Poemas de Eloy Jáuregui. Pinturas de Oswaldo Higuchi

 
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar siete poemas de escritor peruano Eloy Jáuregui (Lima, 1954). Con esta iniciativa se busca dar a conocer la obra este excelente poeta, integrante -desde 1973- del Movimiento Hora Zero.

Cronista, ensayista, narrador y poeta, Jáuregui estudió Lingüística en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Es considerado como uno de los mejores periodistas peruanos y es un reconocido cronista en temas urbanos teniendo como soportes los lenguajes del cine, el melodrama, la música y la comunicación alternativa.

Ha trabajado en temas de investigación y comunicación popular e imaginarios alternativos. Laboró como profesor en la Universidad de Lima donde fue Director de la revista «Nexos». También fue profesor de comunicación en la Universidad de San Martín de Porres, la Universidad del Santa de Chimbote y la Universidad Particular de Iquitos.

 

 

 

1 Eloy Jáuregui, con su último libro de crónicas

  Eloy Jáuregui, con su último libro de crónicas

 

 

 

Jáuregui ha trabajado en casi todas los diarios y revistas del Perú y múltiples publicaciones del exterior. Tiene amplia experiencia en producción televisiva y radial en las esferas políticas y sociológicas. Es autor de estudios sobre las nuevas tecnologías digitales y maneja diversos web-blogs que se leen en Internet. Es columnista en el diario La República, Diario 16, La Primera, la revista SoHo Perú y sus textos se publican en la revista Variedades, en la Industria de Trujillo, en la web La Muía, en la Revista Lima Gris, en la revista Dosis y dirige y conduce el programa radial Salsa: Barrio de Crónicas en la web Mambo-Inn radio.

Ha publicado los libros de ensayos y crónicas: Fotografías (1973); Historia de la Música Peruana (1999); Del Son a la Salsa (2000); A Diva Voz (La vida de Susana Baca, 2003); Usted es la culpable (Colombia, 2004); Cómo te extraño mi amor (2007); El beso enamorado (2007); El Dueño Ausente (2007); El Libro de Oro de Eva Ayllón (2007); Esta noche la paso contigo (2007); El más vil de los ofidios (Lancom, Lima, 2013) y Tu mala canallada (Lancom, 2014).

Coautor junto a Blanca Chávez, de Entre Hornos y Rocotos (2009); Pa bravo yo Historia de la Salsa en el Perú (2011); El Pirata. Historia de la Música Criolla (2011) y Sabor a mí. Historias del Bolero en el Perú (2012).

Estos poemas seleccionados pertenecen a su libro de poemas «Profundo Vello» (Editorial Bisagra, Lima, 2010).

Para Alfredo Pérez Alencart, poeta y profesor de la Usal, “La poesía de Eloy Jáuregui clamorea por el eco original y se consolida en el sacro Eros, tras imantarse en los claroscuros de la historia peruana, bien sea antiquísima o bien la de lustros más recientes. Hay búsqueda de las huellas electrizadas del lenguaje barroco y empalmes con el castellano limeño por cuyo edén el poeta ha ido dando vueltas, para así no perderse en vacías posmodernidades. Lo suyo, abreviando, son poemas que se inscriben en la dermis para que vayan apareciendo en toda Hora de cualquier mañana”.

 

2

 

 

 

Profundo vello
[0 Guitarra con cuerda rota]

i.m. Mario Luna

Has colocado el disco del lado colosal del silencio
Y el concierto alimenta el anzuelo y surca la ausencia del eco.
El maestro Segovia rasga la plomada gimiente del venoso ron
Los líquidos afinados de espasmos y óyense los vientos escuetos,
El aullido del lobo y los pechos forcejeados a sus espinas.
Tu mujer y la mía celebran del oleaje corpulento su eufonía
abren las ventanas y en la noche malva arde el asfalto
donde para amarse negligentes sólo se amuralla tanto tiempo.
Son jóvenes y van preñadas por la gamuza de los guitarristas
Eliásticas enguirnaldan los hijos mordidos en la roca
Y a quemadura penetran en el deseo bruñido a saliva del aguijón.
Tu mujer oye Aranjuez y te besa cual velero zurcido a su océano,
La caligrafía de la mía es a la ceniza una araña que retuerce su astilla.
Ambas danzan escamadas azulinas sobre el muelle sin rastros de sol.

 

 

3

 

 

 

Kotodama

Para Oswaldo Higuchi

Por toda la hermosura
Nunca yo me perderé
Sino por un no sé qué
Que alcanza por ventura.
Manuscrito de Jaén, San Juan de la Cruz.

