La poeta María Augusta Montealegre
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar, por vez primera, estos textos de María Augusta Montealegre (Chinandega, Nicaragua). Poeta con residencia en los Estados Unidos. Sus poemarios publicados son: El país de las calles sin nombre (2014), su versión en inglés Where the Street have no name (2017) traducción a cargo de Stacy Alba Skar Hawkins; La oración que Efraín nos enseñó (2015). Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de la Américas (Puebla, México). Cursó una maestría en Latin American Studies en la Universidad de Miami. Realizó su doctorado en la Universidad de Salamanca con la tesis Ideas estéticas y políticas de las vanguardias en Nicaragua (1918-1933), dirigida por la doctora Carmen Ruiz Barrionuevo. Tesis que publicó bajo el sello editorial de la Academia Nicaragüense de Geografía e Historia, con un prólogo de Jorge Eduardo Arellano.
Arcángel Gabriel, de Tiziano
LOS SELLOS DEL ÁNGEL
–Soy el único
(y no soy de este mundo)
que se sienta a su lado y no pregunta nada-.
Aníbal Núñez
Los sellos del ángel
Uno escribe en mi espalda:
¡Sed valiente, rendíos,
lanzaos al vacío
escupitajos de Dios!
El otro me engaña
con la densidad de un verbo
azul, dulce, melodioso,
tatuado a plena luz.
Los exterminadores
Gabriel armado con la palabra;
Azrael con el silencio, porque
silencio es amor y armonía.
Masacre
¿Quién le canta
una canción de cuna
a tanta bala con alma?
Pájaro de hojalata
La llave de San Pedro
ante rémoras soterrada,
hombre pájaro que canta
en la jaula del intelecto
¡avión de brújula veleta!
¿Quién se niega a ser Ícaro
en la esperanza?
Pájaro pinto
Pájaro de alto vuelo
Pájaro pensador
Pájaro paloma negra
Pájaro ruiseñor
Pájaro serpiente
Pájaro carpintero
Pajarito de dulce trino
Pájaro torturado
Pájaro sin redención
Pajarito que habla
Pájaro herido
Pájaro rojo
Pájaro sin plumas
Pájaro confesor
Pájaro enjaulado
Pajarito de la libertad
Pajarito asustado
Pájaro oscuro
Pájaro del deseo
Pájaro roto
Pajarito del amor
Pájaro con flores
Pájaro de la muerte
Pajarito de sol
Metamorfosis para un final
¡Derrotadme
que he vencido!
He luchado conmigo
Adán y Eva, de Frans Floris
LA MANZANA Y EL HAMBRE
I
Y lo que llamamos Adán
fue adaneva
adaneva sin tiempo ni memoria
adaneva cíclica, inmortal.
II
Y por todos los siglos
como estrella de mar
se dividía
oral como relato de indio
como tambor de negro,
como madre soltera
sin concavidad
sin huecos
sin deseo
sin muerte
una y la misma
la misma y una
caminando eternidad.
III
¿Y que importa caminar
felices como niños
si nunca supimos
que no sabíamos nada?
Solo mirar el árbol
solo mirar el olor
de aquella eternidad vegetal
de aquella eternidad animal
aquella
que concluye en eva
¿Cómo ser hombre sin ser mujer?
IV
¿La diferencia?
Desde aquí la sal,
desde aquí te busco amor
por compañía.
V
Ahora solo tempestad.
La misma tempestad
la misma calma
y siempre la misma mujer
bajada como un documento,
desde la periferia del mundo
bajada como un documento.
VI
–
–
–
–
–
–
–
Desde el delirio bajada.
VII
Desde una dulce manzana
hasta el hambre infinita,
he oído a nuestros pobres
con ganas de regresar
a la anémona.
Hombre y mujer desnudos, de José Gutiérrez Solana
BOA CONSTRICTOR
Me balanceo de lado a lado
como un péndulo
como el tictac del reloj,
no sospechas nada.
Me miras de reojo
olfateas el aire
como Tigre de Bengala
preparando el gran zarpazo.
