Aída Acosta leyendo en la sesión inaugural del Encuentro (Foto de José Amador Martín)
Crear en Salamanca irá publicando los versos de los poetas convocados al II ENCUENTRO ROIZ (LUGARES DE POESÍA), celebrado el 23 y 24 de julio en la ciudad lusitana de Castelo Branco. Este evento, organizado por la Junta de Freguesia de Castelo Branco, presidida por Leopoldo Rodrigues, se realiza con periodicidad bienal y se complementa con la entrega del Premio Internacional de Poesía António Salvado – Ciudad de Castelo Branco. Los poetas portugueses que estuvieron invitados fueron Maria de Lourdes Barata, Leocádia Regalo, Sara Costa, Maria José Quintela, Antonio Teixeira e Castro, Pompeu Martins, Joaquim Colôa, Carlos D’Abreu, Manuel Costa Alves, José Pires, Luís Filipe Castro Mendes, João Rasteiro y Artur Coimbra. Por su parte, los poetas salmantinos o vinculados con Salamanca son:José Amador Martín, José Alfredo Pérez Alencar, Tomás Acosta Pires, Aída Acosta, Juan Carlos Martín y A. P. Alencart. También estuvieron presentes los galardonados en idioma portugués: el Fernando Fitas (Premio) y Renato Filipe Cardoso (Mención de Honor). Por vía online leyeron sus poemas el venezolano Ernesto Román Orozco, ganador en lengua española, y la argentina María Chemes, accésit. La idea y coordinación del Encuentro tiene en Pedro Salvado a una referencia inelusible.
Aída Acosta Alfonso nació en Cáceres, pero creció y tiene sus raíces en Navasfrías – Salamanca (España). Ha publicado el poemario Sílabas de luz (Ed. Dalya, 2016) y son inéditos Sudor de un paisaje, Amor sin levadura y Sólo Viento. Ha participado en numerosas tertulias poéticas, recitales y festivales. Creó y coordinó el proyecto Poetas al Tren (2004); coordinadora de Grito de Mujer 2016-Ciudad Rodrigo para este evento creó la Antología Páginas Rotas- Ciudad Rodrigo con Grito de Mujer 2016. Participó en el Festival Literário da Gardunha 2017 en Portugal. Sus poemas se han publicado en varias revistas literarias en España y en Plátano Verde (Venezuela), está incluida en múltiples antologías en España y Portugal, e incluida en diversas publicaciones digitales de diferentes países. Alguno de sus poemas ha llegado hasta Alemania, Rusia y República Checa. Su poesía se ha traducido al italiano, árabe e inglés. En su página de Facebook y en su blog Lluvia de Libélulas comparte sus poemas: http://aidaacostaalfonso.blogspot.com.es
Aída Acosta leyendo en el Jardín del Palacio (Foto de José Amador Martín)
MÁGOA
Dedicado a Fernando Namora
y la aldea de Monsanto – Portugal
Que ninguém hoje me diga nada.
Que ninguém venha a abrir a minha mágoa,
esta dor sem nome…
Fernando Namora
Ni una palabra.
Quise abrir el silencio
y un mar inesperado
sacudió los tejados de la memoria.
Despertaron como bostezos
las calles de humo
y en cada ángulo de piedra
un sol de cuarzo se escondía
en la rugosidad de las rocas.
Eran grises las ventanas de la madre.
Eran terciopelo las cortinas de los sueños.
En cada hogar, dentro, muy dentro
la lumbre crepitaba
apuntalando las horas.
Los balcones ondeaban la mirada del padre
sobre un cielo azul de chimeneas de fuego.
Ni una palabra.
Ni un sonido de luz.
Tan solo gatos de hielo surgiendo
de los callejones de la sangre.
Lugar donde todas las palabras
saben a cieno, aldea deshabitada.
Quise abrir el silencio
y la tristeza se hizo surco.
Después fueron las campanas,
los gallos de bronce.
Ni una palabra.
Aída Acosta leyendo en el acto que espontáneamente se dedicó a la memoria de Jacqueline Alencar
(Foto de José Amador Martín)
Y el hombre aprieta el paso
y al tiempo justo de llegar a tiempo
doblan la esquina, puntuales,
Dios y el tranvía.
Octavio Paz
Dónde estás que no te veo
no escucho tu caminar de pétalos
ni dibujo tu vuelo en los pájaros
como garabato de azucenas líquidas.
Dónde estás.
Me derrumbé en tu brazo
roca dura, tacto evaporado,
un olor a musgo y olvido atormentó mi paso
dónde estás
cielo, nube
mano de barro, la del mendigo
que se deshizo con la última lluvia
por el acantilado de la pobreza,
la cuna vacía de la madre,
el rastro perdido de las niñas,
los niños de viento y arena.
Dónde estás
que alzo tu nombre
y un eco voraz regresa contra mí
me empuja, me derriba
me oprime el mar por los costados
vierto ríos.
Dónde estás
que este vértigo del tiempo
es un azul de campanas
y un olor ácido de crisantemos
embalsama las horas.
Dónde estás que no te veo.
Iníciame en la oscuridad
tarde de faroles apagados
camino de hormiga
amontóname
en tu lecho de estrellas,
dime que existes.
Lectura dedicada especialmente a la memoria
de Jacqueline, por su infinita bondad
(Poema en conmemoración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús)
Aída Acosta en Castelo Branco (Foto de José Amador Martín)
Hoy la tristeza es capicúa
se encierra en una torre consumista
llena de garabatos,
su tiempo de deshoras
es la llamada
del silencio,
es la mujer que llora
abriendo su vientre
de pájaros negros,
es el andén
y los pasos que fueron,
es la sonrisa obligada
y los árboles viejos,
el empeño por vivir al desvivirse,
iniciar cada día
una pirámide inversa
que se llena de mar
que se ahoga.
Esta tristeza
lleva piernas largas
y abre senderos
en las manos del olvido.
No quiero hoy
que llegues a casa
con un rastrojo lánguido
de lo que fue ayer
de la tibieza que no hubo
de los besos que olvidamos darnos.
Hay demasiada tristeza, hoy,
demasiada arquitectura
de lo que nunca será.
Del Poemario Sudor de un Paisaje ®
Aída Acosta y su padre Tomás Acosta Piriz (Foto de José Amador Martín)
Algunos de los poetas invitados al II Encuentro Roiz, en las escalinatas del Jardín del Palacio
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