Jacob Iglesias, por Miguel Elías
Crear en Salamanca tiene a bien publicar algunos de los poemas que en Salamanca leerá Jacob Iglesias (Carrión de los Condes, Palencia, 1980) es autor de Las piedras del río (Ayuntamiento de Aguilar de Campoo, 2006), con el que obtuvo el II Premio Águila de Poesía, el cuadernillo Sin ruido ni gloria (Ediciones Desesperadas, 2012) y Horas de lobo (Editorial Origami, 2012), con el que obtuvo el I Premio de Poesía Origami. Poemas suyos han aparecido en revistas como El Cobaya o Piedra del Molino, así como en antologías: Palencia tiempo aprehendido (Forcal, 2009), Voces del extremo: Poesía antidisturbios (Amargord, 2015) y Voces del extremo: Poesía y raíces (Amargord, 2016).
Medallón de Cervantes, de Miguel Elías
VIAJE AL PARNASO
Lo imaginas vagando por la calle,
por estas mismas calles que olvidaron
sus pasos y ya olvidan, sin andarlos,
los tuyos. Lo imaginas pensativo,
dando vueltas a un sueño persistente:
un hidalgo enfermo de ficciones
contra un mundo cuerdo de dolencias.
Anda sin rumbo y con destino cierto:
adiós gracias, adiós donaires, una
biografía enterrada entre legajos,
el silencio de años, el estruendo
de cada siglo, y aquel sueño escrito
por una sombra sigue cabalgando
por nuestro pulso terco de fantasmas.
Flor, de Miguel Elías
ORACIÓN
Llévate los días inesperados.
Déjame estos días semejantes
para que los ojos jueguen a buscarles diferencias.
Líbrame de la euforia y la insumisión,
de toda aventura que exija abandonar mi cuarto.
Dame cada mañana el entusiasmo recién lavado,
el blando cansancio al final de la jornada,
su acompañamiento de electrodomésticos
y eslóganes y ruidos vecinales.
No me dejes caer en la indiferencia
y líbrame de tararear una y otra vez
el estribillo triste de mis fantasías.
Hombre, de Miguel Elías
NO ES TAN EXTRAÑO
No es tan extraño sentirse así
esta mañana de nubes malvas a las ocho
y calor repetido de unos labios a las once
y a las tres percusión ensoñadora
de tacones alejándose por un pasillo.
Esta mañana banal con sus banales regalos
que nunca será memoria,
sino experiencia que en secreto
dibuja tu autorretrato con días tachados.
Nada distinto hubo en ella,
pero te enseñó a sentirte afortunado.
Escrito en la arena, de Miguel Elías
ESCRITO EN LA ARENA
Escribo sabiendo que nada mío
me sobrevivirá. Escribo a lápiz,
con tiza en las paredes
o con un dedo en la arena.
Dejo al aire mis palabras
como el pájaro sin nombre
deja su canto.
Quizá las arrastre el viento,
quizá alguien las recoja un día
y le acompañen.
Atisbando el horizonte, de Miguel Elías
PRESAGIO
No necesitaba remover los posos fríos de té
que duermen en el fondo de la taza para adivinarlo.
Ya conozco que entre el milagro
y la desgana irá transcurriendo sin remedio
el número secreto de mis días.
El pasmo de nueva vida creciendo
mientras mueren quienes me ayudaron a crecer.
En la misma ciudad, por calles ajenas,
madurará en silencio mi cuerpo,
largamente adiestrado en las costumbres
de la literatura, las caricias y el sueño.
A mi lado una piel que amaré
porque es el paisaje tibio en que crezco.
Todo se irá transformando
sin darme cuenta, en este día lento
de incontables lunas llenas, facturas y cumpleaños
que llamamos existencia.
Todo, salvo el desapego con que miro mis dedos,
ahora firmes, luego temblorosos,
mientras remueven los posos fríos de té
que duermen en el fondo de la taza.
Flores, de Miguel Elías
ALGO MÁS QUE ESTO
Lo difícil es respirar esperanza
y que el corazón lata sin fe,
caminar seguros de que hemos nacido
para algo más que esto,
incluso haberlo vislumbrado
en algún raro instante,
aprender que cada jornada que pasa
nos alejamos un poco más
de no sabemos dónde
y nos aproximamos a no sabemos qué,
hacer de la mediocridad
el lugar de nuestra dicha.
Lo difícil es eso: sobrevivir
con la certeza de que solo somos
criaturas que siempre andan buscando.
Pájaro, de Miguel Elías
EPOPEYA SIN HÉROE
Ahora mi clima es este plácido
desapego, esta calma
indolora donde todo es pequeño:
pequeños dones, pequeños deseos,
sinsabores pequeños.
Así aunque el corazón se agriete,
jamás llega a romperse.
Mi historia se cuenta en dos palabras:
una epopeya sin héroe
ni aventuras.
Cartel del XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos
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