 
Soy sólo la trompeta de mi señor, les dije
Y hendí la niebla coagulada en el lunaje.
Hincado aguardé tu flujo celestial y la eternidad.
Vengo desnudo, me traigo a mi mismo, refulgo en tu voz.
¡Oh lengua! Para pedir compasión y rugir la verdad.
Señor, no soy el sol que tu mandaste a diseñar
En el verbo amargo y la plomada imperfecta.
Una hebra de tu traje, un rictus de tu sello,
Merezco el turgente perdón y más noche a mi fe.
Apenas tu voluntad hágase para vivir a ti, repetí.
Señor, sálvese el truhán y su hedor a cuatrogatos.
Soy su hijo, les dije, aunque ya no lo parezca.

 

 

4

 

 

Cuarto de caza
[a la manera de J. Alfred Prufrock]

 
1.

Y otra vez esa lengua en mi boca, el óxido
de tus vapores como esa niebla, la atarraya a sotavento
Aquel fraseo que cuela el tedio y no halla la luz
Qué hago para olvidar esa mañana entre las piedras
El mar que tasajeaba nuestras orillas de oleadas pardas
Tu advertencia del odio precoz y sus alzadas primaveras
Los crustáceos podridos y su tufo al barro desconfiado
El oleaje es pleno en perplejidad según su lencería
Yo que te nadaba en sílabas de los polvos repentinos, y
Los veraneantes nos desafían en los muelles de cenizas.
De la mano, extendidos en la arena, junto a ti y a mi
Qué cielos le daban ese tinte caramelo a tu mirada.
Y otra vez el cuerpo fresco cual papiro sin encantos
Ese espasmo a gorrión traza curvada la mañana
Marchito del lenguaje de mi pellejo asaz memorizado
Vientos de abril, cometa del primer hijo. Qué de fotos y acné
Ese verano desollaba el montepío del amor huesudo
Y cuán viejos descubrimos las constelaciones del asombro
Tu mirada a vajilla petrificada, aquel sebo de rutinas
Y uno exigiendo que se marche la marea y tus galeones
Al sur, instalados en la mar del ciento por ciento
Frente a las fuentes del ojo de pescados vi tu lágrima
Y una historia que no acabo de saber por más señales
Vida de mierda como una tarde de pañales y agua de azahar.

 
2.

 
Tengo 30 años, 3 hijos y un hombre que no regula mi ciclo
Un buen hijo de puta que me penetra hasta sangrarme
No encuentro su cara ni cómo voltea mis esperanzas.
Es ducho por las mañanas y me duerme su olor a cerdo.
Sí, su infierno de quincenas me atan a su cabalgadura
Como mi hociquillo dolido ama su infierno si no existiera.
Su miembro a ese almidón del nunca más profundo.
Hombre de lengua infecta, tóxico de mis alumbres.
Tengo 30 años, más de lo que envejecí como un chal
Un deseo circular cual constelación desde mis ovarios,
Me importa un rábano sus úlceras si nos ahogamos al fin.
Las sirenas tras la tormenta entre sus piernas, el cielo rojizo,
Tu baba a nínfula es costra de este hoy en los diarios
abro mi bragueta, meo, y ella de hinojos recibe un himno
Losa de ignoto amante en zapatillas, qué de orgasmos
Cuando así le falló el aliento, llorada se soñó en cruz
Madre de pecho, cal de su grey, puja y otra vez las sirenas.
Era noche entonces ¿vives con el? –ese tigre impío.
alzaste el teléfono, dormía el niño y oí tu voz carnuda
Tus labios colorados, el aliento a caracola de ciego novio
Y jamás corazón más cuerdo estuvo en el vivo peligro
Ni su penetrado húmedo, ahogado, goteando en el vacío.

 

 

5

 

 

 

Arquitectura del amor
[Pampas de San Juan y Atocongo, 1955]

 

a/ Ahí desollados moran los restos insaciables
ahí guijarros, crustáceos y arena de huesos
Las piedras blancas sangran en inmejorable lugar
La luna encadenada a una estrella de palabras
Erige el eco del barro más tierno a la izquierda.
¡Oh Señor, Señor¡ Cómo se calafatea este orden,
del escenario ha huido el coro de las corduras
y sujeto a mis ojos a horcajadas van los tuyos
negros y rojos, tus ojos homicidas del olvido
con la grácil escoria circular de los injustos.
Especulativo se es al respirar por estos lares
Y el amor es una mosca en espiral de ala rota.
¡Señor profano, aplaca el odio de la esteras¡
El animal absoluto conocido en los manuales
Como el tigre, desenvuélvese cauto en las sístoles
Observando con paciencia propia el arenal paisaje
El precoz ataúd piando cual víbora de conciencia
Y el último amanecer con su colmillo a epitafio.