Esperas a que deje la piel
en algún rincón, soy tu presa,
uso mi cuerpo de carnada
cantando mi seseo mortal.
Me muevo con piel nueva
saco mi lengua lúdica
te hipnotizo con mis ojos
hasta dejarte quieto,
me abalanzo contra ti.
Enrollo tu cuerpo con el mío,
ruges feroz, te defiendes
y ahogado por mi abrazo
escuchas como se rompen
todos tus huesos.
Te muerdo inoculando
deseo, deliras turbado
y me trago tu cabeza viva
para que conozcas mi garganta.
Te engullo por mi cuello
hasta los pies
que relamo con pereza,
te desesperas dentro de mí,
aparece súbita la muerte.
Mujer en la biblioteca, de J. Charpentier
TRES MUERTES EN UNA BIBLIOTECA
En un ataúd de cebolla y tinta china
entre ensalmos y conjuros,
calaveritas de pan de muerto,
yace un epitafio triste y solo:
Ernesto Mejía murió
de un colosal coraje
pues la imprenta equivocó
sus título y mensajes.
La muerte se lo llevó
a buscar libros curiosos
para que Ernesto no caiga
en la flojera y el ocio.
Lloraba yo carne contigua,
la sobremesa, la sonrisa
no se si tres veces dichosa
no sé si tres veces desgraciada.
El vivo que estaba muerto
y el muerto que estaba vivo
saltó de un susto,
de la portada
de las actas de calificaciones
de una carta a Rubén Darío,
y ahí mismo de nuevo colapsó
al ver sus obras en cajas
y sus papeles en el suelo.
Adán y Eva, de Suzanne Valadon
SERMÓN MÍTICO (PRIMERA ARS POÉTICA)
Siempre antes de inventarme
me doy una capa de minio,
desdibujo todos mis huesos
y desnuda de carne como Dios,
me dispongo a crear el mundo.
Digo luz, digo mar, digo tierra
digo estrella en fuga de harakiri
fósil irrevocable y aunque te duela
madre de un Adán de barro seco,
mil veces moldeado en cántaro
y mil veces vuelto a romper.
Si me sucede el hastío
bifurco con insidia los caminos,
subo mis hombrecitos en vagones
y los empujo para volverlos locos:
una llanta en el riel de la verdad
otra llanta en el riel de la mentira.
Alas de vidrio soy, pedrada,
cuando dentro del espejo me gritan
las hojas, el gato y el agua
me gritan las cuencas de los ojos y los ríos
me gritan desde Irak, me gritan desde Nicaragua
desahuciados de mundo me gritan todos,
entonces soy la que dice lo que es verdad
y lo que es mentira
o soy la poesía que se inventa
mientras la realidad me mira horrorizada.
CAYOS MISKITOS, de Sergio Michilini
UN MALDITO SUEÑO MODERNO FUIMOS
Le debemos la primera semilla
al capitán Martín Estete
y la primera exploración
al desaguadero de la mar dulce.
He aquí la primera frase de aliento:
Para la riqueza de la Indias
y para un rey de Castilla
poco es lo imposible.
Con ella iniciamos nuestro discurso
de la escasez.
Así llegaron Henry Morgan
y quizás el Olonés,
los británicos a la Costa Atlántica
la isla providencia
y al Cabo gracias a Dios.
¿Cuántas veces la llave
de la mar del Sur
se nos caería de las manos?
Aquella llave dorada
de Martín de la Bastide
de Alejandro Humboldt
y de William Walker.
Y la llave nuestra del pan.
Fuimos el canal de Napoleón
la Constantinopla del nuevo mundo,
fuimos con Squier tránsito hacia el oro,
fuimos the key of the Pacific
de la doctrina Monroe.
Fuimos millones de concesiones canaleras
millones de mapas y millones de rutas
ahora en las manos de un chino.
¡Un maldito sueño moderno somos!
¿Dónde está mi bandera roja?
Aníbal Núñez (Archivo de la familia Núñez)
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