El escritor Ismael Sambra
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar una muestra de los poemas de Ismael Sambra, contenidos en la edición conmemorativa a la primera a cargo de Betania, y veinte años después de su presentación en Salamanca. Sambra (Santiago de Cuba, 1947) fue uno de los fundadores del primer grupo de escritores y artistas independientes cubanos conocido como El Grupo. Ha publicado poesía, cuento, crítica, artículos y ensayos. Ha recibido premios y reconocimientos. Entre estos el internacional de poesía Casa de Las Américas y el Nacional de Poesía Heredia. Ha publicado, entre otros libros, Las cinco plumas y la luz del sol (cuento para niños), Hombre familiar o Monólogo de las confesiones (poesía), The art of growing wings (cuento para niños), Los ángulos del silencio (Trilogía poética), Vivir lo soñado (cuentos breves), Bajo lámparas festivas (poesía), El único José Martí, Principal opositor a Fidel Castro (ensayo), The five feathers (cuento para niños), L’histoire des cinq plumes (cuento para niños), El color de la lluvia (relato para niños, edición bilingüe), Cuentos de la prisión más grande del mundo (cuentos para adultos), Family man (poesía), Queridos amantes de la libertad (periodismo), Monologue des confessions (poesía, edición bilingüe). Es co-autor, con Manuel Gayol Mecías, de la selección Cuentos erróticos (cuentos para adultos). Es Académico Correspondiente de la Academia de Historia de Cuba en el Exilio y Miembro de Honor del PEN Club de Escritores de Canadá.
Alencart, Sambra y Felipe Lázaro, en la Casa de las Conchas (Salamanca, foto de Jacqueline Alencar)
En el XI Festival Vista de Literatura Independiente de Miami, el 14 de diciembre de 2019 fueron presentados por el poeta y escritor los libros premiados FAMILY MAN y MONOLOGUE DES CONFESSIONS, traducidos al inglés y al francés por la franco-canadiense Sylvie Antoinette Boutin. Y especialmente editados para celebrar el 20 aniversario de su primera publicación en español por la editorial Betania, España, 1999.
RECUERDO DE INFANCIA
¿Cómo es posible
que aún recuerde la mesa del comedor
la única mesa que existió en mi casa
la mesa que hizo mi padre
en los tiempos que había que ahorrar
haciendo la mesa
para después poderle poner comida?
¿cómo es posible que aún la recuerde
y se me antoje horrible el haber roto su tosquedad
su pata coja
sus hoyos centrales y laterales
sus defectos lógicos e ilógicos?
la mesa de cuatro sillas
porque éramos cuatro en la familia
y papá mantenía su asiento fijo
con un misterio imperial
el padre de la cuchara en la mano
y el regaño para que los hijos comieran
el padre jerárquico del muslo de pollo
porque era el padre
cuando a mí también me gustaba el muslo
y también a mi hermano
¿cómo es posible que recuerde ahora
los peligros que me costó
el haberla rayado
el haberla martillado
coloreado
empujado?
¡ah! porque era la mesa del escondite
del “pisao”
del contar hasta diez con los ojos tapados
y luego buscar por toda la casa
menos debajo de la mesa
la mesa a donde había que ir derecho
a la hora de la comida
del desayuno y otra vez de la comida
la mesa del padre y el padre nuestro
y la señal de la cruz antes y después de la mesa
la mesa de “vete de la mesa
a comer en el suelo”
la mesa de “como bien porque vas a ir a dormir”
la mesa del cucharazo
del quimbombó y la leche con nata
la mesa del peligro
de los peligros de mi padre inquisidor
de mi madre trémula y agresiva
la mesa del caerse de la mes
de tengo hambre
de estoy lleno
de quiero más
de me duele la barriga
de “come o te comen las lombrices”
la mesa de “sal debajo de la mesa”
de “no que tú me vas a pegar”
la mesa de las cuatro sillas
¿a dónde fueron a parar sus maderas
después que entró en la casa
con patas torneadas
la mesa de seis?
