El tiempo es una espuma en el aire, una flor derretida entre el humo de tus párpados infieles. El corazón late desnudo bajo el peso acre de los recuerdos. No puedo esperar el fin. No deseo tus alas de pájaro. No deseo el tridente de Poseidón, ni el amor de Afrodita, tan solo el placer de una tibia tarde de otoño. Mis palabras se rompen a golpes con quiebros inútiles. No busco el placer desesperado de una noche ni el ardor fugaz en la niebla, tan solo tu sonrisa palpitante en la distancia. Siento tu presencia lejana. Siempre a lo lejos, perdida en la noche, perdida en la orilla escurridiza del Tormes. Sin un resquicio de compasión.
El viento es el que golpea,
la mano es la que recuerda,
la voz es la que vigila
y la mirada olvida en un golpe de suerte.
noviembre 25, 2012
IMPRESIONANTE COMO SIEMPRE …
diciembre 8, 2012
me gusta ……me encanta…..
febrero 3, 2013
Acabo de leerlo… me encanta!