Juri Talvet, por Miguel Elías
Crear en Salamanca publica con especial satisfacción alguno de los poemas que en Salamanca leerá Jüri Talvet (Pärnu, Estonia, 1945). Poeta, ensayista, crítico literario, traductor, profesor universitario. Desde 1992 es catedrático de Literatura Universal en la Universidad de Tartu. En paralelo fundó en su universidad el Programa de Estudios Hispánicos que ha coordinado durante una veintena de años. Entre los numerosos libros de ensayos publicados, sus vínculos con España y América se encuentran en: Teekond Hispaaniasse (Un viaje a España,1985), Hispaaniast Ameerikasse (De España a América, 1992), Hispaania vaim (El espíritu español, 1995). Como poeta debutó con el libro Despertares (1981) y en su noveno libro de poesía Eesti eleegia ja teisi luuletusi 1981-2012 (Tartu: 2014, 375 pp.), recogió partes sustanciales de su obra poética hasta aquella fecha. Selecciones de su poesía traducida han aparecido en español, inglés, francés, rumano, italiano y catalán. Entre sus premios y distinciones destacan el Premio Anual Juhan Smuul de ensayo (1986), el Premio Juhan Liiv de poesía (1997), el Premio Memorial Ivar Ivask de ensayo y poesía (2002) o la Orden de Isabel la Católica del Reino de España (por su actividad como hispanista, 1992). Como poeta ha participado en festivales internacionales de Europa, América y Asia.
(*) Todas las traducciones son de Albert Lázaro-Tinaut, revisadas por el propio autor.
Boceto de Cervantes, de Miguel Elías
A CERVANTES
Estoy enterado, Miguel, de todos tus amores secretos,
de la Gitanilla que tocaba la pandereta y compuso
un poema para Ana, la madre de la Virgen, y para ti,
a quien entre la multitud polvorienta mirabas
y escuchabas con los ojos abiertos de par en par, brillantes,
te hizo un guiño pícaro, sin negar a nadie su belleza.
(Esta, la misma a cuyas espaldas estoy sentado
–así que no puede verme– y, cuando me voy,
como si sintiera mi presencia en su propia espalda,
viene enseguida hacia mí, me mira a los ojos
y me pregunta: ¿Es que de verdad necesitas irte?)
Preciosa, de la que solo por intermediación de tu espíritu santo
pudo nacer Dulcinea, esa virgen a la que jamás
hemos tocado ni tú ni yo más que con la imaginación.
Sin embargo, nada nos ata a ellas con más firmeza: el viento
no dispersará el fuego que arde en los corazones y los pétalos
de los labios, ni siquiera impulsado por el ímpetu de los siglos.
(Se derrama por sus mejillas un tinte rosado
cuando después de dos años de añoranza
se apresura hacia mí, sin ver a nadie más:
¿Por qué no has vuelto antes?, ¡te esperaba!)
Y sin embargo al cabo dice: aquí en la India nacimos,
aquí vivimos y también aquí moriremos, años
deberé esperar a que alguien me diga
si puedo enviarte una tarjeta postal.
Todo ha cambiado en el mundo, mas nada ha cambiado
en el mundo: el amor de las vírgenes
es esa sabiduría que vence a cualquier otra ciencia,
y no importa cuál sea la iglesia que imponga a sus huestes
–su oro y su ley– el dios-varón-barba-azul.
Medallón de Cervantes, de Miguel Elías
CERVANTESELE
Miguel, su salaarmud mulle kõik on teada,
mustlasplika see, kes mängis tamburiini,
Hannast, neitsi emast, tegi laulu, sinule,
kes tolmunud hulgast, pilk pärani ja säras,
kuulasid-kaesid teda, kelmjalt naeratas –
oma ilu kellelegi keelamata.
(Seesama, kelle selja taga mina istun –
nii et ta mind ei näe – ja kes, kui lahkun,
justnagu tunneks oma seljaga mind,
sedamaid mu juurde tuleb, vaatab silma
ja küsib: kas sa tõesti minema pead?)
Preciosa, kellest sinu püha vaimu toel
vaid sündida sai Dulcinea, see neitsi, keda
puudutanud pole eal ei sina ega mina
teisiti kui kujutlusega. Ometi ei miski seo
meid kindlamini ühte: tuul laiali ei puhu,
sajandeistki hoogu võttes tuld südametest,
huulte õielehtedelt. (Ta paletele valgub
roosat kuma, kui pärast kahte igatsuseaastat
mu poole sööstab, kedagi teist nägemata:
Miks sa ei tulnud varem, ma ju ootasin!)
Siis aga ütled: siin Indias sündisime,
siin elame ja siin ka sureme, paar aastat
ootama pean, kuni teada antakse,
kas sulle läkitada saan postkaardi.
