PENSAMIENTOS Y AFORISMOS DEL VENEZOLANO ALBERTO HERNÁNDEZ

 

1 El escritor Alberto Hernández El escritor Alberto Hernández

Crear en salamanca se complace en publicar estos aforismos del escritor Alberto Hernández (Calabozo, 1952), poeta, narrador y periodista. Egresado del Pedagógico de Maracay, realizó estudios de postgrado en la Universidad Simón Bolívar (Caracas) en Literatura Latinoamericana. Fundador de la revista literariaUmbra, es colaborador de revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria. Ha representado a su país en diferentes eventos literarios: Universidad de San Diego, California, Estados Unidos, y Universidad de Pamplona, Colombia. Encuentro para la presentación de una antología de su poesía, publicada en México, Cancún, por la Editorial Presagios. Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, Venezuela. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua, Venezuela. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano y al árabe.
Estos textos, seleccionador por el poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca, se han tomado de ‘Poética del desatino’ (Ediciones Estival, Venezuela, 2010).

 

 

2 Estudio para verdugo y perro, de Carlos ContramaestreEstudio para verdugo y perro, de Carlos Contramaestre

 

 

POÉTICA DEL DESATINO

Patria: nombrarte es una culpa. Tan grande es la muerte que te invoca.

 

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Mucha ha sido la muerte contada por el mismo país. Mucha ha sido la ira alquilada. Es que la muerte sigue siendo el tema para aniquilar a quienes la propician sin entenderla. Muchas páginas han corrido por la muerte de personajes reales, intangibles otros que tienen imagen en una realidad que se cree ficción. No es conveniente dar ejemplos de cadáveres.

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Decir la verdad es relativo, como la verdad. Lo único verdadero es la mentira.

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Nos miramos en el espejo para buscar alguna delación. En el poema, la palabra nos descubre.

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Para regresar de la locura, un poco de fe
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Los días que pasan no son suficientes. Faltan las noches, la hora del tiempo.

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Siempre desubicada, el alma recorre todos los rincones del miedo. Nadie es capaz de detenerla, y quien logre hacerlo, caerá fulminado.
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El cansancio es una revisión del espíritu, un desagüe. Hay un cansancio del adentro y uno que toca la carne y los huesos. El cansancio del cuerpo vive de la necedad del trabajo. O de la quietud constante del agua en la mirada: “trabajar cansa”, dijo Pavese. Mirar borra, por tanto agota lo mirado: mirar mata porque borra lo que no habíamos advertido. Al mirar tachamos, saltamos el abismo, nos apropiamos de lo que no nos pertenece. El cansancio de adentro es visible al ojo -81- de un lenguaje perverso, el que husmea más allá de los rostros ajados. Mira en la comisura de los párpados, persigue la muerte detrás de lo que no se deja mirar, agujera el cristalino, derrota el ocultamiento. El agua proporciona un rostro en la mirada, limpio: lloramos para ocultar, para sobrevivir al cansancio, o para definir lo que no sabemos sentir. Por eso la muerte viaja constantemente en el vértigo, en el paisaje que dejamos atrás, en el trago que consumimos a medias, en la mujer que no besamos, en la mano que no tocamos, en el grito que no atendemos. La muerte cansa la eternidad, la agobia. Episteme, lenguaje, superstición: la filosofía es un deporte, unos deseos inmensos de construir la Torre de Babel y regresar al huevo ontológico.

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Animal solitario escojo la alegría para reconciliarme con el misterio. Soy una figura que inventa las sombras, luego las piso con la seguridad de hacerme en otro.
Amante: ¡Cuántas veces el orgasmo llega primero que el deseo!

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Un rasgo peculiar define a quien escribe desde la contemplación del tiempo, desde sus humedades. Ramón Palomares dice que la muerte es campesina, una pequeña iglesia sin campana, una bebida andina que adormece. Miche es la muerte, y vida la embriaguez que procura, pero… “Te estás durmiendo/ te estás durmiendo/ echá la última rosa por la boca,/ que viene tu cabeza por entre el agua,/ que viene como entre espumas”. La muerte parece una rana, fría, ojona. Sólo este poema la encuentra sin delación.

