Poemas del boliviano Gary Daher. XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Pinturas de Miguel Elías

 

 


Crear en Salamanca tiene especial satisfacción en publicar algunos textos del poeta Gary Daher, extraídos del volumen titulado Decíamos Ayer, antología del XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos realizada por Alfredo Pérez Alencart, poeta, profesor de la Usal y director del Encuentro. Así escribe Daher, como anticipo:

 

Bendecidnos

sombras imperturbables

viajeros del muro y de la noche

nosotros también peregrinamos hacia el seno

interior y negro del olvido.

 

 

 Gary Daher

 

 

Gary Daher (Bolivia, 1956). Poeta, narrador y ensayista. En poesía, ha publicado Poemas y Silencios (1992), Los Templos (1993), Tamil (1994), Desde el otro lado del oscuro espejo (1995), Cantos desde un campo de mieses (2001, 2006), Oruga Interior (2006), Territorios de Guerra (2007), Viaje de Narciso (2009) y La Senda de Samai (2013), además del libro Errores compartidos (1995), en co-autoría con Ariel Pérez y Juan Carlos Quiroga. En novela, ha publicado El olor de las llaves (1999), El huésped (2004) y El lugar imperfecto (2005). En ensayo, ha publicado En busca de la piedra y el agua (2005).Trabajos suyos se han reproducido en diversas antologías, diarios y revistas bolivianas y extranjeras. En 1976 recibió el Primer Premio Jóvenes Escritores; en 1994 el Primer Premio Nacional de Crítica Literaria “Walter Montenegro”; y en 2004 fue nominado Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal”.

 

 

 

 

DEFENSA DE FRAY LUIS DE LEÓN

 

 

Los pasillos de la alta Salamanca

testigos fueron de la luz y ciencia

que Cipriano halló -despierta conciencia-

del albor que en los cantares se estampa.

 

Si así Dios en castidad nos arranca

traducirlos bastaría en esencia

para abrir la rosa que en su presencia

del gozo celestial sabe que encanta.

 

Si el hebreo -y afirmo- urdió en su lengua

la palabra santa que nunca mengua

fuerte deber es tomarla directa.

 

Que el hombre libre medra en su entereza

si en voces de la vía cantos reza

verterá el amor y en su cruz perfecta.

 

 

 

 

 

 

 

 

ESTE ES MI RÍO

 

 

Éste es mi río
mi Mamoré de larga cola
de garza al vuelo
de tarde teñida y roja.

 

Éste que
besado por las enmarañadas orillas
con sus árboles de bosque
con sus maderas de enamorado verde
se tuerce de placeres llevando una sola y líquida vena
que recupera de la playa dulce
la pascana del sueño
y de los pequeños desfiladeros
la arisca torrente de su alma de agua.

 

Éste es mi río
de corriente de chocolate en pena
mi río de canoa vadeada
y peces de escama cerril y salto de fugaz clavada.

 

Éste.

 

Y por nadar
encariñado con el vigoroso crecer vegetal
su piel está pintada de ramas y hojas
tiernas

 

Pintura que lleva de vez en vez un sordo latido de lágrima
que lo exalta y encabrita azotando sus riberas
devorando animal y cabañas
con su hosco bramido de anaconda en inundada.

 

Éste es mi río
de sol contra el oeste
gigante y exaltado en fulgor naranja
mi río de tarde
tarde
que canta arias de sirena india
hechizando
fresco y grande
al coro misterioso y eterno del rumor de la espesura.

 

 

 

 

 

 

EL ARRODILLADO

 

 

Arrodillado
retorno a mis orígenes
al universo de la escasez:

 

la mano
la caricia de la lanza
la estampida de los búfalos oscureciendo el horizonte

 

y al sosegar el polvo
los dioses olvidados en las húmedas cavernas.

 

Sobre la piedra
el contorno del bosque
honra la máscara
y la madera
morada germinal del fuego.

 

Los ritos de los cuerpos
regresan su siglo de gritos a los vientres
las lenguas
retroceden la llanura de Babel
un silencio inocente
es el respiro de la aurora.

 

Pero
dónde estás
descalza
a la orilla de qué lenguaje
la línea que lleva desde el instante hasta el principio
traza la marca de tu ausencia.

 

O eres a los dedos como a la mañana
un signo apenas
una inmensa interjección alucinada.

 

Mujer o reino
agua que está detrás de todos los deseos
profundidad de pozo

nadie.

 

Y si te nombran
y yo aún arrodillado
y tú todavía me esperas
vestida con todas las niñas que fuiste
pasado el umbral
abiertos los brazos

 

cuando todo se haya dado
y traigan para mí
la túnica de la muerte.

 

 

 

 

VIEJO POETA

 

 

El verbo que todo origina

y todo lo apaga

un día estará escrito sobre el báculo

 

entonces

seremos semejantes a las aguas

que moran como gesto del poema

escindidas

en el centro del mar rojo:

 

una enorme herida azul

uniendo las dos orillas del desierto.

 

 

 

 

LA FRUTA

 

 

Si para un hombre

lo alto

lo más deseado

pertenece al jardín de lo prohibido

entonces se levanta el límite

y son como un abismo misterioso

la sal

los sabores básicos

los desnudos ojos que añoramos.

 

Mas la fruta muere si se toca

y la fruta mata si nos nutre.

 

 

 

 

MUJER DE MIRADA DE LLUVIA

 

 

Mirada de lluvia
sedienta mirada de agua
clavada en mi alma alada como diamante puro
lúcido
como sabor a bosque adentro
entre aroma de maderas y de hojas húmedas.

 

Piel que no he tocado
boca inexplorada
amor que nunca ha sido
de día ni de almohada.

 

Imagen fugitiva
de color y luces nuevas
arrinconada en la quieta soledad del olvido diario
de la omisión inconciente por saberla ajena.

 

Voz de juegos y susurros
de su mirada de río
corriente clara que pasaba
de la montaña a lo escondido.

 

Amor de ilusas formas
de instante y fantasía
ya vuelves de repente
del sueño a la vigilia
a ahogarme en tu mirada
de larga lluvia tibia.

 

 

 

 

 

¿DÓNDE ESTÁS, DESCALZA?

 

 

A Juan Ramón Jiménez

 

 

Acaso no sea el destino

sino los hierros de la edad

el universo cerval de viejos miedos

los que se niegan

con austeros brazos

a rasgar la puerta

 

la puerta que guarda

el agua de ojos profundos

los secretos besos de las manos

y tu boca

pozo de amor y vértigo de oración

de aquel templo hondamente rosado.

 

Quién eres

descalza

en qué lugar de tu cuerpo

respira la intensa fuente de tu alma resucitada

el brebaje dócil de tu voz

diciendo quiero.

 

Cuál la cifra de tu nombre.

Dónde la muerte te encubre.

 

Por qué no vienes

como debiese llegar la primavera

tras el primer deshielo

robar

sencilla albahaca

el aroma profundo que descubre

los encendidos botones de tus senos.

 

Venme con tu aliento: húmedos pinos

venme que se ahogan las horas

junto al lecho vacío

roto el crepúsculo

beberás conmigo

y saldrá en cuerpo el jaguar

de tanta ternura contenida.

 

Oh! Brazos

quebrad de una certera vez

la recia puerta

quebradla

y dejad ingresar como la lluvia

la nota más blanca

 

la clara y luminosa nota

de esa vida

que ya he olvidado cómo era

¡Dios mío: cómo era

cómo era!

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