El pintor Miguel Elías entregando su cuadro ‘Icthus 7’ a José Pablo Sánchez
Crear en Salamanca se complace publicar los poemas leídos en el VII Encuentro Cristiano de Literatura, coordinado por el poeta Alfredo Pérez Alencart y celebrado en el Salón de Actos del Colegio Mayor Fonseca de la Universidad de Salamanca el sábado 14 de mayo. Los poetas y lectores que participaron fueron: Stuart Park, Juan Carlos López, Manuel Corral, Gloria Sánchez, José Amador Martín Sánchez, Sofía Montero, José María Sánchez Terrones, Elena Díaz Santana, Carmen Prada Alonso, Isaura Díaz Figueiredo, Juan Ángel Torres Rechy, Araceli Sagüillo, Verónica Amat, Leopoldo López Samprón, Enrique Viloria, José Antonio Valle Alonso, Francisco Javier Sánchez y Marian de Vicente. Aquí se publican los textos de otros cinco de ellos. En nuevas entregas se darán a conocer todos los poemas.
Fotografías de Manuel García Lafuente (MGala), José Amador Martín y Pablo Rodríguez.
JUAN CARLOS LÓPEZ
El poeta Juan Carlos López (José Amador Martín)
EL AGUA QUE EMPAPA MI VIDA
Cae yerta la mañana en el silencio dormido de las cosas,
en este templo de piedra en el que vienes a proclamar desde la Cruz
que la palabra y tu amor nos traen, ahí fuera, el verde y el amarillo de la primavera.
Te acercas desnudo para abrazar las hojas ausentes,
Callado, sin avisar, como suelen llegar los sueños y los secretos.
Tu mirada busca en el paisaje el misterio profundo del silencio,
El sagrado espacio de la memoria, el murmullo de una bandada de pájaros
Que rasga en el cielo el aire del sosiego.
Respiras todo cuanto existe, la tierra toda, hasta que germina en tu cuerpo
La semilla del agua, que es la nieve que llora,
Lo que queda de ti en mí al cabo de los días.
Esta mañana, Señor, me invitas a beber en tus manos el agua,
La que asume las dudas y se abre paso a la luz,
La que sobrevive en las raíces
Como supremo gozo al fecundar su tierra.
El agua que aborda la vida, con la destreza irrepetible
De lo que llega a los límites. Con la alegría intacta.
Con el agua que derramas, haces que sueñe.
El agua que das me sacia, trae las preguntas fundamentales,
Las que interpelan en este silencio lleno de palabras con alma.
Señor, ¿y si las gotas de agua que caen del cielo
Como pétalos flotando fueran los sueños que soñamos?
Así la tierra se empapa y sueña. Así tu lluvia.
Señor, dime, ¿de quién es el mar cuando cierro los ojos?
¿Por qué te recuerdo como un lago cubierto de nenúfares?
¿De qué color es el desgarro cuando sientes que no es suficiente
el silencio para alejarse de la casa de la que nos echó el odio y la guerra?
¿Por qué a veces unos labios pueden convertirse en alambrada?
Señor, solo tú sabes la respuesta.
Cuántas veces el tiempo del lado del dolor,
De la nada y su pureza, sin sueños,
Sin hablarte del alba, sin sentir el aire o la luz del agua.
Cuántas veces la palabra inmóvil, la rosa inerte,
Como coraza de avena seca, los ríos secos, la vida amarga.
Cuántas veces la piel definitivamente fría.
Sólo tu palabra, Señor, me sacia el dolor; solo tú, la lumbre,
Solo tú, el agua que empapa mi vida.
CARMEN PRADA ALONSO
La poeta Carmen Prada Alonso (MGala)
LA FRAGURA DEL GALILEO
Abandonaste el interior de las murallas
y cruzaste a la otra orilla
para liberar del yugo
a los miserables y a los excluidos.
Rompiste la indignidad
haciendo dignos a los que habitaban
las tierras del silencio
desguarnecidas de la voz de los profetas.
Te hiciste jornalero de almas
sin buscar cobranza en fértiles suelos,
sino en campos palidecidos
donde tu arado quebró el desorden.
Enalteciste a los desposeídos
fecundando sus eriales
en sembradura de clemencia,
dando en sacrificio faro
a los errantes de los caminos.
