El poeta y narrador Salvador Galán Moreu
“Crear en Salamanca” se complace en difundir estos poemas de Salvador Galán Moreu (Granada, España, 1981), los cuales forman parte de su libro ‘No fall’-Diario de entreotoños- (Kalathos, 2020). Ha publicado los libros de narrativa Augustus Pablo y todos los nombres del reggae (2010, Min. de Igualdad) y El centro del frío (Lengua de Trapo 2011); el libro de relatos Llamarse nadie (2017, Difácil) y los poemarios Libro de Diabologán (Difácil, 2013), La puntualidad de Heinrich Böll (2015, Verbum), Pan de Dédalus (Oblicuas, 2016) y No Fall, (Kalathos Editorial, 2020), un extenso diario poético ilustrado por él mismo que fue escrito entre los otoños de 2016 y 2017. Ha recibidos los premios Injuve, Cajamadrid, Martín García Ramos o Gastón Baquero, entre otros.
Salvador Galán leyendo sus versos en el Teatro Liceo de Salamanca, con la presencia de Pilar Fernández Labrador
(Foto de José Amador Martín)
Como poeta ha participado en antologías como Poetiche della precarietá 3 (Zona, 2007), Elefante Rosa (Alea Blanca, 2010), La vida por delante (En Huida, 2012), Al hidalgo poeta (Edifsa 2016) y De Madrid al cielo (Verbum 2016); y en festivales como el XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca o el FIPMAD de 2016 y 2017. Como narrador fue incluido en el volumen Última temporada (Ed. Lengua de Trapo, 2013) que seleccionaba veinte voces nacidas en los años ochenta. En 2015 su libreto Lisbeth fue llevado por Pablo Perea (Dodecaedro producciones) al formato de micro-teatro con notable éxito en varias salas del circuito de La Latina en Madrid.
Foto de José Amador Martín
APUNTES SOBRE CIERTOS TIPOS DE ARQUITECTURA
I (20-1-2017)
La sombra no es más que luz
exhausta
proyectada contra superficies roncas.
Luz
al fin y al cabo
en forzoso silencio.
II (23-1-2017)
Soy una casa
que desea ser tratada
como una catedral.
Recordadme en sacro sosiego
mientras sueño
que me reconstruyen.
Foto de José Amador Martín
III (23-1-2017)
Las grietas son susurros
del tabique
y el gotelé
sus ejercicios de aclarado
matutinos
-gárgaras y carraspeos
en relieve-
pero por mucho que se cuiden
la voz de los edificios
suele quebrarse rugosa.
IV (23-1-2017)
Envidia nuestro piso
la duración carnosa que nos domina:
los achaques, las enfermedades,
la mortalidad última…
Ser sin placas ni conmemoraciones.
Pasar. Entrar y salir de lugares
tan anodinos y estáticos
como él
por experimentar
su propio exterior.
Foto de José Amador Martín
PSICOLOGÍA DE ESTAS TORMENTAS (5-6-2017)
El calendario tiende a acelerar
cuando llega el buen tiempo.
Sus tormentas, no obstante
resultan minuciosas y calmadas,
puntuales y retóricas.
Por el patio de luces veo el cielo,
se asemejan las nubes perezosas al leve deshilache
de estos gayumbos que ya se secan.
Pertinaz como yo
es su sed de vacío,
tanto como el quejido de la cuerda
que bocabajo les sostiene;
¿por qué tenderlos
si ya está aquí
la primera tormenta del verano
antes incluso
que el propio verano?
Me responden las gotas afanosas
que nadie esquivará:
nunca moja del todo la lluvia que se espera.
Foto de José Amador Martín
CORRECCIÓN (19-6-2017)
Para Patricia Delgado
Siempre hay un momento
de toda vida humana
en que no se puede más:
el dolor, el cansancio, la injusticia,
la humillación o el gafe;
todo se amontona
atorándonos con el sufrimiento.
No se puede más y se dice
lo que no se quería:
la ofensa, la blasfemia,
el mal gesto que ataca o desmiente
cuanto creemos -el lapso
homofóbico,
el eslogan machista,
o la generalización racial-.
Quién está cerca puede
entonces ser civilizado y reconvenir
el improperio,
objetar su inconveniencia,
ser la persona que construye
el progreso, vigilante de las líneas rojas
que marcan el paso a la barbarie;
ser la coherencia que no tolera la intolerancia
y se mantiene firme
en los valores que nos mejoran.
O también puede hacer oídos
sordos, mirar hacia otro lado,
dejar pasar la incorrección
vencida por la lasitud
compasiva.
Son aquellas personas que cité de primeras
el baluarte que procura avance a nuestro mundo;
son las segundas el hombro que acompaña.
En tus manos está decidir
quién eres
cuando sostengas la persona
que no puede más
con su vida.
Foto de José Amador Martín
NO FALL (*),
PRÓLOGO DE CARMELO CHILLIDA
De entrada diría que, entre los libros de poesía que ha publicado hasta ahora Salvador Galán, este es el más desnudo, el más directo, el más “personal”. En NO FALL (Diario de entreotoños), Salvador toma riesgos nuevos. No es que en Libro de diabologán (2012), La puntualidad de Heinrich Boll (2015), Pan de Dédalus (2016), o en sus cuatro libros de narrativa, no los haya tomado. Sí, pero ya desde sus títulos podemos ver referencias literarias que nos dan pistas de su estilo indirecto, oblicuo, siempre aficionado a “dispararle a la luna”.
A todos los une el tono irónico, pero aquí, abordando temas a veces incómodos, surge un sentido del humor más compasivo. Y además, en este libro Salvador toma el riesgo de incursionar en lo biográfico (fijémonos de nuevo en el título, es un diario). En cierta forma se entrega en estas líneas a una larga tradición en cuyo origen está Walt Whitman, a quien el autor llamó una vez “el padre fundador”, por algo sería.
Leído y releído, me parece que el resultado de este proceso es un libro magnífico. Entre estas narraciones figuran algunas experiencias compartidas, como la lectura de Raúl Zurita en la plaza de Matadero en Madrid, en 2017. Y cuál no sería mi sorpresa al encontrar una elegía… a mi padre, que murió en abril de ese mismo año. Y así, desde Macedonio Fernández a Mark Strand, pasando por Sir Francis Bacon, el libro va, entre otras cosas, tramando una red de homenajes, en lo que el mismo Strand llamó “la vida secreta de la poesía”, o del arte o de la vida.
Hay en NO FALL también un elemento gráfico (y biográfico) que es la inclusión de imágenes de tarjetas que le entregaban al autor para ayudarle a conseguir trabajo. Las tarjetas están, casi sobra decirlo, intervenidas (otra vez la ironía) para hacerlas significar en muchos casos lo contrario de lo que pretendían.
Allí están, entrelazadas con los poemas. Las tarjetas son parte de la historia, porque este es un libro que cuenta historias, un libro personal y, además, familiar. Por él se desplaza su mujer, Raquel, su padre, su hermano cura al que conocí una noche en un bar de Malasaña.
Los poemas al padre y al hermano son duros, pero en el fondo, fíjense bien, son también homenajes. Y al lector lo conmueven.
Si este no es el mejor libro de poesía de Salvador Galán, a mí es el que más me gusta. Me gustan las libertades que se toma y los riesgos que corre. Casi le diría: Salvador, bienvenido a la comarca. Y sin embargo él no deja de dispararle a la luna, también en estos versos. Y si no acierta, al menos logra transmitir el recorrido de la bala.
Juan Mares, Chillida y su esposa, Galán, García Herrera y San Martín (foto de J. Alencar)
Foto de José Amador Martín
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