año 75
Félix Luís Viera, Ismael Sambra y José Hugo Fernández, en Miami (2019)
DESPUÉS DEL ÚTERO
La luna al lado del lucero
sobre mi casa
y el lucero al lado de la luna
al final del callejón
la noche callada sobre el techo de la ciudad
el poste de la esquina y el bombillo
luchando con la noche
las casas abrazadas a su alrededor
amigas sobre las aceras
llego y veo
desde la bodega de mi barrio
mi casa limpia
nov/75
Félix Luís Viera, Ismael Sambra y José Hugo Fernández, en Miami (2019)
BREVE IMPRESIÓN DEL FOTÓGRAFO
En la foto aparecemos todos
mamá
papá
mi hermano
yo
y el patio de la casa
es una imagen
de cuando rodaba más o menos los ocho años
mi cara sugiere compasión y rectitud
como quien tenía que estar así derecho
porque si no…
en parte me veo fácil con mi raya al medio
mi guayabera de mangas y mi lazo negro
padre y madre sentados
en el sofá de madera contra el tablado
y yo delante derechito
como cuando mi primera comunión
(ésta es otra historia)
mi hermano da risa
con la nariz arrugada
y los cachetes contraídos
en mueca
ajeno a todo
con los codos apoyados en las rodillas
de mamá y papá
mi padre en pullover
ancho y calvo como un padre
mi madre con un ademán discreto suave
luciendo su “permanente”
la foto respira una atmósfera de quietud
entre las plantas
florecidas de aquella tarde astronómica
todo quedó perfecto
como en una familia de perfecciones
¿quién va a decir que una hora antes
cuando llegó el fotógrafo
nadie estaba bañado ni vestido?
¿quién va a decir que mamá gritaba
huracana y severa
que la casa parecía venirse abajo?
¿quién va a decir
que hasta cogí mis pescozones
mis galletazos mi halón de orejas?
¿quién va a decir si lloré o no lloré?
pero
si se fijan bien
si se acercan bien
verán en mi entrecejo
cierto aire de protesta
una vaga sensación de apuros
de todos modos fue una buena impresión
familiar
y en vez de quedar en el álbum
bien pudo haberse colgado en la pared
1974
Jacqueline Alencar, Antonio Colinas, Igor Colina, Sambra y su esposa, Felipe Lázaro y A. P. Alencart,
ante la Casa de las Conchas
LA PUERTA DE MI CASA
Mi casa lleva una puerta ancha
es decir colonial
para que todo pase de la calle a mi casa
la puerta es un respiradero
a donde casi nunca voy a tomar el aire
porque el aire está dentro de mi casa
también es ancha mejor dicho colonial
para que salgan los recuerdos
para que salgan con la misma rapidez con que entran
para que salga además el mismo amor que llegó
sin rejas a la armazón de mi casa
la puerta con sus dos hojas
a veces sueño que no las puedo cerrar como si fueran
de goma o papel
cuando alguien que no quiero quiere penetrar en mi casa
el corazón de mi casa tiene la sangre densa
en su salida
densa y sola mi casa y yo y también mi corazón
de mi casa sus paredes de cal pintadas
con mis manos
sus paredes duras
inquebrantables
para que todo salga y entre sólo
por la puerta de mi casa
sep/81
CARTA UNO (ÚNICA)
Me acostumbré a la perfección de tu cuerpo
a esa manera de caer despacio
como que no se quiere
y de pronto estallar como piedra en el mío
me acostumbré a ese reproche constante
cuando traía en las ropas un poco de calle
el tumulto de los parques
y un supuesto amor que nunca tuve
tendría que ir todo a tu lado
dejar de ser un poco distinto
que tu imaginación me siguiera y doblegara
por eso no hubo agua fresca
ni palabra grata
ni caricia convincente
cómo nos fuimos hundiendo en cada culpa
cómo nos fuimos amando a no estar juntos
separándonos a querernos
son mis principios
ahora no encuentro refugio en esta casa dividida
sola
y cada una de tus cosas me suenan tus adentros
no hay por donde pasar que no tropiece
con tu aire
no tengo para mirar que no te mire
no hay escape
como la mariposa que muere buscando
la luz que la mata
busco en los rincones tu abrazo
por las calles de mi casa
por los parque de mi casa
por la ciudad de mi casa
donde me he perdido
marzo/79
BREVE ARENGA POR EL AMOR
Porque te dejo ir
me resultas ausente
porque llegaste roca hasta mi frontera
al espejo en que vago
te has hecho nudo en mi centro
yo no soy sólo el hombre
soy la suma de lo que me asiste
la bengala y la chispa detonadora
no soy sólo el llanto sino además el llanto
una manera indefinida de ser
un poco nuevo
soy como soy
agónico en la pedrada
flácido en la postura
táctico en la mordida
azul y blanco porque amo el agua tibia
su empuje sensual
su morbo
su vibración de poros de uñas blandas
de heridas lavadas
de ampollas omitidas
conócete primero como soy y ven de espumas
a esta historia tantas veces mutilada
a este aniversario de soledad
de ansias
a esta postergación de bienes
recodos y caminos
ven de lluvia a mi quemazón
a mi tajada dulce a mi hombría
ven así al favor que me haces en esta alambrada de relojes
llega si no soy ajeno a tu sorpresa
vete
si no soy sincero en mi tamaño
sep./82
Ismael Sambra y su esposa, González Quesada, Lázaro y Alencart, en la Rúa Mayor
(foto de Jacqueline Alencar)
ISMAEL SAMBRA, UN “HOMBRE FAMILIAR”
Félix Luis Viera
Ismael Sambra forma parte de ese envidiable grupo de intelectuales —y no intelectuales— cubanos que ha padecido las mazmorras castristas y hoy no exhalan rencor; es decir, si acaso no han perdonado, tampoco han perdido la ternura o la capacidad amorosa para el semejante, al permitir que el odio irracional, la aversión en fin contra sus verdugos, forme parte de su hacer y decir diario.