De tu cuerpo erigiste privilegiado altar
para el penitente hostigado,
rindiendo tu heredad
a las entrañas de los elegidos.
Gobernado el sendero
encendiste la hoguera que negó las sombras,
abriendo puerto a la Palabra
veladora del Reino apacible.
Seguirán trayéndonos los siglos,
de tus ojos a los nuestros,
aquellas tierras de Galilea
en las que tus sandalias hollaron
los surcos de la liberación.
Mª ÁNGELES GÓMEZ PASCUAL
(1924-2011)
El rapsoda José María Sánchez Terrones (MGala)
ME SACIARÉ, SEÑOR, DE TU HERMOSURA…
Me saciaré, Señor, de tu Hermosura
cuando amanezca el día y me despierte,
liberada mi vida por la muerte,
en otra dimensión, en otra altura.
Tal vez sea penosa, y sea oscura
la transición. Tal vez sea tan fuerte
que mi dolor y el miedo de perderte
empañen mi esperanza de amargura.
Pero al fin del camino, Tú me esperas
y así la muerte es buena y amistosa
puesto que a Ti me lleva y me diluye
el tiempo y el espacio y sus esferas.
Ya sólo estaré en Ti, y en la gloriosa
fuente de amor que eternamente fluye.
ISAURA DÍAZ FIGUEIREDO
La poeta Isaura Díaz Figueiredo (Pablo Rodríguez)
CRISTO EN LA CRUZ
Deseo arroparte con mi voz,
abrazar la soledad de tus lagrimas,
retirar las espinas, garfios de bronce,
azorando tus divinas sienes, en ésta
noche de inciensos, metales mudos y cirios
que el cincel del escultor, como aves funestas,
o campanas muertas, impelió
sobre el dúctil alabastro,
Tú, el negado, das todo
Tú, el poderoso, pide
Tú, el silencioso, dame la dulcísima miel de tu palabra.
Tiemblo como árbol desnudo
ante la hoz,
sé que soy ruda raíz, constructora del ara.
Velo tú rostro entre líneas de niebla
sin luz, apenas sin aliento, hastiada, ¡Sueño!,
sueño que eres incienso divino y me quemas,
en horas de amor y silencio,
y tus labios que bebieron agraz,
regalan sonrisas, anticipo de esperanza.
MANUEL CORRAL
El poeta Manuel Corral (Pablo Rodríguez)
SALMO 121
Alzaré mis ojos a los montes,
¿De dónde vendrá mi socorro?
Es la oración constante y sosegada,
que elevo al cielo.
¡Aguardo respuesta, Maestro!.
Aunque no te veo ¡te conozco!
Percibo tu amor,
en el calor de tu presencia cercana.
Sé que eres buen oyente,
despierto y comprensivo para
escuchar mi súplica.
Y regalarme un reposo seguro
en tu puerto de valientes.
Pero… no puedo evitar el miedo
Ni el dolor que produce:
El lento corazón incompetente,
Vacilante y cansado.
Sé que mi socorro de Ti proviene,
Hacedor de tierra y cielos,
Y advierto que estás ahí,
para atarme con tus lazos
de ese amor siempre insistente,
que me hace suspirar.
Te suplico que eternamente me acompañes
porque Tu presencia anhelo ansioso.
He despertado del valle
de las lágrimas fáciles.
Entre nosotros atisbo un silencio,
que daña y preña el alma
con los verbos de las frías noches.
Sé que de Ti viene mi socorro.
Y, aunque a veces te tardes,
pretendo atesorarte más cercano
para sentirme saciado
de tu eterno rescate.
¡Que resuene tu voz potente!,
Que invada y siembre de gracia
Cada rincón latente
de este vergel del alma
que alza los ojos a los montes,
donde habitas y reinas triunfante.
Mi Señor, mí pronto auxilio,
te brindo una estancia cercana
para que en ella habite
el manantial de Tu Palabra.
Te ofrezco una alcoba, donde el silencio
cobije al Verbo Encarnado.
Otra imagen de la lectura de Manuel Corral (MGala)
julio 2, 2016
Gracias,mil gracias Alfredo,por ser el ala que nos cobija.
Cada encuentro es una llamada a la esperanza a la amistad, a la confianza.
Un abrazo familiar