El poeta portugués António Salvado (Foto Agencia Ical)
Crear en Salamanca tiene el placer de publicar el ensayo escrito por el mexicano Juan Ángel Torres Rechy en torno a la obra del poeta lusitano António Salvado. Fue la conferencia inaugural del VIII Encuentro de ‘Los poetas y Dios’, celebrado en Toral de los Guzmanes, León, los días 14 y 15 de octubre de 2011. Hasta hoy permaneció inédita.
Juan Ángel Torres Rechy durante su conferencia (Agencia Ical)
PENSDAMIENTO SACRO EN LA POÉTICA DE ANTÓNIO SALVADO
La sílaba de la fe, de la gracia, del amor:
Dios.
António Salvado
Nuestro aporte expone categorías vitales y sacras en la poética de António Salvado. Una corriente que irriga sus versos tiene su suministro de inspiración y su finalidad en la oración contemplativa. No resulta casual que entre las antologías que recogen su vasta obra, en el 2005 haya aparecido una con el sugerente título de Señales de Dios en mi poesía , y en el 2007 otra con el nombre de los Encuentros de Toral de los Guzmanes (León), al lado de otros vates a lo divino: Los poetas y Dios .
Los conceptos por los que llevamos a unidad lo múltiple del pensamiento sacro del poeta lusitano tienen como antecedente una deducción de los hilos conductores de los volúmenes Otoño | Outono | 秋 y los dos mencionados arriba. Pondremos atención en los siguientes puntos de fuga que proyectan las líneas de su poética: [1] temor, [2] entrega por amor, [3] horizonte de ligadura y [4] lo inefable.
[0] Preliminar
Sus versos ponen de relieve un espíritu sensible. No solo pintan escenarios exteriores y sencillos como el caer de la noche, las estrellas, o una alameda, sino que también crean composiciones de lugar con las que el sujeto lírico entra en el misterio de la existencia, al tiempo que sus poemas se convierten en el fin contemplativo mismo, como en el deseado «río tranquilo | para que en sus aguas yo haga fluir | los pétalos que arranqué de la flor» (2009, 47) Su interiorización en el sino poético resulta una luz que se filtra en la oscuridad, o un testimonio de susurros que llegan a sus oídos en la noche callada: «El silencio de la Voz no es total: | un susurro se desvía | hasta mi oído» (2009, 69) .
Alfredo Pérez Alencart, Miguel Ángel Fernçandez y António Salvado (Agencia Ical)
[1] Temor
El conjunto de los elementos poéticos del volumen otoñal pone en escena la representación del drama de una vida cifrada como lucha: «Te desvelo el secreto: | nunca tu corazón | tiemble ante el dolor» (2009, 25) . «Sentido el escalofrío | es preciso que la piel | vuelva a quedar tersa» (2009, 61) . Como todo sujeto inmerso en un peregrinaje existencial, tiene que superar las consecuencias de un pasado que pudo haber sido mejor, o que no fue el que había esperado… «¿cómo evitar que los ecos del pasado | resulten solamente barro cicatrizado?» (2009, 55) . Podemos reconocer un sentido ambivalente en el alto muro de la realidad sensible, pues por igual consiste en el obstáculo para entrar de lleno en la verdad del ser, que en el camino para alcanzar el mismo fin. En la tensión sujeto-objeto, en ocasiones el poeta pierde su vigor ante lo observado. El objeto se impone. Lo vence. Lo derriba. La única posibilidad de acción resulta la acogida de ese instante y su traducción al lenguaje lírico. «Silenciosa alameda la de esta senda | conduciendo hasta el infinito | y al dolor inapagable» (2009, 93) .
En otras ocasiones, el poeta pulsa la cuerda que une a la naturaleza con las construcciones humanas que la regulan o la transforman, y vemos el uso de imágenes naturales para construir una dimensión simbólica de sus argumentos: «Los jardines envidiando | el espontáneo florecer | que estalla en los campos» (2009, 67) .
El horizonte de Salvado puede reducirse a la angustia en su andar por la noche oscura. Parece encontrarse en una batalla en la que no ve al enemigo, o en una prisión estrecha. Todas las oraciones han manado y puede no haber lugar para la esperanza. No existe espacio para el necesario raciocinio de la enunciación.
