La poeta Isabel González Gil en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín)
Crear en Salamanca se congratula en publicar algunos textos del primer poemario publicado por Isabel González Gil (Salamanca, 1982, “Cuerpo en sombra”, por el que obtuvo el X Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero, fallado el pasado año en Salamanca y dentro del XX Encuentro de Poetas Iberoamericanos. González Villar es doctora en Estudios interculturales y literarios por la Universidad Complutense de Madrid, actualmente vive en Niza. Ha publicado algunos poemas y artículos en revistas, pero la mayor parte de su obra es inédita. También escribe con el seudónimo de Isabela Grave. Por su libro ‘Piedra de Tarsis’ quedó entre los veinte finalistas del II Premio Internacional de Poesía ‘Pilar Fernández Labrador’ 2015, fallado en Salamanca. Poemas suyos forman parte de “He muerto… y he resucitado”, Antología del XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, coordinada por Alfredo Pérez Alencart, poeta y profesor de la Universidad de Salamanca.
PINTURAS DEL SALMANTINO JORGE PARADA MOROLLÓN
Portada del libro premiado
POEMAS DE “CUERPO EN SOMBRA” (VERBUM, 2018)
Salamanca azul
NO HAY CIUDADES EN EL AIRE….
No hay ciudades en el aire
no cabe un corazón en la boca de sus dioses
no hay raíz en el texto
Nosotras
por azar
por amor elegimos
habitar o volar
Barcos
POR SI VUELVE…
Por si vuelve
me he quedado a la espera
con la médula abierta
sin otra voluntad que la manía
que comanda nuestros barcos
en su prestigio oscuro
por la sola eclosión de la palabra esférica
que no cabe en el oír
y duerme en la cuenca del ojo
de su cadencia
que posa su tacto de bosque
por si vuelve me he extraviado
Desde San Benito.
HOGAR
Llegamos tarde. Ya habían vendido la aurora, la catedral, los patios.
Trazaban avenidas nuevas, levantaban moles de ladrillo, callejones sin salida a un centro comercial y esqueletos de árboles.
Llegábamos después. Viviríamos allí, en una de las jaulas de aire.
Viviríamos en desvencijados arrabales que seccionan autopistas, en aceras resecas, en esquinas dibujadas sin grito.
Mandaron sus excavadoras, la vanguardia ahíta de valor urbano. Había que bajar–subir–bajar atravesar la imposible arteria.
Trepar por desniveles o dormir la hora maquinal.
Dormir vida de otros. Sumergir la ira de escasa noche. Llegábamos después.
No quedaban enredaderas ni tardes para los recién venidos. Nos habían vendido por un falso brillo. No había heredad.
Tragábamos espadas con forma de oblea. Engullíamos rostros, a cada cual más núbil, más etéreo. Bromeábamos con el ser desencajado.
Llegábamos tarde.
SILUETA EN UN CAFÉ
(Terraza del Niebla, Salamanca)
Esa mujer pensativa
sentada ante mí
junto a una taza humeante
que llegó como nadie
con las manos en los bolsillos
una bella figura en gabardina
sobre el empedrado en dos dimensiones
no debe de proceder de aquí
Si alguien se acercara
quedaría convertido en personaje
No puede tener familia
Nada maternal ha de salir de esa forma
de retirarse del cuerpo
Esa mujer
que otea la enredadera
la acaricia y trepa
con sus manos intangibles
creciendo hasta la cima de la tapia
y se aleja danzando por las alturas
con su cuerpo de aire
Esa mujer en la cornisa
que contempla la vida vecinal
ve madres e hijas que entran y salen de tiendas
ve palomas y gorriones
atravesar en diminutos tumbos
entes de corbata que avanzan ligeros
ve al vagabundo amparado en una esquina
y se le incendian los ojos
Esta pasajera de una tarde gris
o incluso la que deja palpitante en la terraza
amoldada al paisaje urbano
no sabrá pronunciar palabras
que alguien comprenda
tendrá que cambiarlas previamente
en el zoco de algún país lejano
o inflarlas con gas de helio
para que puedan percibirse
traspasar cuerdas y tímpanos
pagar la cuenta
Esa mujer
inexistente
observará sus manos rebuscar
las monedas que me cobre
se aferrará a su dureza
como a un peligroso signo
dejará la terraza
quién sabe por qué calles rondará ahora
mientras perdura aquí su silueta
como los seres en las personas
tal vez encuentre en ellas
a mi personaje
Isabel González Gil y Pío E. Serrano, durante la presentación del libro en Madrid
Pájaro montes
LA RUECA
He visto una palabra caer en el poema
vencida de no sé qué perdido huso
pues arrastraba desvanes de telas
velos de araña con injurias de
torvos brahmanes, harapos de nobles
confines y arreos de esclavo
He visto una palabra caer y caminar
por el poema
bajo la mirada atenta de los transeúntes
que creen que no me atañe
y quieren archivarla en el baúl
junto a sotanas y cirios
A Ella de quien todos los poemas nacen
La he visto caer y he amado su extrañeza
su hilar extemporáneo
Raíces
Chucao
LAS MANOS DE NELLY SACHS
Doce de mayo de 1970
Nelly Sachs padece con los ojos vueltos al mundo
Su cuerpo transparente
vencido por la soledad
busca la raíz
Expande en los tres tiempos
miríadas de manos
Camina con los pies de cientos de hombres
Bebe en el lecho la última gota amarga
de un siglo que le hizo confidencias
Reposa en su rostro, en mil pliegues
el cansancio de un pueblo nómada
las vísceras y el humo de un tiempo que vio
el semblante del hombre
Las palabras no se desvanecen
tras de su fantasma
se multiplican y abren
como frutos fértiles
de su memoria-corazón
Qué promesa oculta
inmensurable
no pudiste oír
tú que todo lo nombraste
tú que hallaste la savia y la visión
en parajes mortales del sentimiento
-Hace tiempo que te has ido-
dice la enfermera que la acompaña
Ella no la ha visto erguirse
andar en lo oscuro
convidada por ancestros venerables
No ha visto su espíritu arbóreo
surcando la médula
centuplicarse
deseada por los tres reinos
hija y madre de sombras
Isabel González Gil en el Instituto Fray Luis de León (foto de Jacqueline Alencar)
Isabel González Gil, Ángel de la Torre y Angélica Morales en el balcón del Ayuntamiento (foto de José manuel Ubé)
Premio Gastón Baquero para la salmantina Isabel González Gil (El Norte de Castilla)
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