La poeta búlgara Ivanka Deneva
Crear en Salamanca se complace en publicar tres poemas de Ivanka Deneva traducidos al castellano por la reconocida poeta Violeta Boncheva. Deneva es escritora, crítica literaria y periodista. Es licenciada y doctora en filología búlgara en la Universidad de “San Clemente de Ohrid”, Sofía. Miembro de la Sociedad de Escritores Búlgaros, con numerosas novelas y obras teatrales publicadas en Bulgaria y en Inglaterra, Canadá, Nepal, EE.UU, Turquía, Australia, Serbia y otros. Sus libros se encuentran las bibliotecas de Nueva York, Washington, Moscú, París, Praga o Estrasburgo. Publicó su antología poética “Candelabro del alma” (2000). Es Corresponsal del periódico “La palabra de hoy” (SEB) y Liternet.bg.
Fotografía de José Amador Martín
RETORNO
Llovizna.
En su matriz de tierra se regresa esta lluvia.
Por el sendero zigzagueado yo camino
y a la vida mía doy vuelta.
En cuanto tirita el corazón escondídamente,
como si un meteoro claro se apagara
y tú te fijas en aquel punto,
donde un pensamiento abraza la inmensidad.
Y te conviertes en un átomo,
sin morada, vagando solitario por el espacio…
Largo tiermpo pasa tu retorno en el coral –
una órbita oscura
y por el camino sin luz,
perdida por el bolso perforado,
mudo y sin domicilio,
vaga un forastero en extranjero…
Fotografía de José Amador Martín
SONATA DE LUNA
El suspiro del mar
envolvió de nuevo a estrellas y aves
que sueñan su isla silenciosa.
Allí, por cables secretos, susurran.
Las aguas del mar son embrujadas
de conjuros mudos y enigmáticos.
Sueños fantasmales de mil años
pasan por la tierra y por mar.
El disco de cobre de la luna
nada hacia una profundidad soñolienta.
Con la esfera incolora
juegan cambaros pequeños
y nadan ya despiertos.
Pero un sonido frágil de despedida
se acuesta lentamente
encima de las olas.
Y en sus acordes silenciosos de cristal
el alma sonríe
a la eternidad.
Fotografía de José Amador Martín
CONJURO
Cuando percibas al sol
apresurado hacia la puesta,
encontrando la noche,
cuando veas un ave
atravesada de un balazo
gritando de soledad –
mira la noche de otoño
y cómo muere el día
que después amanece condenado,
llevando esperanzas
renovadas y rico de amor.
Esta historia,
como un sacramento fabuloso,
cada día crea dentro del alma
un ensueño eterno
por la infinidad
y por ella los ojos se consuman,
el corazón se balancea y asombra,
se asombra y balancea
del toque entre antiguo y nuevo,
de soles, mundos y estrellas.
El mismo grito vive en ti
para alarmar, para doler,
para derretir el invierno frío.
Que se quede entonces tras de ti
un ramito verde sobre la tierra,
una canción,
una esperanza
un verso
y un ensueño humano.
Fotografía de José Amador Martín
Ivanka Deneva en una escuela
La poeta y traductora Violeta Boncheva
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