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Un hombre, cuya demencia es advertida por quien gobierna con mano dura, levanta las sospechas de todos: conspira a diario contra el aliento del parlero.

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El cinismo de Diógenes llegó a tanto que apagó la linterna a pleno sol para no promover la envidia de los ciegos

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“Los intelectuales son rebeldes, pero no revolucionarios”, respiró César Vallejo en su ‘Contra el secreto profesional’, y no es nada exagerado. Habría que descubrir que la cotidianidad, la historia diaria de los poetas o de los artistas, gira alrededor del asombro, y eso es rebeldía frente a la frialdad de quienes han creído voltear la historia y convertirla en una tortilla con muchos condimentos.

 

4 Toro Constelado, de Mario Abreu Toro Constelado, de Mario Abreu

 

 

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Una herejía, creer que el silencio no está hecho de palabras.

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Días de abulia, días de carga sobre los hombros. El país se nos deshace en los espasmos del diarismo, en los pliegues de un mal verso. Días pesados, piedras atadas a los pies. El clima se niega y sus efectos conservan la desesperanza: las lluvias son sólo un anuncio de su poquedad. Las calles, sucias y abrumadas, nos encaran y gritan desde una esquina. Vuelta a empezar. Nadie ha salido ileso de estos largos días de ingrata realidad. Unos, agitados por la planificación ojerosa del olvido, se cimbran con una mochila que los apoca frente al mundo. Otros, desnudos por la necedad, fabrican el destino con cortos mensajes clandestinos. Los días naufragan frente a nuestros ojos (…).

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Las pasiones se aferran al futuro, por eso quien las practica sabe que morir es un oficio no tan difícil.

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Todas las palabras del diccionario son suficientes para entender que leerlas no basta para ser sabio. Para llegar a ese lugar, al sitio de la sabiduría, es preciso no saber nada. Y eso ya lo dijo alguien por allí, mientras seguía felizmente la ruta de una tortuga.

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Si las piedras hablaran, suele decir el vulgo. Mas, en los versos de Contramaestre el silencio acredita que éstas conocen la eternidad: “En el espacio de la Muerte/ la piedra permanece”. ¿Cuántas de esas inanimadas presencias saben de agonías, gravedades y sepulcros?

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Los secretos no existen, nunca han existido. Quien sostenga que ha vivido con uno, miente, porque ningún secreto se soporta por mucho tiempo y mientras esto sucede éste allana su propio nombre: se convierte en una complicidad falsa, peligrosa.

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Escribir es someterse a la muerte. El que muere a diario por vaciarse tiene como recompensa el silencio del mundo: un lector ciego frente a la agonía de las páginas.

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Soñar es participar en una fiesta donde sólo sufre el que sueña la fiesta. Felices y ebrios, los personajes desaparecen por la puerta principal. La resaca acude en un dolor punzante en la cabeza y un extraño sabor en el fondo de la boca.

 

 

5 Pintura de Régulo Pérez Pintura de Régulo Pérez

 
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El bufón aplaude a quien lo golpea. El estúpido se aplaude él mismo.

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Una vez descubierta la traición que lleva a cuestas, corre. Si logra comprenderla, se hace merecedor del cielo. Sólo los beatos afirman la existencia del misterio de la lealtad.

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El odio pudre lentamente los huesos. Por eso es sólo las muecas de un cadáver que nadie quiere ver a la cara.

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La luz es nuestra perdición. A veces nos perturba, nos hace aguas desde adentro y nos consume: perplejos y agotados regresamos a la sala donde la música, el licor y la palabra amagan a la señora que vuelve para tomarnos el cansancio.

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Ojalá fueses como tu cuerpo, hermosa.