b/ El resto apareció dibujando sus ladridos en la cal
una lava desde el tren, siendo gente, siendo tinta
la lengua del sueño y los palos del uso de los viejos
y las rosas negra de las muchachas, dunas de esperma
¡Señor salitre, añada su alcabala de arenosas fojas cero¡
el palimpsesto aguarda la grafía apenas de los rezos
brotan las aguas de la frase buenos días y en su azote
la zapa gestante calza sus iras en cuarenta leguas
y una lija colorada enchapa las costura del destierro.
Reptaron desde el Pentecostés todos al sombrero
¡Qué de chupes y buñuelos imaginaron al fiero ayuno¡
Fundado el cerro sin cruz santa, ruda, ni tanque de agua
Y la tercera semana aromaba en el aceite de sus lomos
El cataclismo desprendido de hormiguera y té de amores
Y a la cuarta jornada liquidaron los sí juro fuera de ley.
Así figura en los partes píos del álbum de los mutilados
Cada uno enderezó su mundo y sin juez se hizo de mujer
Dueños del desierto dudaron de aquella tripa de asfalto,
Dos tractores bastaron al apagar el candil a medianoche
De los mismos cerros bajaron a perdigones y carajazos
Esos frutos regados cual guindos secos y enamorados
Son los cuerpos otros que hoy desentierran la batalla.
c/ La autopista circula rauda contra el vector del poema
es una vía trazada en el mismo tatuaje de la plomada
mas una lata de oxido aceitoso que sólo da fe de rabia
Esa fue al ciudad en el trazado a cápsula de guijarros
Y relampaguea una bandera peruana y un puntapié.
Muertos fueron mis abuelos y el berrido de mis nietos
Sin soltar prenda, bien muertos en el filo del método
Sus cuerpos son los gimnastas exhumando el predicado
El nombre de la diagonal del pájaro de apoyatura
Hoy que las columnas enlazan sus sobacos y jirones
Al pozo que tragó el haz de luz de vocales aulladas
Arenal que es un trenzado de cantos ¿los oyen todavía?
Un atril, un lienzo, un vació sin marco a los vientos
Fui bestia para que tus formas luzcan ese traje blanco.

 
6

 

 

Ojo de calígrafo

Con retrato de muchacha en
el balcón de la calle Torres Paz

1.

Para este enrojecido y viejo verano
he desempolvado del armario fúnebre
las sábanas que tu muy bien conoces.
Húmedas, no muy blancas, aceptables aún.
Para ese páramo transfigurado en niebla
donde pasta el que fui y el que no he sido
el humo de tu retrato y el golpe de las frases.
Me preparo, te aguardo, rozando los veinticinco.
el Fahrenheit 451 por Truffout el objetivista,
diálogo empantanado y clausura de mil hazañas.
Y antes que cenizas puedan
o cauterice mis trofeos en el abismo de la azotea
lo que sí será jamás mi amada Maravilla
y que ruede el amor por mis bajos hábitos.
Nuestro afiche ha cubierto la ventana
Trazo de Gauguin ensolado interpreta otro color
duerme el ámbar apiernado a un lucero
vela el resplandor del aire a mi luz apagada.
Los ocres proyectan tus contornos
sobre mis 4 palmas fijadas en la palabra luna
y el cinematógrafo tórnase montes de ciegos
violencia de mercados, ahorcados girasoles.
Recuerda sílaba mía, cómplice del colibrí
he abrillantado mis pieles, mis curiosos dientes
al mediodía acepte ser buen gato, humilde
Pero finalmente un gran gato de angustias.
Y no hay ortografía en este cuerpo arcado y
blasfema mejor el hombre que todo el universo,
y el grafito aun que las fórmulas económicas.
Porque únicamente hay un lecho para dos
Y sé bien que de esa rapsodia no volverás sola
Lava de amor disuelta, apenas afilada.
2.
Zarandeados los cristales por mi aliento
esos puentes colgados al emolumento de la rabia.
Cual pájaro impío con los ojos húmedos
he vomitado sangre y mordido piedras
Pero atento camino ante las aguas turbias.
La gimnasia y el rigor fueron aceptados
Y un tanto insomne y jamás sereno
vuelvo a beber larguísimo tragos
enriberado a las desolladas tardes.
cada señal, cada signo, cada puntapié sutil
me mantiene siempre limpio
y esbelto como un maniquí.
Esmerado en aprender brillantes citas,
viejas canciones licenciosas
y esa cantata del pongo que te hará sonreír.
Escúchame bien alobada Maravilla
rapando estoy, reptil de tantos
he dejado la puerta sin picaporte
mi cerebro como el de un calígrafo
y trenzo mis venas para poder atarte.

