Armando Romero en Grecia, 2015
Crear en Salamanca se siente privilegiada en poder publicar cinco poemas de Armando Romero (Cali, Colombia, 1944). Poeta, narrador, traductor, ensayista y profesor universitario. Perteneció al grupo inicial del nadaísmo en Cali. Entre sus libros de poesía figuran: Los móviles del suelo (1976); El poeta de vidrio (1976); Del aire a la mano (1983); Las combinaciones debidas (1989); A rienda suelta (1991); De noche el sol (2004); Cuatro líneas (2005; A vista del tiempo (Antología, 2005) y El árbol digital y otros poemas (2009). También ha publicado libros de cuentos, como El demonio y su mano (1975); La casa de los vespertilios (1982); La esquina del movimiento (1992); La raíz de las bestias (2005). Entre sus novellas destacan: Un día entre las cruces (1993); La piel por la piel (1997) y La rueda de Chicago (2004), Premio a la mejor novela de aventura, Latino Book Festival, New York, 2005. Ha sido distinguido con el título de Charles Phelps Taft Professor de la Universidad de Cincinnati. En el 2008 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Atenas, Grecia.
Cortina de lo regadera
CÍRCULO DE LOS CUERPOS
Dije hay que vivir hasta que de la pasión
salte el silencio
Respondió que el alborozo de los cuerpos limpia
con luz las mañanas
Dije hay que soñar que vamos en el mismo espacio
que empujamos con los dedos
Respondió que la realidad de los cuerpos
está más cerca que el sueño
Dije hay que volar con los piernas
entre las manos
Respondió que no hay límite en la conjugación
líquida de los cuerpos
Dije que allí mismo la amaba
hasta el hartazgo
Respondió con una sonrisa anudada
a nuestros cuerpos
Locomotora, Holbein y otros
AEDO, HOY
¿Quién tan pequeño
entra en una hormiga?
El que a tu lado
se sienta
y escribe el poema.
No tiene ojos,
sólo antenas,
y muchos pies
para vacilar
por los abismos.
Carga los muebles
de la casa
como si fuesen
palabras,
y hace de la miel
una trampa.
El que escribe
el poema
es una hormiga,
negra.
El ángel caído
POR DEBAJO DE CUERDA
A Arturo Gutiérrez-Plaza
Meditaba en aquellos monjes
que no paran de palpitar en el cenobio,
cuando mis amigos me llaman a ver
una mujer joven en el café de la acera.
“¿De qué antiguas cenizas surge el amor?”,
se preguntaba ella.
Reflexionaba en el demonio que viene a encantar
de boca a boca a los infieles,
cuando mis amigos insisten
que observe al que a ella se aproxima.
“¿Podrá ser cierto lo que traen sus palabras?”,
se preguntaba ella.
Pensaba en aquellos monjes que en la oscuridad
afirman que Dios tiene solo dos dedos,
cuando mis amigos me advierten
que él la mira intensamente.
“¿Adónde iré si sigo su camino?”,
se preguntaba ella.
Si Satanás hubiera hecho felices a sus mártires
el mundo sería diferente, cavilaba,
cuando mis amigos se obstinan
en que la mire de nuevo.
“¿Será tarde para salir de este encierro?”,
se preguntaba ella.
Entonces di media vuelta
y me quedé con los monjes,
resbalando por los templos.
Sodoma y Gomorra
LOS CUERVOS
De una estética a la otra
han pasado hoy los cuervos
por mi jardín.
Envueltos de negro
picotean semillas
entre la hierba.
Quisiera desarmarlos
como hizo Poe un día.
Pero al alzar la mano
con mi pluma lista
a volar se lanzan
por entre los árboles.
Esta imagen fugaz
es lo que resta.
La choza
EL AZUL
Cómo puede no verse
que el azul le falte el respeto
a todos los colores.
El azul se le tira a los abismos
sin importarle ser el cielo.
El azul se hace de rabia horizonte
contra los mares y sus islas.
El azul es color que dice de pasión
y lucha como los rinocerontes.
El azul pica como una flecha
de serpiente envenenada.
Yo vi el azul en una esquina,
lo vi bajarse de tus ojos,
poniéndole temor al encanto.
Por eso lo digo.
Lavandera
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