Ingrid Valencia con su libro ganador del Premio Pilar Fernández Labrador 2016 (foto de Jacqueline Alencar)
“Crear en Salamanca” se complace en difundir estos poemas de Ingrid Valencia (Ciudad de México, 26 de febrero de 1983), poeta, editora y aprendiz de lenguas. Ha participado en festivales de poesía en México, Canadá, España y Colombia. En 2016, obtuvo el Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” de Salamanca, España, por su libro Oscúrame. Ha publicado los libros de poemas y plaquettes: La inacabable sombra [2008, Literalia Editores/Secretaría de Cultura de Jalisco, México], De Nebra [2013, La Ceibita/Conaculta, México], One Ticket [2015, edición sólo en francés; trad. por Odelin Salmeron, La Grenouillère/Literalia Editores, Canadá-México], Taxidermia [2015, Ediciones El Humo/Conaculta], Un círculo en otro sol (Circle in a different sun) [2016, edición bilingüe; trad. al inglés por Don Cellini, The Ofi Press Mexican Poetry Series, México/Inglaterra], Oscúrame [2016, Diputación de Salamanca, España; trad. al portugués: Escura-me (2016) por Leonam Cunha, Hebel ediciones, colección Bajo Cuerda, Chile], Montañas del sureste mexicano [2017, edición de autor], Poemas [2017, edición de autor], Blue Holes [2018, Instituto Sinaloense de Cultura, México], Contrapunto I [en edición] y Diversiones de la cena, calamidad del ayuno. 100 décimas anticapitalistas y una centésima apocalíptica [en edición]
Foto de José Amador Martín
HAY GUERRA
Hay guerra en lo callado,
en lo que no digo cuando me voy,
en el espejo que se oxida,
en los minutos que me saben a plomo,
a cigarro y café.
Foto de José Amador Martín
HAY UNA CIVILIZACIÓN
Hay una civilización
fundada en mi memoria.
Mi cuerpo caduca,
quisiera desterrarme
y recuperar lo que antes
llamaba vacío.
Foto de José Amador Martín
HAY ALGO EN ELLOS
Hay algo en ellos que me intriga,
que no es la prisa
ni el adónde van.
Es lo que callan
a punto de un monólogo.
Foto de José Amador Martín
CIEGA
Soy ventana de papel
sin techo ni muros.
Oigo a la ciudad
ciega
romperse frente a mí.
El viento arrastra las ruinas
sobre su espalda.
Las huellas recuperan su sitio.
Me desdoblo en el gris
que envuelve otros ojos
Foto de José Amador Martín
EXTRAVIÉ MIS OJOS
Extravié mis ojos
en la flor que vi crecer y la cortaron,
en el puente hacia otro mundo que soñé.
Hay plumas de aves en el suelo.
Por el drenaje, los hilos de un rebozo
entrelazan serpientes
que huyen de las águilas.
Las calles me desconocen,
no hay esquinas para vender el alma.
Los semáforos en rojo seducen mis raíces
pero no hay tierra
sólo un contiuo exilio hacia el pasado:
ríos de sangre,
quetzales en prisión,
templos dibujados
con las uñas
de hombres escarlata.
Llueve, hace frío,
los dientes del reloj
se encajan en las manecillas.
La tarde y sus sombras en movimiento
con su tic-tac de gatillo cubren mi rostro,
apuntan hacia los edificios más altos
hasta vencer al Sol.
Foto de José Amador Martín
HAY PERROS
Hay perros que se alimentan
del mismo plato de hombres
que duermen en la banqueta:
Se cubren con harapos,
sin reloj,
sin nombre.
Los hombres extienden la mano,
trabajan con sus rostros,
arrastran los pies
y llegan al mismo sitio que los perros.
Ingrid Valencia (dibujo de Miguel Elías)
ZÓCALO
Sales de casa con la camisa rota,
trabajas a media calle,
pones lodo en tu piel, en el cabello,
simulas caminar en fotografía.
Quedarte inmóvil no es suficiente,
la gente tiene prisa.
No importa lo café de tus huesos
ni tu piel agrietada,
ellos compran colores plásticos,
sonrísas.
El Zócalo hormiguea,
huele a Sol viejo,
a tacos de banqueta.
Foto de José Amador Martín
FRENTE AL KIOSCO
En el campanario las horas se agitan,
las palomas se las comen,
los niños las persiguen,
los padres esperan,
los ancianos arrugan su frente bajo el Sol.
Desde la sombra, mis pies juegan a tocar el futuro.
El viento acaricia mi rostro,
en un parpadeo lo revuelve.
Escucho el crujir de la calle
frente al kiosko.
Foto de José Amador Martín
MÚSICO
La noche se abre entre dientes,
desbarata el aire.
Las palabras viajan por el túnel de un saxofón.
Hay un sombrero con la boca abierta,
una luna en su garganta
y gente que arroja monedas
por un par de latidos.
Notas grises tejen escaleras
en el pentagrama de mi ciudad.
Foto de José Amador Martín
HURACÁN
Dibujada en mis manos,
la ciudad se convierte en luces de neón,
en aeropuerto con camas de hospital.
Sobre un tablero de ajedrez
camino hacia otras manos,
entre cincel y piedra
se borran nombres de calles,
se caen casas con rostros de niños.
Un huracán
carga con mi furia,
se empeña en recordarme
que, hoy,
sólo tengo un grito.
Foto de José Amador Martín
HABLAR DE VOLCANES
Hablar de volcanes,
dibujas piedras,
montañas de abril
y un arcoiris.
Tener un cometa
que habite la casa sin techo,
un halcón rojo en mi hombro.
Ver hombres de capa, luciérnagas,
espirales de fuego, columpios.
Cuando mi nombre gravite,
cruzaré el mapa de mi piel sin geografías.
Foto de José Amador Martín
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