urbes
y el calor y el sudor y
aquel mar
apuntalado
allá al final de 23
pretendiendo volver a bautizarme
en no sé cuál suya religión o recóndita
descreencia…, todo eso
y más
de mi Habana
resultan ya sólo estas pieles
desolladas e ineptas de mí mismo,
pero yo
igual soy para ella
—aunque muchos prefieran ignorarlo—
uno de sus mayores desgajamientos, deslaves.
Porque incluso a mi pesar es esta
mi ciudad,
no obstante el genesíaco ofertorio
de intrusas extranjeras;
y lo sabemos ella y yo sin decírnoslo,
acallando cualquier insomnio o mutuo
resentimiento y recelo,
para en silencio, cómplices
—a cada paso mío sobre ella, a cada
nieve suya sobre mí, como zurciendo
con aguja de hebras reminiscentes
un posible velamen—,
confirmarnos el uno con el otro
sin padrinos ni obispos de caridad,
y mucho menos aún
vetustos o futuros
recargos de conciencia.
(La Habana, 2015)
RÉQUIEM DE 26-11-2016
Y ser de aquella tierra
Lo pagas con no serlo de ninguna.
Luis Cernuda
Otra vez el invierno,
las heladas, las nieves
y el frío que atraviesa
toda piel y cordura
llegan para que recordemos
—aunque borrosa en el antebrazo—
la marca de hierro candente del exilio.
Ajenos por fortuna, lejos
del legendario luto
impuesto o consentido,
otra vez el gorro de lana,
la bufanda más gruesa,
el abrigo que esperamos sea impenetrable,
y salir a la intemperie a confirmar aún,
en carne viva,
los números ajados de nuestra libertad.
MANOS
Allí está, me dice, y apunta hacia un recinto
sin paredes ni techo, frente al mar:
sólo columnas
de esperanza o certeza
anuncian su futura construcción.
A medias desbrozado, de arena, el camino
que a la nueva morada me conduce
es breve ya —la vejez y la muerte
son sus vecinas—
y por él me apresuro sin fruto previsible
pues de nada
parece que valen
los clavos, los ladrillos,
la mezcla por urdir
que cargan reincidentes estas manos
que escriben
ahora aquí
la prisa necesaria, el salitre
trabajando la madera,
la fe que a veces tiene
fecha de expiración.
NUEVAS ESTANCIAS DE UN PEREGRINO
1
Salí a verte pasar, peregrino,
y ya no pude volverme.
Contigo fui en cada etapa:
duras fueron las cuestas,
mayores los descensos,
falso todo descanso
a mitad de camino.
2
¿Eres tú quien viene
o soy yo quien va?
¿O andamos los dos
de tránsito?
3
Por azar te vi la primera vez.
Por azar al siguiente día
te reencontré.
Fatal será perderte.
4
Subí al monte
y nadie apareció.
Ya habrá otros montes
y subidas…
5
Iba yo y tú llegaste, Emanuel,
a sernos uno en tu vía
y en mi cuerpo.
6
Por siglos los oscuros
deslaves han dejado
expuesta a grandes riesgos tu raíz,
pero tú aún te triplicas y despliegas
en lo alto de la luz.
(Camino de Santiago, 2017)
Jesús Barquet
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.