Crear en Salamanca tiene la satisfacción de difundir poemas de César Vallejo, Gonzelo Rojas y Olga Orozco, traducidos al italiano por Gianni Darconza, poeta, narrador, traductor y profesor de Literatura y Cultura Española en la Universidad de Urbino Carlo Bo. Ha publicado los poemarios Oltre la lastra di vero (2006) y Materia oscura (2017), la novela Alla ricerca di Nessuno (2007), los relatos L’uomo in nero e altre scorie (2009) y el cuento para la infancia Il ladro di parole (2013). Entre sus últimas publicaciones, cabe destacar sus traducciones Giovane poesia latinoamericana (2015) y La grande poesia ispanoamericana (2018), el ensayo Il detective, il lettore e lo scrittore. L’evoluzione del giallo metafisico in Poe, Borges, Auster (2013) y, con Gian Italo Bischi, Lo specchio, il labirinto e la farfalla. Il postmoderno in letteratura e matematica (2018).
Selección se ha hecho de la antología G. Darconza, La grande poesia ispanoamericana, Rimini, Raffaelli Editore, 2018
El poeta peruano César Vallejo
CÉSAR VALLEJO
(Perú)
A MI HERMANO MIGUEL
In memoriam
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
nos acariciaba: “Pero, hijos…”
Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores.
Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? Puede inquietarse mamá.
Vallejo por Picasso
A MIO FRATELLO MIGUEL
In memoriam
Fratello, oggi sto nel sossello della casa,
dove ci manchi senza requie!
Ricordo che a quest’ora giocavamo e che mamma
ci accarezzava: “Però, ragazzi…”
Adesso mi nascondo,
come prima, tutte queste preghiere
vespertine, e spero che tu non mi trovi.
Nella sala, l’ingresso, i corridoi.
Poi ti nascondi tu e io non ti trovo.
Ricordo che ci facevamo piangere,
fratello, con quel gioco.
Miguel, tu ti sei nascosto
una notte d’agosto, all’alba;
ma invece di nasconderti tra le risa, eri triste.
E il tuo cuore gemello di quelle serate
estinte si è annoiato di non trovarti. E ormai
cade ombra nell’anima.
Ascolta fratello, non tardare
a uscire. Sai? Può preoccuparsi la mamma.
MASA
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando “¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
César Vallejo, de Miguel Elías
MASSA
Al termine della battaglia,
e morto il combattente, gli si avvicinò un uomo
e gli disse: “Non morire, ti amo tanto!”
Però il cadavere, ahimè!, continuò a morire.
Gli si avvicinarono due e ripeterono:
“Non ci lasciare! Coraggio! Torna alla vita!”
Però il cadavere, ahimè!, continuò a morire.
Si presentarono a lui venti, cento, mille, cinquecentomila,
deplorando “Tanto amore e non poter nulla contro la morte!”
Però il cadavere, ahimè!, continuò a morire.
Lo circondarono milioni di individui,
con una supplica comune: “Resta, fratello!”
Però il cadavere, ahimè!, continuò a morire.
Allora tutti gli uomini della terra
lo circondarono, li vide il cadavere triste, emozionato;
si alzò lentamente,
abbracciò il primo uomo; e cominciò a camminare…
César Vallejo (Perù, 1892 – Francia, 1938). Costituisce uno dei vertici più alti della poesia in lingua spagnola ed è l’autore che più ha influito, in un modo o nell’altro, nella poesia del secolo XX. Tra i suoi libri si segnalano: Los heraldos negros (1918), Trilce (1922), Poemas humanos ed España, aparta de mí este Cáliz, questi ultimi pubblicati postumi nel 1939 dalla moglie Georgette Philippart, che ne curò per decenni la memoria e l’eredità poetica. La sua estetica è caratterizzata da una tappa modernista, avanguardista e rivoluzionaria. Indubbiamente la componente indigena attraversa l’intera sua opera, sia in modo tacito che esplicito. La sua poesia dolorosa e profondamente umana è una scommessa intensa, estrema e viscerale, caratterizzata da una serie di neologismi ed espressioni insolite.