 

 

6 Mujer vegetal, de Mario AbreuMujer vegetal, de Mario Abreu

 

 

ALBERTO HERNÁNDEZ (OBRA PUBLICADA)

POESÍA

 

 

La mofa del musgo. Umbra Editores, Maracay, 1980. pp. 60.
Amazonía. Talleres Gráficos del Centro de Capacitación Docente “El Mácaro”, Turmero, 1981. pp. 30.
Última instancia. Editorial Sobrevivientes asociados. Maracay, 1985. pp. 75. (Esta obra obtuvo mención honorífica en el Concurso Literario de la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1985. Jurado: José Barroeta, Jorge Núnes e Igor Barreto).
Párpado de insolación. Ediciones del Ateneo de Calabozo, colección “Escampos”. Editorial Miranda, Villa de Cura, estado Aragua, 1989. pp. 100. Ilustrado por Antonio Cabesas. (Obtuvo mención honorífica en la II Bienal Literaria del Ateneo de Calabozo (1985-1987). Jurado: Luis Alberto Crespo, Elena Vera y José Barroeta).
Ojos de afuera. Fondo editorial IPASME, 1989. pp. 112. (Ganador del 1er. Premio del II Concurso Literario IPASME). Caracas, 1989.
Nortes. Editorial Sobrevivientes asociados. Maracay, 1991. pp. 103. (Mención de honor Primer Concurso Literario “Madre Perla”, 1992, Porlamar, estado Nueva Esparta. Jurado: José Lira Sosa, Elí Galindo y Luis Camilo Guevara).
Intentos y el exilio. Ediciones de la Casa de Asterión, Ediciones Mucuglifo. Dirección Sectorial de Literatura CONAC. Mérida, 1996. pp. 70. (Libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta Teatro Simón Bolívar de Juangriego. Jurado: Luis Alberto Crespo, Magaly Salazar y Earle Herrera). Prólogo: Luis Alberto Crespo.
Bestias de superficie. La liebre libre editores, Maracay 1998. pp. 40. (Premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y Diario “Antorcha” de la misma ciudad, 1992). Jurado: Elizabeth Schon, Santos López y Francisco Pérez Perdomo).
(Este libro fue traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour, Siria, Damasco, Editorial Daralmarsat, 2005)
Poética del desatino. Ediciones Estival. Colección El divino Narciso, Maracay 2001. (Libro de aforismos). Pp. 45.
En boca ajena. Antología poética 1980-2001. Ediciones Presagios-Serie Faisán, México, 2001. pp. 117. Prólogo: Efrén Barazarte.
Tierra de la que soy. Latin American Writers Institute Eugenio María de HostosCommunity College of CUNY (Universidad de Nueva York, 2002). Pp. 121. Prólogo: Manuel Cabesa.
Nortes/ Norths. Latin American Writers Institute Eugenio María Hostos CommunityCollege of CUNY (Universidad de Nueva York, 2002). Pp. 87. Traducción al inglés: Alexis Trujillo.
El poema de la ciudad. Editorial Blacamán (Villa de Cura), Estival (Maracay), La liebre libre (Maracay), Presagios (México) y Umbra (Maracay), 2003. pp. 181. Prólogo: Harry Almela.
El cielo cotidiano. Poesía en tránsito. Editorial Mucuglifo, Mérida, Estado Mérida, 2008.
Puertas de Galina. Editorial Memorias de Altagracia. Caracas, 2010.

 

 

CUENTOS

 

 

Fragmentos de la misma memoria. Editorial Actum, Caracas, 1994. pp. 93.
Cortoletraje. Blacamán editores, Villa de Cura, Venezuela, 1999. pp. 54.
Virginidades y otros desafíos. Latin American Writers Institute Eugenio María de Hostos Community College of CUNY (Universidad de Nueva York, 2000). Pp. 60.

 

 

 

ENSAYO LITERARIO

Notas a la liebre. La liebre libre editores, Maracay, 1999. pp. 140.

 

 

 

CRÓNICAS

 

 

Valles de Aragua, la comarca visible. Impresos Urbina, 1999, Maracay. Pp.254. Prólogo: Pedro Ruiz.
Cambio de sombras. Editorial Sobrevivientes Asociados y Ateneo de Guardatinajas “Soñadores del río Tiznados”. Maracay, 2001. pp. 122. Prólogo de Elena Vera.

7 Otra imagen de Alberto HernándezOtra imagen de Alberto Hernández

 

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