Si interpretáramos la ‘oración’ según su etimología de: «facultad de hablar, la palabra, la elocuencia, la plegaria» , en la noche de Salvado no puede esperarse ninguna oración. La voz lírica, entonces, levanta las manos como lo hizo Moisés cuando su pueblo peleaba contra Amelec para entrar en la Tierra Prometida : «Las manos en alto, ¿qué oración oír | que serenamente no haya sido dicha | durante la noche oscura del temor?» (2009, 49) . La metáfora del tercer verso subraya la angustia. Si por una parte la noche resulta ‘oscura’, por otra además se trata de una noche ‘del temor’. Surge una hipálage entre la noche y el sujeto, en la que se realiza una transferencia del estado vital y anímico de la persona para subrayar su condición existencial. Pero el destino no se reducirá la muerte o la nada.
António Salvado (Agencia Ical)
[2] Entrega por amor
«Un destino que no sea vacío, un humilde-destino…»: así termina el poema «Forma» (2007, 36), «[…] intensa, dramática oración» ―en palabras de Ortega Carmona― (2005, 19). Las cuentas de cinco peticiones y una confesión se desgranan en el anhelo del poeta y nos introducen en una dimensión sacra de carácter personal: «un destino, Señor, cualquiera que él sea: un soplo | de tu existencia en mí […] un destino donde mi sangre se agote por Ti […] Dame algo de Tu vida» (2007, 36). La voz lírica encuentra la palabra, de nuevo está en condiciones de articular un discurso. Recibe una luz: «Soy como una planta, Señor… Tengo una raíz profunda | ligada al gran secreto […] Y es siempre mayor, mayor, | el deseo consciente de vivir Tu amor, | la fuerza de la ansiedad a la espera de Ti, y sólo de tu venida» (2007, 36).
La noche cubre con su manto al poeta, pero ahora no le impide del todo la visión. El alma vigilante se sabe llamada por el Creador, quiere comprender su Verdad y reconoce, acepta y ofrece su humildad. En el último de sus poemas de Otoño desliza una visión escatológica que resume con una sentencia lo que quiso que fuese su vida: «La única ambición | consistió en entregarse | (léese en el epitafio)» (2009, 103)
[3] Horizonte de ligadura
Tiene un carácter imperioso enfatizar su conciencia de ser poeta. En su prólogo a Señales de Dios en mi poesía expone que por el hecho circunstancial de ser yo poeta también, en el mensaje de salvación recogí, con débil propiedad, no obstante, la sustancia que objetiva el contenido de uno u otro de mis poemas. Sustancia aclarada a veces con angustia, otras veces con serenidad y encantamiento .
De ese trayecto del temor de la noche oscura a la esperanza de la entrega por amor, pasando por heridas, desaliento, falta de altura [«para besar sus Pies»], oración, consuelo, Salvado llega al horizonte de ligadura: «A lo lejos bien a lo lejos sucedía el milagro, | la bendición que clamaba. […] Y a lo lejos, como un sueño, bien a lo lejos | como doloroso encuentro sucedía […]» (2005, 33), dice en «Milagro», pero también: «quedo ligado a Tu dulce rostro: | los labios tranquilizando el mar ceniciento, | los ojos aplacando el trueno de los vientos. || Y ruego a Ti: consuelo del altar» (2005, 51). Dios viene a su encuentro «En la comunión de la sangre y de la carne» (2005, 52).
En este sentido, pone de manifiesto una clave para la consecución de un estado de ser cercano al expresado por los poetas Matsuo Bashô y Den Sutejo -quienes figuran con sendos haikús como epígrafes en el volumen otoñal-, estado en el que el sujeto desaparece y solo existe lo contemplado. La finalidad de la vida humana, en esta dirección, encuentra su objetivo en la sabiduría cifrada en sentencias como el «Conócete a ti mismo» griego. Pone de relieve una radiografía del alma que ha alcanzado «La paz en el pensamiento. | La paz en el corazón» (2009, 19) .