Gonzalo Rojas y su esposa Hilda May, en Salamanca – 1992 (foto de A. P. Alencart)
GONZALO ROJAS
(Chile)
AL SILENCIO
Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.
Alencart, Rojas, Westphalen y Mutis (Palacio Real de Madrid, 1991. Foto de Jacqueline Alencar)
AL SILENZIO
Oh voce, unica voce: tutto il vuoto del mare,
tutto il vuoto del mare non basterebbe,
tutto il vuoto del cielo,
tutta la cavità della bellezza
non basterebbe per contenerti,
e anche se l’uomo tacesse e questo mondo affondasse
oh maestà, tu mai,
tu mai cesseresti di essere ovunque,
perché ti avanza il tempo e l’essere, unica voce,
perché ci sei e non ci sei, e sei quasi il mio Dio,
e sei quasi mio padre quando mi sento più oscuro.
Alencart, Rojas, Westphalen y Mutis (Palacio Real de Madrid, 1991. Foto de Jacqueline Alencar)
DESDE ABAJO
Entonces nos colgaron de los pies,
nos sacaron
la sangre por los ojos,
con un cuchillo
nos fueron marcando en el lomo,
yo soy el número
25.033,
nos pidieron
dulcemente,
casi al oído,
que gritáramos
viva no sé quién.
Lo demás,
son estas piedras que nos tapan,
el viento.
Gonzalo Rojas y Alejandro Romualdo (foto de A. P. Alencart)
DAL BASSO
Allora ci appesero per i piedi
ci tirarono fuori
il sangue dagli occhi,
con un coltello
ci marcarono sul lombo,
io sono il numero
25.033,
ci chiesero
dolcemente
quasi nell’orecchio
di gridare
viva non so chi.
Il resto
sono queste pietre che ci coprono,
il vento.
Gonzalo Rojas y Jacqueline Alencar, en Salamanca (foto de Enrique Hernández D’Jesús, 1991)
Gonzalo Rojas (Cile, 1917 ‑ 2011). È considerato uno dei grandi punti di riferimento della poesia cilena del Novecento. Tra le sue opere si segnalano: La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977), Del relámpago (1981), El alumbrado (1986), Antología de aire (1991), Río turbio (1996) e Metamorfosis de lo mismo (2000). A partire dal 1958 ha organizzato i famosi Congressi di Scrittori a Concepción, dove si riunivano, come lui amava affermare, i suoi compaesani di Latinoamericana. Per la sua opera ottiene diversi riconoscimenti, tra i quali il Premio Nazionale di Letteratura (1992) il Premio Reina Sofía in Spagna (1992), il Premio Octavio Paz in Messico (1998), il José Hernández in Argentina (1998), il Premio Altazor (2001) e il Premio Cervantes (2003).
Olga Orozco en Salamanca, 1992 (foto de Jacqueline Alencar)
OLGA OROZCO
(Argentina)
LAS MUERTES
He aquí unos muertos cuyos huesos no blanqueará la lluvia,
lápidas donde nunca ha resonado el golpe tormentoso
de la piel del lagarto,
inscripciones que nadie recorrerá encendiendo la luz
de alguna lágrima;
arena sin pisadas en todas las memorias.
Son los muertos sin flores.
No nos legaron cartas, ni alianzas, ni retratos.
Ningún trofeo heroico atestigua la gloria o el oprobio.
Sus vidas se cumplieron sin honor en la tierra,
mas su destino fue fulmíneo como un tajo;
porque no conocieron ni el sueño ni la paz en los
infames lechos vendidos por la dicha,
porque sólo acataron una ley más ardiente que la ávida
gota de salmuera.
Esa y no cualquier otra.
Esa y ninguna otra.
Por eso es que sus muertes son los exasperados rostros
de nuestra vida.
Olga Orozco, Alfonso Ortega y A. P. Alencart en la Cátedra de Poética Fray Luis de León (1992, foto de J. Alencar)
LE MORTI
Ecco qui alcuni morti le cui ossa non sbiancherà la pioggia,
lapidi dove mai è risuonato il colpo minaccioso
della pelle della lucertola,
iscrizioni che nessuno percorrerà accendendo la luce
di alcuna lacrima;
sabbia senza orme in tutte le memorie.
