La Pintura debe transmitir por parte de quien la crea una experiencia espiritual.
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Cuando se pinta uno debe de interiorizar aquello que representa, sólo así llegara al motivo representado en sí.
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El pintor debe de practicar diariamente la observación, entendida como contemplación mística, para hacer una pintura viva, cargada de energía vital.
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Para que una pintura este viva, espiritualidad y vida se tienen que fundir en el lienzo.
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La formación del pintor se tiene que dar en un marco de cosmovisión del mundo, de la vida, del ser humano y su existir. Sólo así crecerá la semilla de la creación en su interior más profundo.
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Pinto luego existo.
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En pintura nunca  dos más dos son cuatro.
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El pintor debe de estar en armonía con el orden natural que le rodea. Sólo así, los principios de creatividad, espontaneidad y naturalidad se darán de manera significativa en sus creaciones.
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Es de especial importancia la preparación interior del pintor. Sin ella nunca llagara a nada. Vivir siempre la Pintura como un camino de formación técnica, personal y espiritual.
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En lo más profundo del ser humano existen fuerzas espirituales que mueven al hombre a crear, a pintar. Cuando uno las descubre y las cultiva diariamente no escapa nunca de ellas. Son su aire vital, su respiración creativa.
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Pintar, crear integrado en el fluir del cosmos.
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En Pintura la historia lineal no tiene sentido cuando se es pintor-creador.
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En la creación pictórica el principio de Wu-Wei, “no acción” debe primar sobre todo.
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Cultivando e interiorizando ocho trazos pictóricos uno puede representar todo el universo.
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Pintura y Poesía son hermanas en el hecho creador. Las dos evocan sensaciones, transmiten ideas y emociones. Cuando se unen poseen un fuerte poder de evocación.
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Cuando un pintor lee poesía, en cada una de sus pinturas, hay un poema.
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La verdadera Pintura no se acaba en el lienzo, sino en la mente del que la crea y en la del que la contempla.
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Para pintar siempre lo mínimo, para alcanzar lo máximo y lo invisible.
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El vacío en Pintura es un valor activo.
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Cuando escucho la música de J.S. Bach y siento sus silencios evocadores, deseo pintarlos con mis vacíos.
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El silencio que acompaña al final del verso poético, es el vacío pictórico que persigo.
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En los modelos más sencillos reside todo el misterio de la grandeza del universo.
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Si la Pintura no suscita alientos vitales no es Pintura.
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El pintor con sus gestos pictóricos, participa de los gestos de la Creación. De ahí que la Pintura sea una práctica sagrada desde sus inicios en las cuevas, hasta hoy en el estudio.
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La Pintura es un “Dao”, un camino de desarrollo personal integral en donde el cultivo de la mente y el espíritu alimentan la creación personal.
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Pintar, crear con las estaciones, seguir con el trazo y la mancha el ritmo de la naturaleza y del hombre.
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Si la Pintura no transmite al espectador la emoción del pintor no es Pintura.
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Para el pintor la experiencia propia, la intuición y la espontaneidad son aspectos tan importantes como la mancha, el trazo y el color.
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Unificar el estilo, crecer en el aprendizaje y el dominio de la técnica desde el interior, siempre desde el interior.
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Todo pintor debe de buscar más allá de la perfección formal, debe buscar expresar sus sentimientos, sus respuestas espirituales y existenciales en cada pintura que realice.
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Cuando contemplo en mi estudio una reproducción del pintor chino Sehn Chou “Poeta en la cima de un risco”, me digo: – Esa figura pequeña contemplando el inmenso paisaje soy yo. Es cada pintor que pinta desde su alma más profunda.
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Para el pintor la contemplación es el alimento del alma y una puerta abierta siempre a la creación.
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Si eres pintor, pinta la esencia de las cosas.
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Sólo persigo revelar por medio de lo pintado, el profundo modo de ser del universo.
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La clave de la Pintura está en la empatía.
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Si eres pintor debes de identificarte con lo que pintas, interiorízalo hasta que lo representado y tú seáis la misma cosa. Y no olvides que la Pintura es un estado del alma que se materializa en la obra.
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En la Pintura Yin y Yang confluyen y se alternan continuamente. El vacío es el Yin y la mancha es el Yang. Ser y No-Ser en lo materializado.
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Sáciate de pasear y contemplar lo que te rodea y después déjalo reposar en tu alma y tu mente, por último píntalo.
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El pintor-creador debe ser como el agua.
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En Pintura lo humilde, lo suave pero constante, siempre acaba venciendo al tiempo.
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Como pintor taoísta mis claves son: la empatía, el Chí o energía vital, la resonancia y el vacío.
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La Pintura siempre tiene ida y vuelta.
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La Pintura para quien la crea no es más que una experiencia emocional lograda y vivida desde lo más profundo que comunica gritando en silencio a quien la contempla.
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Si quieres hacer una pintura “elevada” tendrás que ser un pintor “elevado”. Cuanto más alto seas más lejos podrás contemplar.
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Todo pintor debe aprender a “cabalgar el dragón”, es decir, a controlar la fuerza del universo, armonizarse con ella, comprender más allá de las apariencias y canalizarlo todo en el trazo.
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En toda obra maestra la energía terrestre, la celestial y la humana se abrazan.
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Xie He en el siglo V dijo “en pintura, se trata de animar los soplos armónicos”,… que razón tenía, … y tiene.
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Cuando se pinta se emite una vibración interior. El Chi se hace uno con el lenguaje pictórico trazando sentimientos.
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Cuando pintes que tu estado de ánimo este en calma perfecta y tu mente en un silencio psíquico. Cuando es así la Pintura fluye.
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Impulso vital, dinamismo interno de la creación cósmica hecha pincelada. Eso persigo en cada obra.
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En Pintura lo esencial no son las formas, sino la energía vital que las crea, su línea interna.
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Mi pintura no es conceptual, no va dirigida a la mente racional, va dirigida al espíritu y los sentidos.
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Cuando pintes calla, silencia y oculta. Sólo así despertaras la imaginación de quien contempla y la tuya propia.
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Cuando pintes intenta siempre sugerir e inspirar.