El poeta Washingron benavides, homanejado
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar dos poemas inéditos recientemente escritos por el destacado poeta Washington Benavides. Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) es poeta de premiada obra (Nacional y Municipal de Poesía), cuyos veinte títulos van desde Tata Vizcacha (1955) hasta Los pies clavados (2000), pasando por Las Milongas (1965), Hokusai (1975), Murciélagos (1981), El molino y el agua (1991) o Canciones de Doña Venus (1998). Ha sido profesor de Literatura en la Universidad de la República, habiendo dirigido, en radio, programas musicales y literarios. Entre los cantantes que han dado voz a sus poemas están Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Raúl Ellwanger, Pablo Estramín, Eduardo Darnauchans o Laura Canoura.
Recientemente el Fondo de Cultura Económica, de México, ha publicado su antología ‘Sansueña’, realizada por Diego Techeira y que reúne poemas aparecidos en libros suyos desde 1959 hasta 2000.
POEMAS DE LA PATA COJA
Ilustración de Martín Olmos
1
UNO CORRÍA EN “LAS ESCONDIDAS”…
Uno corría en “Las Escondidas”
En la cancha embarrada
Y en el área de la pelota
Rutilante que venía para tu cabeza.
“Rajabas” de los policías en el campito
Cuando su iracundo dueño soltaba
Su bulldog contra la sabandija
Que le estropeaba el pasto
A sus vaquitas…
Corría tras la enorme mariposa blanca
Para ofrecérsela a aquella niña
Judía pelirroja
Que no se allanaba ni para mirarle…
Corría tras la jardinera del pan
Aspirando su sacro olor a pan caliente
Corría con sus aparceros
Para atrapar el juego de las argollas
En el Parque Rodo, o sus hamacas
Peligrosas…
Corría en el recreo de la escuela
Sobre el patio-damero, como un alfil
Desacatado.
Corría adolescente en el Club de futbol
Que ayudó a ascender.
Seguía corriendo profesor y adulto
Con sus alumnos en los partidos liceales.
Corría aún, por entre pajonales y bañados,
Tras la martineta, llevado por el olfato
De la setter Flicka, velocísima y certera…
Y empezó a detenerse, pescando en el Lago
Del Rincón del Bonete, los pejerreyes luminosos,
Los “pintados” de fieras aletas…
Y Reposó, al fin, en su cueva de nigromante,
Pasando de la Underwood heredada
A la computadora de mágico teclado.
Así, algo ruinoso, algo descuidado
En su compostura física, vino a caer,
En un torpe accidente céntrico, rompiéndose
La cadera y pasando a integrar
El Club de La Pata Coja.
Ahora se recupera, intervención de por medio,
Terapeutas y la pequeña gran familia
Que lo levantó y sostiene (Nené,
Pablo, Camila y Joel),el aliento
Que le llega de alumnos, compañeros funcionarios y colegas,
De su actividad universitaria.
Pasan por sus ojos los mil y un
Milagros de los Juegos Olímpicos
De Brasil,
Sus piernas quietas, como dogos viejos
Dormidos junto al Amo.
Recuerda alguna escena del pasado
Cuando futbolista, cuando cazador de campo,
Cuando perseguía el último tranvía que
Alegró Montevideo o en la Parada arriesgándolo todo en los manubrios…
Por ahora pertenece al de La Pata Coja.
Pero mañana saltará en el área penal
Tras la esquiva y rutilante pelota…
(Washington Benavides hace recuento
De andanzas y acechanzas. Agosto 2016)
2
EN LA CORRIENTE OSCURA…
De qué río
De qué torrente interminable
De la conciencia
De que trasfondo de tacho o de tesoro
Del subconsciente
De qué novedad o reiteración de lo diario
De lo que pisan tus pisadas
De tus pies desnudos en la claridad
Del agua del Iporá sobre arenas
Dignas de escribir en ellas con algas
Y mojarras de plata escapadas
De un panel constructivista de Don Joaquín Torres García.
Escribir en ellas lo que no pudo Shelley
Lo que no dijo Gerard de Nerval
En la Rue de La Vielle Lanterne
Colgado como un pobre bufón
En las manos delicadas de niñas de tapices de Goya y sus peleles
Lo que no alcanzó, el desdichado Edgar Allan Poe
Después de escribir The Raven o la Caída de la Casa Usher
lo que escribieran Keats o Isidore Ducasse
Antes que la Inevitable los cegara
A los 24 años lo que escribiría Byron
Debatiéndose contra la fiebre en Misolonghi
Lo que nos dejara testamentariamente Julio Herrera
Viendo su corazón partido
Y su cabeza envejecida y su amor
Imperecedero por Julieta
Basta!
Déjenme jugar mi Rayuela
Ayúdenme por mi Pata Coja
Sosténganme
Junto a Nené y Pablo infatigables!
Quiero escribir y no es que me salga espuma Vallejo torvo y grande
Quiero escribir lo que te falte Amigo
Quiero extender mi manto a tus flaquezas
Quiero ofrecerte lo que no tengo a mano o a la pata coja
Pero te ofrezco mi corazón aunque esté sostenido
Por marcapasos y por cuidados
Ineludibles
Ayer corría por el baldío de mi barrio
Tras la embarrada pelota
Ayer miraba en el espejo mi bozo azul
Ayer descubría una muchacha
Para salvar con nota la escuela de la vida…
Hoy soy lo que soy. Un viejo trovador
Que no se rinde…
(Washington Benavides. Agosto 2016).
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