POEMAS AMAZÓNICOS DE A. P. ALENCART, ANTOLOGADOS POR EL NORTEAMERICANO JEREMY G. LAROCHELLE. FOTOS DE PAVEL MARTIARENA

 

 

Foto de Pavel Martiarena

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de difundir la selección de poemas de Alfredo Pérez Alencart, realizadas por el profesor Jeremy Larochelle para la antología “¡Más aplausos para la lluvia! Antología de poesía amazónica reciente”, publicada en 2014 por la editorial Tierra Nueva, de la ciudad peruana de Iquitos. En ella, Larochelle incluyó textos de los siguientes poetas: Alfredo Pérez Alencart (Perú), Aníbal Beça (Brasil), Astrid Cabral (Brasil), Javier Dávila Durand (Perú), Juan Carlos Galeano (Colombia), Salgado Maranhão  (Brasil), Thiago de Mello (Brasil), Manuel Paredes Mero (Ecuador), Carlos Reyes Ramírez  (Perú), Ana Carolina Saavedra Lozada (Venezuela), Nicomedes Suárez-Araúz (Bolivia), Pedro Shimose (Bolivia), Ana Varela Tafur (Perú) y Percy Vílchez Vela (Perú).

 

El profesor, poeta y traductor norteamericano Steven White ha escrito al respecto: En esta antología pionera e imprescindible de catorce poetas nacidos en toda la cuenca amazónica entre 1926y1970,Jeremy Larochelle consigue reunir las voces de escritores que han sabido percibir su «compleja interconectividad» con la Amazonia y, por lo tanto, escuchar las otras voces de un paisaje animado y amenazado por la industrialización. Los poemas en su conjunto disuelven las fronteras nacionales con el prop6sito, al final, de denunciar la contaminación y la depredación de una región biótica mayor, abogando por una militancia ecologista contra un sistema económico que se expande indefinidamente en una biosfera finita…”.

 

 

 

Por su parte, en la introducción titulada “El pensamiento amazónico y el discurso ecológico contemporáneo en la poesía amazónica reciente”, Larochelle señala: (…) Otro poeta que contribuye con una voz única a la poesía amazónica reciente es Alfredo Pérez Alencart, un escritor de la Amazonía peruana que ha vivido y enseñado en Salamanca durante muchos años. Su libro Madre selva (2002) también celebra la interconexión con el mundo más que humano en la Amazonía. Poemas como «Peticiones» asumen un punto de vista diferente que el que se ve en la obra de Percy Vílchez Vela, puesto que el hablante poético celebra la diversidad y belleza de lo no humano en Amazonía como parte de una ecología repleta de vida versus moribunda: «Pedía constelación de pájaros y en mi entorno revolotearon picaflores». Otros poemas, como «No dejaron cazar a Don Luis Sanihue», destacan tensiones entre grupos indígenas que están prohibidos de cazar en terrenos que sus ancestros habían habitado por siglos, a favor del ecoturismo:

 

No lo dejaron entrar.

No quisieron que buscara comida.

De pronto las leyes protegieron al turista

y no al nativo; a las petroleras y no al poblador

del bosque; al animal y no al hombre cuya etnia

por siglos se sirvió de fauna y flora con prudencia. (35)

 

Mientras se crean leyes para proteger al medio ambiente y no siempre a los que consideran el terreno su hogar, Alencart inevitablemente alude a tensiones entre conservacionistas y proponentes del desarrollo sustentable en el medio ambientalismo

norteamericano. William Cronon discute este fenómeno en su ensayo polémico «The Trouble with Wilderness: Getting Back to the Wrong Nature»: «Protecting the rain forest in the eyes of First World Environmentalists all too often means protecting it from the people who live there» [Proteger la selva en los ojos de ambientalistas del Primer Mundo casi siempre quiere decir protegerla de la misma gente que vive allí]…

Jeremy Larochelle y Juan Carlos Galeano, presentando la antología en University Mary Washington (Fredericksburg-Virginia- EE.UU).

 

 

Más adelante, en la sección correspondiente al propio poeta peruano-español, escribe: “Aunque reside en Salamanca desde 1987, donde es profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca, su infancia en el Amazonas peruano ha dejado huellas imborrables en su obra poética. La siguiente selección viene de los dos poemarios, Pájaros bajo la piel del alma (2006) y Madre selva (2002). A lo largo de su obra se nota una fuerte conexión entre el hablante poético y el mundo no humano, casi siempre el de su llamado «mundo primero», de la selva amazónica. El poema le lleva al lector por el proceso de percepción del poeta, otorgándole así otra manera de mirar el mundo no humano. En estas poesías, como en mucha de la poesía que se incluye en la presente antología, los poemas no solo son compuestos de pájaros y árboles como simples poemas del paisaje, sino que apuntan a otra manera de mirar el mundo, y muestran la interconexión no ingenua que siente el hablante frente al universo. En algunos poemas, como «Peticiones», se ve un tono celebratorio sobre el mundo natural del Amazonas mientras que en otros hace frente la realidad de la tala de árboles y del saqueo de la tierra de la gente indígena. Como han dicho otros, la poesía de Alencart capta el mundo amazónico de manera tal que todavía se podría denominar como poesía universal puesto que capta experiencias y sentimientos universales”.

 

 

POEMAS ANTOLOGADOS

 

 

  Foto de Pavel Martiarena

 

 

NO DEJARON CAZAR A DON LUIS SANIHUE

 

 

No dejaron cazar a don Luis Sanihue

en el territorio que conmemoraba

sus latidos.

