Ángela Gentile en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar un conjunto de poemas de la argentina Ángela Gentile (Berisso, 1952). Es profesora de lengua y literatura italiana y española. Fue becaria de la Universidad de Perugia e hizo el postgrado en Gestión cultural. Perteneció al Centro de Estudios Italianos (investigación) de la UNLP. Premio Nacional “iniciación” de Literatura en la bienal 1985-87, otorgado por el Ministerio de Justicia y Cultura de la Nación Argentina. Premio de la Fundación el Libro de Buenos Aires en el año 2009 a la prensa gráfica por la revista Etruria de literatura Juvenil que codirige. Es coautora de los manuales para la escuela secundaria “Pensar la lengua y la literatura”, responsable de “Palabras originarias. Antología poética de tradición oral”, ejemplar que integra la colección Juan Gelman de Poesía Argentina del Ministerio de Educación. En el género ensayo es coautora del volumen patrocinado por la UNESCO: “Voces olvidadas. Las lenguas y las canciones de cuna de la inmigración”. En este género, en 2015 apareció su libro “Diáspora griega en América”. Publicó los poemarios “Escenografías” (2005), “Cantos de la Etruria” (2008), “Cuerno de marfil” (2012) y “Los pies de Ulises” (2016). Traducida al griego y al portugués.
Ángela Gentile estuvo el mes de octubre en Salamanca, participando como invitado al XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos.
Ángela Gentile leyendo en el Colegio Maestro Ávila (foto de Mariu Martín)
ESCRITO EN MÁRGENES SAGRADAS
Aquel día, junto al afluente, repetíamos himnos
por el sendero donde la belleza desplegara su peplo.
El sonar de remos extranjeros nos detuvo.
Decididas cantamos, mientras los gentiles
desembarcaban en nuestro mundo pagano.
Pronto, los viajeros reposaron en sus naves
y nosotras danzamos en sus sueños.
Un cuerno de marfil nos alertó
y regresamos al eterno jardín de oro.
Juan Carlos Olivas, Ángela Gentile y Marcelo Gatica en el Colegio Fonseca (foto de Jacqueline Alencar)
CINCELAR
Aferrado al mármol de Jonia, soñé en la antigüedad mineral.
Indagué sus ángulos en el misterio de la luz y la deposité
entre mis dedos donde la quietud y la noche se frecuentan.
Yo, un habitante de la parte baja de la ciudad, caminé luego
hacia la Puerta del Arco donde se oía la voz del ciego rapsoda.
Todos, ante él se detenían, sus versos-constelaciones,
predecían truenos, desencadenaban la raza de los hombres.
Portada de Los pies de Ulises
LUEGO DE TROYA
Cuando el poder les mostró sus abalorios,
los hombres regresaron desde la ciudad arrasada.
Olvidaron que la justicia no sopla los párpados de los muertos.
Tomaron el arte y el olvido por senderos.
Recogieron lirios, hacia el Oeste en las dos puertas del sueño.
Más allá de las Cícladas, divisaron Sunión.
Allí el rey de los hombres, siguió hacia su destino: Micenas.
Con el rector de la Universidad de Salamanca y otros poetas, en la calle Cervantes (foto de Jacqueline Alencar)
SOLO ENEAS
Eneas y yo permanecimos despiertos, vigilantes.
A lo lejos, divisamos una manada de ciervos huyendo hacia la selva vecina.
El troyano aprestó el arco, y vio entre los ciervos,
Uno blanco de ramosa ornamenta.
Sólo él pudo desistir del objetivo y bajando su brazo murmuró:
“Allá, allá”.
La manada había ganado el bosque y desaparecía de nuestra vida el fugaz unicornio.
Jacqueline Alencar, Tere Cortés, Ángela Gentile y Cristina Vale, en el Colegio Fonseca
DIVINAS CRIATURAS
Las vírgenes segaban la hierba con podaderas de obsidiana.
El estruendo sobre la tierra, era similar al remo de Caronte en infernales territorios.
Las sagradas, una vez más apagaron las lámparas del mundo.
Los jóvenes detuvieron la mirada sobre los asfódelos.
El día trasmutaba.
El canto de las divinas alentaron los fuegos
y la tierra sucumbió.
En la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
HABLAN LAS SACERDOTISAS
Nos urge el sol que reposa en los templos
Y también el aire que en este lugar es ardiente.
Las hijas de los dioses cantan sentadas en la roca
la vigilia de las palabras.
Descienden las miradas coronada de mirtos, toman al dios
en lo bello de su arte y adviene lo divino.
Una de ellas, la de áurea melena, no pertenece al linaje,
aspira y su lenguaje deudor impulsa las sombras
en nombre de madre inmortal y padre comedor de peces.
Consagrada a la oscuridad, presiente las aguas
y escribe decididamente muda.
Con algunos de los poetas del XXI Encuentro en el Liceo (foto de Jacqueline Alencar)
CANTOS DE LAS LAVANDERAS NOCTURNAS
Hacia el oeste, Céfiro, sopla sobre los lavaderos
donde nuestras jóvenes manos noche a noche sepultan la madre Selene.
Aquí aguardamos las naves que temen el mar de negra obsidiana,
mientras navegaban junto a Euro, el funesto viento del Este.
Debemos lavar nombres, escudos y velar las sandalias de los héroes,
libando el agua sagrada de abril en nuestras manos desiertas.
Peregrinamos recogiendo la arena de los cataclismos.
Y cantamos.
Con otros poetas del XXI Encuentro y profesores del Colegio Maestro Ávila (foto de Mariu Martín)
LOS PIES DE ULISES
Fui devorado por el mar,
pero mis pies memorizaron Ítaca, su hierba
y el misterio condenado a mí.
Por ellos regresé multiforme y primitivo de sandalias.
Allí, velaron mi nombre una y mil noches,
bajo las estrellas y cerca del Egeo.
Alguien rozó la sagrada marca en mi piel y preguntó:
¿Quién eres?
Sólo mis huellas, arquitectas de infamias,
reposaron en paz en salinas aguas, olvidaron
la resina de las zateras y dejaron de oler a maderos.
A expensas del mundo mis plantas
buscaron las sombras y otra voz delató:
¿Dónde irán tus pies?
Y vinieron hacia mí los naufragios y los vientos.
Yo, soberano en intrigas, no pude contra mí
y me pregunté:
¿Quién me recuerda?
Y el mar rugió memorioso desde la alta orilla.
Bajo la fachada del Edificio Histórico de la Universidad (foto de Jacqueline Alencar)
Rasteiro, Díaz, Gentile, Álvarez, Barquet, Bourne, Sagüillo, Anchía y Pérez López (foto de Jacqueline Alencar)
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