POEMAS DE LA ECUATORIANA MARÍA AVEIGA. XVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS. PINTURAS DE MIGUEL ELÍAS

Crear en Salamanca se complace en publicar algunos de los poemas que, durante el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, leerá en Salamanca María Aveiga del Pino (Latacunga, 1964). Escritora, antropóloga y empresaria. Realizó estudios de medicina en la Universidad Católica del Ecuador y de antropología en la Universidad Católica de Quito. Ha llevado a cabo investigaciones en el área de antropología, desarrollo y sistemas de calidad. Como empresaria ha desarrollado algunos proyectos urbanos en Quito (2000/12). Residió en Zimbabwe, Madagascar, Honduras y El Salvador.

 

1 María Aveiga por Miguel ElíasMaría Aveiga por Miguel Elías

Ha publicado los poemarios: Bajo qué carne nos madura (1990), Oc (1993), Puerto Cayo (2000). El libro de narrativa Cuentos populares y mitos indígenas del Ecuador (2003). El estudio etnográfico La Pasión de Jesús (Premio Ministerio de Cultura del Ecuador 2012). También las antologías Poemas (México, 2013) y Deseo y Tierra (Colección 2alas, El Ángel Editor, Quito, 2013).

 

Estos poemas forman parte de la antología “Palabras del Inocente”, coordinada por Alfredo Pérez Alencart para Editorial Edifsa y la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.

 

 

2

 

Persiste el resplandor de aquel hermoso incendio
que fuera un día himno de deleite…

Gastón Baquero

 

 

 

DE TI

escucho el estremecimiento de un cuerpo
disipándose contra la máscara
esculpida en el sueño

arremete al osario
con mordeduras de luz

en geografía nocturnas
es el extraño que visita
hondas habitaciones

su temblor elige el juego
entre mi boca llena de lodo e insectos
y la mano acuciosa que persigue
el gesto en el sueño

de ti
el estremecimiento en la página

desolado puerto

 

 

NAUFRAGIO

el árbol se desploma
arena
volumen de la noche
en la cima del labio

me acuesto con su naufragio
y el mío se hace espejismo
minuto que estalla
y se abre en orilla

légamo es tu cuerpo

 

 

3

 

 

OFELIA

curtido el rostro se amalgama
con su otro cuerpo visible
el cadáver sumergido en las aguas
nacido con piel de flama

es Él la Ofelia que soy

explosión de luz sobre el mar
tras el quejido final
sobrepasando la hora
cuando la deriva nos transforme
en retrato al fondo de un baúl
o guijarros
de la vida súbita

 
4

 

MADAGASCAR

En la ensenada los convocados ordenan piadosas bestias hacia la tumba. Caen sin reclamo al sordo afán de las hachas. Por las hojas de los árboles y los desnudos cuerpos se coagula el sol presente en la honra. El cortejo carga el cuerpo por el sendero. Ávida tierra y moscas cantoras sorben la descubierta sangre. Tibia y generosa ofrenda. Depositan el cuerpo en lecho amurallado. Clavan junto a la sepultura secreta vida tallada en perfumados maderos. Los convocados destajan bestias yacentes. Reparten carne trepidante. Arrancan los cuernos a los machos, guardianes del muro y el viaje. Efímera miel protegida hace tiempo.

Después de la honra, sombras…

Oración y tinieblas consumen las cenizas de un pez sobre los fogones de las chozas. Inaugurados en la bruma esperan el cardumen. No se atreverán a arriesgarse al mar. El Dios azaroso aguarda bajo el aleteo de los pájaros, en el barco arrancado de las aguas y su lenta derrota en la playa. Reventará el horizonte contra el cielo. Ahogará la tierra y los grillos en las axilas de las mujeres. No se amamantará con sangre de los bueyes desnucados en la tumba del nacido y su muerte fasta.

Hermanadas en el misterio las sombras…

Desatado bramido que anticipa las mareas habita el barco encallado, la ensenada, mi sombra. Anhelo abrazador con ciudades espléndidas, vainilla negra, lirios en el ansia y oro congelado en la roca. Este Dios convirtió los sueños en oquedad de espejos. Nos abatió con extraña fiebre. Empujó la nave. La deriva. Su lengua lame invisible miel en los aljibes de este buey herrumbroso. La ofrenda.

¡Qué inequívoco viaje subyuga a las sombras!

 

 

 

ITZAMÁ

Gotea el tiempo. Lenta sangre en la muesca de una piedra. Cada recuerdo arrancado a la noche ofrece su rostro. Luego se aleja. Quiero el mar, el olor de mujer en un vestido leve. Llegará el mediodía cegado de selva y agobio. Llegará con el murmullo en la plaza donde se bebe agua pútrida y en los caminos las madres vierten salmuera de sus pechos y los hombres lamen cuerpos cercenados en la guerra. Mientras rezo. A nadie.

 

5

 

 

NEW YORK

Si, la recuerdo, geisha devastada inyectándome su secreto. Cabellera íntima en mi noche sin el amante que acaba de partir. Caminamos por el viñedo donde el antiguo néctar no se petrifica. Tras el dosel el puerto indiscutible se levanta.

 

 

MADRE

Y estaba en el fuego
pero dijeron
ha de ser fértil
ha de salir de ella
la canción creadora del sueño
La haremos incontestable
a la mujer
que con una mano en el hombro
y otra sobre el vientre
negó el prodigio
Alena la llamaremos
y así me nombraron
Nuez para nuestra ausencia
con ramas y savia la vestiremos
para que la luz estalle
en sus negras hojas
Y dijeron
no habrá abismo que la aliente
ni fragua que la torne líquida
Y me señalaron Alena
dadora de la perfección
la palabra rota
De mi vientre formaron el mundo
el resto lo quebraron
sobre la memoria
Y los maestros hicieron del fuego resaca

 

6

 

 

TSUNAMI

perdí a mis hijos

sus rostros levantaron
fortalezas de sombras

irrumpen ahora abordo del agua
en las manos de un hombre

escuchan
la extinción de mi cuerpo
la quiebra de astros
iluminada en mi gesto

el tsunami abre la montaña
la carne de los árboles
crispa suelo y labios

derramada luna
urge alcanzar mi delta

 

7

 

 
Vacié los ojos
las formas que la vida repite
Mi árbol se rasgó
Dios sin agobio
Asombro
abisales uñas en la encrucijada

M. A.

 

 

 

 

 

 

 

 

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