 

No lo dejaron entrar.

No quisieron que buscara comida.

De pronto las leyes protegieron al turista

y no al nativo; a las petroleras y no al poblador

del bosque; al animal y no al hombre cuya etnia

por siglos se sirvió de fauna y flora con prudencia.

 

Vienen y van, mostrando vergonzosas licencias, aquellos

saqueadores de especies y pócimas ancestrales;

pero el guardabosque comunicó a Sanihue

que ya no tenía ningún derecho a mitayar

sobre el suelo de Tambopota-Candamo.

 

El mundo está al revés, se dijo.

Colgó arco y flechas

y se dejó morir

de hambre.

 

 

Foto de Pavel Martiarena

 

 

PETICIONES

 

Pedí constelación de pájaros

y en mi entorno revolotearon picaflores.

Pedí aromas esparcidos en mil 962

y por el aire se cruzaron parabienes.

Pedí peces, lagunas de orillas gredosas,

Y las aguas aumentaron sus compartimentos.

Pedí familia y copiosas bienvenidas

fluyeron desde selva adentro.

Pedí inmensa creación y allí me expuse

a magnos presentimientos.

Pedí textura de la noche y el ámbito ciego

no eludió saludo tan infalible.

Pedí mansa luna y sus ejes permitieron

que mis ojos acariciaran lo silvestre.

Pedí Madre Selva y el mundo fue más leal

con los hombres apegados a la tierra.

Pedí puntos cardinales y el horizonte

se hizo himno, vigorosas pulsiones.

Pedí naturaleza como se pide revolución:

Surgieron filiaciones imprescindibles,

alegatos iluminando trayectorias vitales,

succiones de afectos y de tiempos

que se maceran en el próspero corazón

de quien asigna amor a la gente viva

y a los lugares del recuerdo constante.

 

 

Foto de Pavel Martiarena

 

EL CANTO DE LAS CHICHARRAS

 

 

Como ayer,

el canto de las chicharras expande sus sonidos

en la selva inmensa donde nuestra alma siempre está.

 

Basta oírlo cierto instante

para que una suma de fábulas rescate melodías

de antaño, espasmos furtivos del amor

a la tierra.

 

La duración depende ahora de la ausencia

y de nuestra memoria levantando mundos

con los filamentos unánimes del deseo.

 

Acantonando himnos,

calándonos de todas las trashumancias,

discurrimos sin perder el equilibrio en la radiante soledad

que aún alcanza a suspender el corazón de todos.

 

El canto de las chicharras pule su eco en el escenario

donde hacemos andar a las apariciones,

mientras la selva entra en combustión

y nos funde en su espectáculo cotidiano

y nos desentumece con su demasiada savia.

 

Cuando el crepúsculo,

cuando el canto,

los latidos reconquistan el territorio

que seguiremos nombrando hasta la muerte.

 

Foto de Pavel Martiarena

 

Foto de Pavel Martiarena

 

PISANDO RECUERDOS

 

 

Llueve y sigo pisando recuerdos.

Enseño lastimaduras cuando el cuerpo levita

sobre un tapiz esmeralda

que cifra aquilatadas bienvenidas.

 

Transterrado de tan inmenso reino,

tropezando,

a saltos de aire,

voy volviendo a lo que es mío.

 

Al atardecer, pego la oreja

al tronco del castaño más alto de la chacra

y unas lágrimas desbarrancan desde ojos

por penas sacudidas.

 

Otro mundo comienza

cuando se instala la noche entre los árboles.

 

 

  Foto de Pavel Martiarena

 

 

PREGUNTAS AL GAVILÁN

 

 

Gavilán que estás

en lo alto del castaño,

cuéntame, amigo,

¿cómo se atraganta

la vida de los codiciosos

que no tienen más árboles

que cortar?, ¿cómo ocultan

el serrín de su alevosía?,

¿cómo se sienten luego

de reventar la selva?

 

 

Foto de Pavel Martiarena

 

GARZA VISTA AL FINAL DEL ARCOÍRIS

 

Sé que estos bosques

lagrimean sus resinas

si me sienten lejos.

 

Por eso vuelvo si puedo

donde la vida verde

recibe mi cuerpo

como suyo.

 

Durante un viaje

la lluvia bautizaba

mis oraciones, cuando

—por la orilla del lago—

vi por la belleza

solitaria de una garza

en cuya cabeza terminaba

el arcoíris.

 

En esta tierra sagrada

terminé hundiendo

mis rodillas.

 

Foto de Pavel Martiarena

 

LOS RUMBOS DEL VIENTO

 

CINCO

 

 

El surazo ventea su frío a la Amazonía y la acatarra

y pone triste por unos días.

 

No baja de mentira dicho viento asustante.

Apenas lame y ya se instalan los escalofríos, las chompas,

las frazadas.

 

La selva calurosa conoce en agosto a un visitante

que baja drásticamente su temperatura.

 

Boca abajo el surazo hace estremecer a mis paisanos.

Boca arriba también anda el aire agarrotando el vuelo

de los gavilanes.

 

Pasa un viento helado para aquietar a la gente.

Pasa una sombra de cuero

y todos se meten a la cama para no morirse de pena.

 

 

  Foto de Pavel Martiarena

 

 

Pavel Martianerana y su compinche el mono aullador. Foto de Morgana Vargas Llosa

 

 

A. P. Alencart junto al tronco de un árbol de lupuna (2014, Puerto Maldonado. Foto de Jacqueline Alencar)

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