Kõik ilmas muutunud on, ent miski ilmas
muutunud ei ole: neitsite arm
on tarkus see, mis võidab muu teaduse,
ükskõik mis kirikusse oma vägesid ei ajaks –
kulda ja seadust – jumal-mees-sinihabe.
Fernando Pessoa (por Miguel Elías)
LA REALIDAD
¿Para qué levantar el borde del felpudo esperando
encontrar la llave olvidada? Alberto Caeiro
tenía razón: los símbolos, los signos no existen
no hay significados cuádruples no existe tampoco
la “verdad oculta”. Nada es más que lo que es:
nadie puede regresar al seno de su madre
que se aleja sin ensalmo alguno de ti
por mucho que intentes implorándolo agradar
a Dios. Tampoco se puede descartar que la alegría
de tu hijita sea la misma que experimentó
tu madre de pequeña entre los pastos otoñales
y fríos de Mõisaküla cuando vio llegar
a su joven padre de ojos oscuros y bigote negro
para llevársela a casa el fin de semana
¿Qué hacía STC en la Veenderstrasse de Gotinga
en una hermosa y elegante mansión burguesa hace
doscientos años? ¿Se desesperaba tal vez por el fracaso
de la ingenua historia de Christabel que predijo
el nacimiento cinco años más tarde de EAP a quien
las pesadillas y el alcohol llevarían temprano a la tumba?
Según otra versión más verosímil fue exactamente
en la Veenderstrasse de Gotinga en un lecho burgués
donde STC pudo después de apagar la vela y rezar
sus oraciones colocar el cuerpo en una posición propicia
para empezar a oír de repente los latidos del corazón
de Hamlet mientras recordaba los ojos de color
castaño de una bella joven burguesa de Hesse
CON HAMLET DE NUEVO
¿Por qué lo hiciste, pues, Gertrud? ¿Ignorabas
acaso que el amor llena el cuerpo de un líquido
verde que paraliza y mata? Para eso no hace
falta viajar en avión a Dinamarca, ser un príncipe,
una reina, un bufón. Hamlet realmente no existe.
Todo eso no fue más que una película, un juego,
hijita mía. (Tú, que sólo hace un año y medio
que pisas la superficie de la tierra, únicamente tú
sabes abrazar sin dejar cicatrices). El gramático
sajón inventó un libreto para el bardo inglés
cuya única intención era mostrar cómo el príncipe,
con la obsesión del trono (de su padre) en la mente,
golpeando a ciegas con su espada sólo acierta
a dar en las sombras de las sombras
entre las que anda él mismo.
Mujer, de Miguel Elías
CÓMO TERMINAR DIGNAMENTE UN SIGLO
¡Oh, mira cómo bailan las letras en las páginas sobrias
que son como la nieve o como una fresca y pulcra sábana
festiva dispuesta sobre el lecho, a la espera del calor
de unos cuerpos de amantes! Pulgas en el hilo invisible
del domesticador de fieras; no, ¡son más bien mujeres
preñadas de significaciones indescifrables! (Dónde
que no sea en los límites de la Tierra del Fuego.)
Sin que acumules, se acumula. En pesados estantes, sin
espacios de aire, sin corredores en los que quepa un codo
o donde pueda una carcoma enclavar su yunque. ¡Salve,
amplía la memoria! Espera una explosión.
(¡Sabe, sabe, sabe ya que eres padre!)
Tú espera, mi pequeña, voy rodando de página
en página, espera un poco más, sigo deslizándome
hacia abajo y, pese a la blancura de la hoja,
he tropezado con una letra y un canto afilado
me ha hecho sangrar la palma de la mano.
Espera. Me vengaré mordiendo la hoja,
que ahora sabe a hierba en la boca de una vaca
sin nombre en medio de los pastos
el día de San Jorge.
Letras, de Miguel Elías
CUMPLIMIENTO
Te deslizas por la piel de mi garganta
y en mi sotabarba construyes tu nido
–¿dónde estaría a mejor recaudo?–:
ésa es tu Vía Láctea.
Te has multiplicado, has engendrado,
te has desgarrado, te has bifurcado.
¿Recuerdas todavía aquellos angostos senderos
que apuntaban apenas
y que se extienden más allá de los tuyos?
Te has quedado. Ni siquiera pienso en esas flores
purpúreas que, generosa, nunca me has negado,
que has mantenido abiertas noche y día en tu jardín.
Aun así, seguirás siendo libre y podrás confundirte,
porque junto a nosotros revolotearán las almas,
perpetuamente, en los aires del abandono.
El oro primigenio surge de tus entrañas
y se cumple en mi sotabarba tu Vía Láctea.
Desnuda, de Miguel Elías
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