 

7

 

 

 

Textura de la utopía
[Surquillo, 1954]

Para Néstor y Juana

 
Mi madre cubría el sol con la gramática de sus colchas
Encajes de la tarde, la radio y los tranvías.
Ya de noche, mi padre traía el gaje de los libros viejos.
Desoladamente limpios de polvo y paja
Asumiendo el contrapeso borrado de los tratados
El equilibrio fragoroso de la lanza
La utilería textual de las primeras nalgadas
Zarabanda escapada de la foto y suspiro ahí
La comparsa va sonando e inspiro estas imágenes
Portentoso teatro de la urbe y de la muerte
Óyeme y registra la marca de mis garras
Baraja en el follaje de tu gélido corazón
Nuestro tormentoso ritmo y el grito de mi tambor
Sabias son sus respuestas lacerantes
Y el infante que los deslumbró avispado
sucumbió sin tocar esas sus playas
pusilánime sin la lectura fiel de los legados
jodido sin la ternura mordida de los versos
desdobla los años que jamás envejecerán
y la boca cerrada clavada donde corresponda
uno alternará la frecuencia de otras tormentas
en el tragaluz que es el ojal de los sueños
y soportará un convoy de bulldoser al vientre
porque llueva o haya sol en este huerto
Surquillo será una fiesta a las seis de la tarde
Salvaje y atractiva como una augusta trampa
Un fresco derruido de adobes polisémicos
Angustia de púgiles ladinos e infelices
Y la tierra rodará mortal sobre nosotros
Desde la Chancadora a la Unidad Escolar
Entre San Miguel y la porca miseria
Que el viento esculpía contra los ojos azules
E ingresas escaramuzado al encuadre inhabitable
Vehemente fricativo iracundo como tres
Palabras penetran por el rabillo del ojo diestro
Un abismo de voces es el imperio de los sordos
Un tranvía acoplado cruza hacia al sur
Hay una tómbola un corzo de viejos vecinos
Los Rojas, Simón el tísico, las señoritas Saco Vértiz
Y en aquella acequia se quiebra el paisaje
En blanco queda tras el perfecto vacío
De calles estrelladas en las moreras al fondo
En una travesía constante del hambre al color
Donde mis ojos desesperan los recuerdos.

8

 

 

 

Retablo de Vilcabamba. 1542

El Inca Garcilaso de la Vega conversa con
Guamán Poma de Ayala y apenas si se oyen.

Desto te hablaba, señor: De eucaliptos sangrosos y corregimientos
para que se entere don Francisco de Toledo. Señor también y que es
de los terrenos del rey y que su Dios es de otros fuegos.
Desto te digo, señor, que domina los reinos de todos los hombres
y ordena a los huesos quebradizos que es maíz de los cráneos.
Desto te digo, gran Inca Garcilaso de la Vega allá en Montilla.
Que aquí en San Cristóbal de Sandondo se muere empalado
y que se entere antes de la finencia del Capac Atahuallpa
don Eloy Jáuregui y don Antonio Cornejo Polar
cuando vivan y usted descanse como León Hebreo
rumiando bilis de amor en la mezquita y catedral de Córdoba.

Y a usted, don Guamán Poma. Y a los indios, mestizos y criollos
de los reinos y provincias del grande y riquísimo imperio del Perú,
el Inca Garcilaso de la Vega, su hermano, compatriota y
paisano: les desea salud y felicidad y es difícil.
Sé, señor de abusos de curas, procuradores, encomenderos
y alcabaleros. Y se enterará don José Gabriel Túpac Amaru
Y habrá justicia y no matrimonio de lo andino con Occidente.

No soy deslenguado, mis códigos son otros, don Inca Garcilaso.
Hay ocultamiento para el pontifical mundo:
Yuyaymi apauan. Pero mis recuerdos me arrastran
mis lagrimas del uacaymi caycan soncoyta son látigos.
Lomos de indio ofrecinque para padre supay infierno
y otros sol para los indios ladinos habrá como escritura.
No importa ser noble o capac. Mis quipus aparecerán en 1908
en la Biblioteca Real de Copenhague. Desto te hablaba, Inca.
De que la hiel de la injusticia tiene libro y desto te muestro hoy
para que este libro se cante como nuestro himno del miramiento.

 

Eloy Jáuregui, siempre cerca de San Felipe

 Eloy Jáuregui, siempre cerca de San Felipe

 

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