A CASTILLA
Allá florecerán, Castilla
azafranados estíos sedientos,
galería de avatares purpurinos;
espejeará la retama en la dehesa intacta
argentada en ocasiones de laureles
y, zaragatero el tomillo,
melificará, si hay brisa,
cada instante de la tarde.
Aquí, consumido y flagelado en la estepa
ayuna impío el duelo infatigable
de la nieve
polvoriento, aborrascado y oscuro,
ahíto de ecos sin luz,
seco, funesto e inerte.
MUSA
Me afano
me empeño en el camino aguatinta
tras el muro
aquél que se deshoja al pie
del bosque.
Tejedores de niebla murmuran
un presagio de romanzas a mi paso
en los barandales de la tarde.
Por mi costado penitente
un contraluz se enreda
constelado y altanero.
Mas
creo
que, enlunada y remota
en alguna rosa oculta
está la Luz
y habita,
el candor de la esperanza.
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