Fotografía y escultura de Chong Chi-Yong
Crear en Salamanca tiene el privilegio de difundir la obra del poeta Chong Chi-Yong (Corea, 1902-1950). Estudió literatura inglesa en la ciudad de Kyoto, Japón. Al regresar a su país fue profesor de literatura en varias universidades, entre ellas la Universidad Nacional de Seúl. Desde muy joven se vinculó a la promoción de varias de las revistas literarias más importantes de la época. Participó en el llamado «Grupo de los Nueve», muy cercano al simbolismo y a las tendencias de la vanguardia europea. Católico ferviente, sin embargo, en su juventud creyó encontrar en el comunismo la respuesta para la crisis en que vivía el pueblo coreano bajo la ocupación japonesa. Después de la independencia (1945), optó por un pensamiento más conservador. Durante la Guerra de Corea (1950-1953) fue hecho prisionero por las tropas del Norte. Murió en prisión como resultado de una explosión.
Los poemas han sido seleccionados por A. P. Alencart, del poemario “Nostalgia”, publicado por Editorial Verbum en 2005, con traducción de Mah Sang-Young y Othon Moreno Rubio.
Las pinturas son del notable artista español José Carralero.
ORQUÍDEA
Las hojas de orquídea
más bien son de color de tinta china.
A las hojas de orquídea
llegan la neblina y el sueño.
Las hojas de orquídea
tienen los labios cerrados que se abren en plena noche.
Las hojas de orquídea
abren los ojos a la luz de las estrellas y luego les dan la espalda.
Las hojas de orquídea
no pueden mover sus codos salientes.
A las hojas de orquídea llega la brisa.
Las hojas de orquídea tienen frío.
EL TREN
Abuela
¿qué te hace llorar así, tan triste?
Llorando, llorando
te vas a Kakosima.
El rasgado pañuelo de algodón japonés
está empapado de lágrimas,
¡ay, no se aparta de mis ojos!
me acomodo y me acomodo,
pero el sueño no me llega.
También yo me voy a mi pueblo natal
pues me duelen las muelas.
Cruzando los aires de abril de flores de col amarillas,
el tren corre
mordiendo y mordiendo.
TIERRA NATAL
Mi tierra, aunque haya vuelto a mi tierra,
¡ya no es la tierra que quería ver!
Aunque las faisanas empollan
y lloran los cucos en la estación debida.
Mi alma ya no tiene tierra natal,
es una nube que flota hacia un puerto lejano.
Hoy también subo yo solo al extremo de la montaña,
las flores de puntos blancos sonríen cariñosas,
pero no se oye la flauta de hojas que soplaba de niño
y la amargura la siento en los labios secos.
A mi tierra, aunque haya vuelto a mi tierra,
¡sólo es azul y alto el cielo que quería ver!
GRACIA
También el arrepentimiento
es una gracia santa.
Los rayos del sol de la primavera delgados como hilos de seda
quiebran el hielo duro del valle.
¡Las lágrimas se derraman gota a gota
por el dolor como de aguja!
Apagan el seductor fuego del infierno
que arde debajo de las orejas.
¿A quién afecta el ferviente suspiro?
Vuelve a caer el rocío de amor en el alma sofocada.
El arrepentimiento me cierra el cráneo.
¡Ay!, ¡ay!, ¡Qué dolor!
ÁRBOL
Como la cara directamente se orienta al cielo azul
no es vergonzoso que los pies siempre se orienten a la tierra oscura.
Los granos caen de arriba abajo, pero sus retoños brotan
[necesariamente hacia arriba.
¿En qué forma fuiste sembrado? ¡Misterioso árbol de mi cuerpo!
¡Oh, oh, lugar ideal! ¡Bueno arriba y abajo!
Ha recibido directamente la triste herencia de Adán.
Con mi corta vida he contado dos mil años de Israel.
Mi existencia no es más que una mancha impaciente del universo.
Como el ciervo sediento busca la fuente y bebe de sus aguas,
así ahora me mojo la frente en la sangre santa de los pies clavados de Cristo
¡Oh, oh, abrazo al sol de la nueva alianza!
NIEVE EN PRIMAVERA
Al abrir la puerta, de repente,
en la frente la remota montaña se siente fría.
Ya ha llegado la estación de las lluvias
justo estamos en la mañana del primer día.
Los lados de las tumbas, inesperadamente cubiertos de nieve,
los siento fríos como si me golpearan en la frente.
El hielo se quiebra y el viento llega de nuevo,
se perfuman los pliegues de la ropa blanca.
Parece un sueño salir vivo de la vida encogida,
¡Ah, ah, qué tristeza!
Brotan los verdes retoños del perejil,
vuelven a mover sus bocas los peces que no se han movido.
Antes de florecer, por la nieve extemporánea,
sin la ropa de algodón, quiero volver a sentir el frío.
Autorretrato de José Carralero
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