Sono i morti senza fiori.
Non ci legarono lettere, né alleanze né ritratti.
Nessun trofeo eroico ne attesta la gloria o l’ignominia.
Le loro vite si sono compiute senza onore sulla terra,
ma il loro destino fu fulmineo come un fendente;
perché non conobbero né il sogno né la pace negli
infami letti venduti dalla fortuna,
perché osservarono solamente una legge più ardente dell’avida
goccia di salamoia.
Quella e non qualunque altra.
Quella e nessun’altra.
È per questo che le loro morti sono gli esasperati volti
della nostra vita.
Alencart y Olga Orozco (1991, foto de Enrique Hernández D’Jesús)
CANTOS A BERENICE
VII
Aún conservas intacta, memoriosa,
la marca de un antiguo sacramento bajo tu paladar:
tu sello de elegida, tu plenilunio oscuro,
la negra sal del negro escarabajo con el que bautizaron tu linaje sagrado
y que llevas, sin duda, de peregrinación en peregrinación.
¿Para quién la consigna?
¿Qué te dejaste aquí? ¿qué posesiones?
¿O qué error milenario volviste a corregir?
Ahora llegas caminando hacia atrás como aquellos que vieron.
Llegas retrocediendo hacia las puertas que se alejan con alas vagabundas.
Tal vez te asuste la invisible mano con que intentan asirte
o te espante este calco vacío de otra mano que creíste encontrar.
Vuelcas el plato y permaneces muda como aquellos que vuelven,
como aquellos que saben que la vida es ausencia amordazada,
y el silencio,
una boca cosida que simula el olvido.
Jacqueline Alencar, Olga Orozco y su sobrina en la Plaza Mayor (1992, foto de A. P. Alencart)
CANTI A BERENICE
VII
Ancora conservi intatta, memoriosa,
il marchio di un antico sacramento sotto il tuo palato:
il tuo sigillo di eletta, il tuo plenilunio oscuro,
il nero sale del nero scarafaggio con cui battezzarono il tuo sacro lignaggio
e che porti indubbiamente di peregrinazione in peregrinazione.
Per chi la parola d’ordine?
Che ti sei lasciata qui? Che possedimenti?
O che errore millenario sei tornata a correggere?
Adesso arrivi camminando all’indietro come quelli che hanno visto.
Arrivi retrocedendo fino alle porte che si allontanano con ali vagabonde.
Forse ti spaventa l’invisibile mano con cui cercano di afferrarti
o ti spaventa questo calco vuoto di un’altra mano che hai creduto di trovare.
Rovesci il piatto e rimani muta come quelli che ritornano,
come quelli che sanno che la vita è assenza imbavagliata,
e il silenzio,
una bocca cucita che simula l’oblio.
Retrato de Olga Orozco, grabado de Miguel Elías
Olga Orozco (Argentina, 1920 – 1999). Poetessa, giornalista e autrice teatrale. È una delle figure che maggiormente si distinguono nel panorama della poesia argentina nel corso della seconda metà del secolo XX. Tra i suoi libri si ricordano: Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), Museo salvaje (1974), Cantos a Berenice (1977), La noche a la deriva (1984), En el revés del cielo (1987), Con esta boca, en este mundo (1994), Eclipses y fulgores. Antología (1998) e postumo Últimos poemas (2009). In Italia è uscita l’antologia Eclissi e fulgori (Raffaelli, 2011). Per la sua attività letteraria ha ricevuto diversi riconoscimenti tra i quali vanno ricordati: il Premio d’Onore della Fondazione Argentina (1971), il Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes (1980), il Premio Nazionale di Poesia (1988), la Laurea in Poesia concessa dall’Università di Torino, il Premio Gabriela Mistral (1988), il Gran Premio d’Onore della SADE (1989), e il Premio di Letteratura Latinoamericana Juan Rulfo (1998).
El poeta y traductor italiano Gianni Darconza
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