Participantes del VIII Encuentro Los poetas y Dios
[4] Lo inefable
António Salvado se encuentra entre los poetas portugueses contemporáneos más destacados. Su obra incluye asimismo el ensayo y la traducción. La voz del vate lusitano ha conseguido una gracia que atribuimos a una vida consagrada a la poesía y la búsqueda de la verdad. El oleaje atemperado de sus versos constituye un remanso de quietud y de crecimiento. La estética que regula el número y el peso de sus sílabas se desliza por la superficie de la mesura, si bien su obra es abundante. Agradecemos su participación en este VIII Encuentro de Los poetas y Dios en Toral de los Guzmanes.
De alma vigilante al llamamiento del Creador, cimentando la opción de, libremente, intentar con humildad comprender el horizonte de la Verdad trascendente, concentrando el fluir personal de la existencia en la esperanza de la Gracia –dice el poeta–, me confieso creyente en la afirmación de que Jesús es el revelador del Padre y fuente de la fuente del Amor, hijo de Dios Uno y Trino .
En sus Cartas sobre Cézanne, Rilke escribió que «La obra artística es el resultado de un haber estado en peligro, de haber llegado hasta el final en una experiencia, hasta donde ya nadie puede ir más lejos» . Quizá por haber alcanzado lo inefable, nuestro artista de Castelo Branco no encuentre otra imagen más contundente para aludir al misterio que la del breve poema: «Sacraliza lugares |cuando, abrazada, pasa | la pareja de enamorados» (2009, 65) .
Juan Ángel Torres Rechy
Universidad de Salamanca
Salvado, Losada, Estévez, Alencart, Tarquis y Rechy
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I-El texto recoge la conferencia inaugural del VIII Encuentro de Los poetas y Dios -celebrado bajo la coordinación de Alfredo Pérez Alencart en Toral de los Guzmanes, León, los días 14 y 15 de octubre de 2011.
II. António Salvado, Señales de Dios en mi poesía, Castelo Branco: CEIAS, «Federico de Onís-Miguel Torga», 2005.
III. A. P. Alencart e Isidoro Herrero, eds., Los poetas y Dios. Encuentros en Toral de los Guzmanes, León: Excma. Diputación Provincial de León, 2007.
IV. António Salvado-Kousei Takenaka, Otoño / Outono / 秋, traducción española de A. P. Alencart y japonesa de An Oshiro, Salamanca: Editorial Verbum, Trilce Ediciones, Colección “Los Confines” / 2, 2009.
V. Poema original (en adelante, P. o.): «Tivesse aqui ao lado um calmo rio | e eu faria fluir nas suas águas | as pétalas da flor que despeguei…» Salvado hace suya la forma del haikú y le confiere una nueva naturaleza occidental en el volumen en colaboración con el pintor Takenaka. Véase el prólogo de Pérez Alencart.
VI. P. o.: «O silêncio da Voz não é total: | um sussurro se esgueira | até ao meu ouvido.»
VII. P. o.: «Entrego-te o segredo: | nunca o teu coração | trema perante a dor».
VIII. P. o.: «Sentido o arrepio | é preciso que a pele | outra vez seja lisa».
IX. P. o.: «Como evitar que os ecos do passado | nada mais sejam que cerrada lama?»
X. P. o.: «Alameda soturna a desta via | a conduzir até ao infinito | e à dor inapagável».
XI. P. o.: «Os jardins invejando | o espontâneo florido | que nos campos rebenta».
XII. Diccionario ilustrado. Latín. Latino-Español, Español-Latino, prólogo de Vicente García de Diego, España: VOX, 2008, pág. 343.
XIII. Véase Ex 17, 11.
XIV. P. o.: «As mãos erguidas, que oração ouvir | que não tenha serena sido dita | durante a noite oscura do temor?».
XV. P. o.: «A única ambição | consistiu em doar-se | (lê-se no epitáfio)».
XVI. Salvado 2005, 29.
XVII. P. o.: «A paz no pensamento. | A paz no coração. | O chilreio das aves».
XVIII. Salvado 2005, 33.
XIX . Rainer Maria Rilke, Cartas sobre Cézanne, edición de Clara Rilke, traducción de Nicanor Ancochea, Barcelona: Paidós, 1992, 2aed., pág. 14.
XX. P. o.: «Sacraliza lugares | quando abraçado passa | o par de namorados».
Un grupo de los poetas participantes
Leopoldo L. Samprón, Samuel Díaz y Juan Ángel Torres Rechy
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