Tanto es así en el caso de Sambra, que hoy asistimos a la presentación de un poemario Hombre Familiar o Monólogo de las confesiones —editado por la prestigiosa editorial Betania en 1999, y ahora reeditado en dos libros, uno en inglés Family man y otro bilingüe español-frances Monologue des Confessions, por la editorial Alexandria Library y Libro Libre Ediciones, respectivamente, 20 años después de su primera publicación—, que indaga en lo más íntimo, lo más perentorio del entorno, digamos particular, del poeta, que aunque enjuicia los golpes recibidos en este ámbito —valentía suma, indagar y exponer lo hallado, digo, en el ámbito de los amores más cercanos, o que deben serlo—, su denuncia viene más bien desde el dolor; o sea, en ningún caso tiene su origen en el rencor, la mala fe, la vendetta.
Es decir, entre otras consecuciones de este poemario, que explora, sobre todo, en la intimidad de ese “hombre familiar” —justamente del Ismael Sambra familiar, he ahí el arrojo, insisto—, cito la universalización de lo cotidiano; algo que realmente pocos poetas logran y, es la verdad, muchos —echando a un lado sus limitaciones, puesto que no todo el mundo puede cantar o llorar del mismo modo, en la misma estrofa— lo intentan para finalmente ir a parar en el panfleto y en el mejor de los casos en ditirambos excesivamente melosos (valga la redundancia).
Para respaldar lo antes dicho, remito a la pieza titulada Poema pesimista: “¿Cómo expresar sin repetirse en el rincón del cuarto?/ aquí no hay nuevos poros/ que es la misma piel que se resiste cuando la llama/ quema y se deja sentir/ más que el hueso”.
En la misma cuerda se haya esa especie de aleluya: “¡Qué gran Invento el parque!” Antológico, entre otras causas, por la ascensión desde la inmediatez hasta el vuelo poético más alto. Dice: “Las ciudades se representan por sus parques/ los parques por las ciudades/ así también podría titularse este poema/ el parque es el termómetro de la ciudad”. Este último verso es sentencia inapelable. Cartel que deberíamos encontrar en los pórticos de tantas ciudades. Labor del poeta esa de mostrarnos lo que estaba a nuestro alcance, lo que tal vez habíamos mirado, pero no habíamos visto.
Coincido con quienes afirman que la poesía es, en cuanto a las artes de la palabra, la que mejor expresa la revelación del hombre en su andar. O sea, el poema, más que otros géneros literarios —matices aparte— significa, si no toda la verdad, sí el sentir incontestable de un hombre, o un grupo de hombres, o una época —o todo esto.
Dicho lo anterior, remito a varios de los poemas de Hombre familiar o Monólogo de las confesiones (y esto de “confesiones” ensambla ciento por ciento con lo que he expresado en párrafos anteriores), que dan fe de la nueva noticia sobre un hecho viejo o acerca de una verdad oculta ante nuestros ojos, uno de los porqués principales de la poesía, el poeta. Quizá, entre otras, por esta causa “Hombre familiar…” nos espolea de principio a fin para saber ahora, cuando demos vuelta hacia la próxima página, qué viene, qué sorpresa, qué asombro nos depara.
Van los ejemplos anunciados:
En “Estoy vivo”, dice: “Se apodera de mí el canto de los vivos/ ese que encuentra su mundo después de conjugar galaxias/ pues te descubro dormida/ sobre las sábanas que blanquearon con tu llegada».
El poema está dedicado para Martica… y aquí nos enteramos de que ella ha sido capaz de, con su sola presencia, con su llegada, blanquear las sábanas. Cuánto hay dicho más allá de lo escrito en ese último verso. ¿Quién no ha tenido una Martica —amante, tía, hija, madre, novia— que alguna vez le ha blanqueado con su arribo las sábanas; entiéndase: el alma, el día, el pasado y el futuro con esa sola llegada?
Ismael Sambra se anuncia polémico, para de inmediato, al cerrar la estrofa en la que esto proclama, prevenirnos que su afán de “discutir y convencer” se aviene con esa gracia y sinceridad de la poesía (“gracia y sinceridad de la poesía”…, ¿aquí su “arte poético”?), mas, de modo primordial, se aviene, con esa “frase sabia de un niño” (¿o aquí “su arte poético”?).
Así, en la medida en que este poemario nos va pasando las testificaciones de su autor, igual vamos comprendiendo que eso que nos expresa, reitero, era aquello que se encuentra a nuestro lado, pero no lo habíamos visto. De este modo el poeta nos hace heredero de sus visiones, sus avisos, no solo para iluminarnos en la racionalidad digamos, sino asimismo para, algo mucho más esencial, iluminarnos allí donde tengamos embozados esos sentires que justamente sobresalen en Hombre familiar… , digo la piedad, la ternura, la justeza, la humildad o algo tan concurrente en este poemario y que, vale decirlo, cada vez escasea más en determinados grupos sociales: El sentido del otro, la compartición del beso y la parcela, la fruta y la sonrisa; el regocijo por el advenimiento de la aurora en el semejante.
Si bien no es posible afirmar que en Hombre familiar, monólogo de confesiones, el sujeto poético ofrece la otra mejilla, sí vale destacar esta máxima: “No soy solo el hombre/ (…) no soy solo el llanto sino además el llanto/ una manera indefinida de ser/ un poco nuevo”.
Y cierro estas palabras llamando la atención acerca de dos virtudes formales que, creo, son soportes básicos para la consecución de los notables méritos de este poemario: el ritmo —el ritmo— y un lenguaje que no se puede enmarcar del todo en la poesía conversacional, pero tampoco del todo en algún lirismo críptico. Un lenguaje fresco, poderoso, asequible, en función de la sencillez al investigar en lo más insondable del ser humano.
Y repito aquí algo que escribí para la contraportada de este libro que ha sido traducido al inglés y al francés —tamaño reto— por Sylvie Antoinette Boutin: “Este poemario resulta soberbio y humilde a la vez; intimista en la medida en que hace público lo íntimo; tiernamente coloquialista cuando nos avisa “sincero y grácil ante la poesía o la frase/ sabia de un niño”. Nadie debe dudarlo: aquí hay poesía de altos quilates.”
Así que gracias, Sambra, gracias por ofrecernos tus “prohibidas confesiones” y por demostrarnos a través de este logrado libro, el valor que tiene ser un “Hombre familiar”. No nos alejes nunca de tu familia.
Miami, 14 de diciembre de 2019.
El escritor Félix Luis Viera
Félix Luis Viera (Santa Clara, 1945). Poeta, cuentista y novelista cubano, nació en. Ha obtenido en dos ocasiones (1983 y 1988) el importante Premio Nacional de la Crítica concedido en la Isla a los mejores libros de cada año. En el campo de la narrativa tiene publicados entre otros los libros de cuentos Las llamas en el cielo (considerado un clásico del género en Cuba) y En el nombre del hijo; y las novelas Con tu vestido blanco, Serás comunista, pero te quiero, Inglaterra Hernández, Irene y teresa, La sangre del Tequila, Traicioneras. Su novela Un ciervo herido, publicada por la Editorial Plaza Mayor en 2003, fue traducida al italiano en 2005, con una acogida controversial y extensa en la crítica literaria de Italia. En 2010, su novela El corazón del Rey, fue publicada por Innovación Editorial Lagares, en México. Y la Editorial Iduna, en conjunto con Absalón Ediciones, publicó en Miami su poemario La patria es una naranja. Fue merecedor del Premio Nacional de Literatura Independiente de Cuba, Gastón Baquero 2019, por el conjunto de su obra. Actualmente vive en Miami.
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